domingo, 3 de julio de 2011

Caballerosidad obliga

En el comentario hecho a mi entrada de ayer en este blog, por Carmen, la asidua a ello, hace una observación y una petición.



La primera se trata de la observación de que seguramente mi boda fue mas alegre que la celebrada ayer por el actual Príncipe de Mónaco. Estimada Carmen, por supuesto que lo fue muchíííísimo mas alegre.

Que las miradas de complicidad entre la que estaba pasando del trance de novia a esposa, y yo, pero con lo que entonces era ser novia y ser esposa. Una de las fotografías que nos hicieron en el reportaje, precisamente dentro del taxi que utilizamos durante todo lo concerniente a la boda, la todavía novia y novio, estábamos dirigiéndonos una mirada, con amplia sonrisa, en la que solamente con mirarla se vislumbra a las claras lo que queríamos transmitirnos el uno al otro. O sea, para no escurrir el bulto, pensando en la noche de bodas, y que por supuesto, como novios, no podía, o para mejor decir, no debía hacerse Eso no puede transmitirse por quienes casi seguro están ahítos de ello. Y pasamos a la petición.


Carmen, ahora me dirijo a tí directamente: "¿Me preguntas si yo se algo de las Cartillas de racionamiento?". Para comenzar he de comunicarte que durante un año, en el Ayuntamiento de mi pueblo, yo era el que procedía a expedir las mencionadas cartillas. Se cobraba una peseta por cada una. Había cartillas para adultos y para niños en edad lactante.

Cada cartilla estaba compuesta por unas veinticinco o treinta hojas. Cada una de estas hojas para un artículo de primera necesidad, y en la cual constaba el nombre del mismo, tales como azúcar, arroz, garbanzos, harina, aceite, judías, café, etc. etc. etc. También cada hoja se hallaba dividida en cupones numerados correlativamente a partir del número uno. El racionamiento se decía había de realizarse todas las semanas, pero en muchíííísimas ocasiones, incluso se pasaba mas de un mes sin que llegara alguno. La semana que llegaban estos racionamientos, lo eran por escaso número de productos y por cantidades variables, que solían ascender a cien, ciento cincuenta, o a veces menos gramos por persona de cada producto. Estos se distribuían a los diferentes comercios de la localidad, y en la propia orden de concesión, por la Comisaría Provincial de Abastecimientos, se determinaba el número del cupón que tenía que cortarse en cada uno de los productos suministrados. Así se exponía, azúcar cupón número 4; arroz, cupón número 7, y así sucesivamente, lo que demostraba que una clase de artículos se habían suministrado mas o menos veces, unos que otros.

En realidad, aquellos suministros solamente solían solucionar la situación dos o tres días como máximo, y como apunté anteriormente te pasabas esperando el nuevo aprovisionamiento, meses enteros.

En el mercado negro, o clandestino, llamado entonces "estraperlo", podían adquirirse alguno de los productos de primera necesidad, pero lo eran a precios que no pocas veces dejaban de superar quince, veinte o treinta veces su valor de tasación, cosa que la inmensa mayoría de la población no podía permitirse, y esto también en contadas ocasiones había posibilidad de encontrarlo.

En aquellos "años de la hambre", no se me olvida que cada día del año, mi madre recorría todo el pueblo, recurriendo a sus amistades, y que cuando por ejemplo conseguía que le facilitaran un kilo de harina, vendido a su justo precio, solía traerlo para la casa oculto debajo del delantal y su amplia sonrisa delataba a lo lejos que había conseguido algo importantísimo. Con ese kilo de harina podían cocinarse diversos platos y todo ello, con el mínimo indispensable del producto, para hacerlo mas duradero.

El café casi no se veía, se utilizaba cebada tostada y que con ello se conseguía una infusión que solamente era agua teñida de oscuro. Con las patatas se hacían dos platos diferentes, una con la fécula en sí y la otra, con las cáscaras que debidamente lavadas, se freían y comían también.

Las hierbas y plantas del campo eran recolectadas por las familias y con cada una de ellas se procedía a preparar el plato correspondiente, que si no alimentaba, "llenaba la barriga", como solía decirse.

Otra clase de racionamiento que había era la del tabaco, para lo cual se proveía a todo hombre mayor de 18 años del cartón correspondiente, que consistía en una cartulina, en la que figuraba el nombre respectivo, que sus bordes estaban divididos en diferentes cupones numerados, que cuando en las ocasiones en que se suministraba una ración, que al igual que con los alimentos, no había periodo de tiempo normal para ello, se taladraba el número del cupón correspondiente.
Si con la exposición antecedente, hubiere conseguido se diera por informada Carmen, me daría por satisfecho.


De todo cuanto sucedía en aquellos difíciles y lejanos años, lo tengo grabado en mi memoria, de mucho de lo cual, cuando como ahora lo traigo al recuerdo, se me parte el alma sólo de pensar lo que, principalmente mi madre, le costaría remontar aquella época.

Hasta otra. A ver si se tercia referirme a cuestiones mas agradables y alegres que la presente.

2 comentarios:

Carmen dijo...

Hola, siento mucho haber traido a tus recuerdos vivencias no muy agradables, es que me parecía lo del correo una exageración, pero ya veo que se quedaron cortos, en la presentación decían que daban por semana y persona: 1/4 de aceite, 100 gr. azucar, 100 gr. garbanzos, 200 gr. jabón, 1 kg. de patatas y un bollito de pan diario, pero según cuentas aún fué peor, pobres todos los padres que veian a sus niños con hambre, mi suegra con 10 hijos no se como se las arreglaría, aunque era listisima y muy trabajadora, ella sabrá lo que pasó, murió hace ya unos años. Tu serías entonces un chavea, por eso te preguntaba que si recordabas algo, no contaba con tu supermemoria. En fin, perdona si he sido inoportuna con mi curiosidad, y gracias por contarmelo. Como siempre, un saludo: Carmen

Carmen dijo...

"NOBLEZA OBLIGA" Buenas noches, te extrañará que deje un comentario sin haber ningún "Recuerdo" tuyo pero es que mañana tempranito me voy unos dias de viaje y no quiero hacerlo sin agradecerle a tu hija y nieto el cariño demostrado hacia mi persona, se lo agradezco de corazón, creo que ellos lo leeran, pero sino diselo tu de mi parte, a tu nieto que si sigue teniendo ganas de conocerme, que por mi encantada, lo mismo era un comentario sin más, pero que por mi no quede ¿vale?. Si quieres saber algo de mi viaje, entra al blog de AMADUMA, es la Asociación de la Universidad de Mayores. Bueno después de la parrafada (aunque tu no te lo creerás soy tímida)os dejo muuuuuchos saludos: Carmen