viernes, 24 de septiembre de 2010

Feria de Pozoblanco


Hoy 24 de septiembre comienza la feria de Pozoblanco. Tal día como hoy, pero de 1925 y cuando aun me faltaban tres días para cumplir los cinco meses de edad, y precisamente en Pozoblanco me hicieron la primera fotografía de mi vida, que la conservo y en buen estado.

Trayendo hoy a la memoria esta efemérides y como el que tiene todo el tiempo libre por delante, me he puesto a desbrozar esta cuestión, llegando a la conclusión que desde aquellos lejanísimos días, puede que me venga ese estado afectivo del ánimo que siempre he sentido por la finca de La Calera. Creo que después de haber hablado en tantísimas ocasiones de mi paso y estancia en la misma, nunca he referido que me llevaron a ella cuando cumplí la cuarentena, o sea a los cuarenta días de haber nacido, y donde permanecí con algunas alternancias hasta aproximadamente cuando cumplí los dos años.

Mis padres concurrieron aquel 24 de septiembre de 1925 a la feria de dicha localidad, pernoctando en la casa de quienes estaban entonces de caseros en la tan referida finca y que por ellos habían sido invitados. Después de esta asistencia a la feria, regresamos a nuestra procedencia y donde mi padre estaba trabajando desde bastantes meses antes de mi nacimiento y continuó por espacio de unos dos años más.

Como ya sabéis todos los míos, yo comencé a trabajar en este olivar cuando solo contaba catorce años de edad y permanecí en ella hasta precisamente el día que cumplía los diecinueve.

En el domicilio referido donde mis padres, y claro yo también, estuvimos alojados varios días a partir del 24 de septiembre de 1925, volvimos a estarlo, pero esta vez en situación menos festiva y muchísima mas gente, a partir del 10 de octubre de 1936 hasta el 18 del mismo mes, cuando acudimos allí como refugiados de guerra, durante la contienda civil iniciada el 18 de julio del mismo año.

La amistad de mis padres con aquella familia que desde varios años antes de mi nacimiento estaban en la guarda y custodia de la tan mencionada finca, perduró hasta el final de la existencia de todos ellos.

Recordando hoy todo cuanto termino de narrar he sentido deslizar mi existencia, principalmente desde mi adolescencia hasta aquella iniciada juventud, que si bien por una parte estaba rebosante de vida e ilusiones, no estaba tampoco carente de inquietudes de todo cuanto pudiera ser mi futuro. El tiempo que todo lo cura, también desvela y resuelve todas las incógnitas. Como no, igualmente hoy he vuelto a sumergirme en aquellos dulces y lejanos recuerdos.

Vale y hasta otra.

martes, 21 de septiembre de 2010

Entre dos generaciones

Fuente: www.eseg.it

Aparte de un mes que este pasado verano estuvo en Madrid, hoy 21 de septiembre de 2010, un nieto mío con 24 años cumplidos, ha salido por primera vez del entorno familiar para trasladarse a Bolonia (Italia), con el propósito de cursar su último año de carrera.

Dos generaciones anteriores a la de mi nieto, que es la mía, y concretamente yo, cuando tenía su edad, voy a relatar mi curriculum vitae, como creo que se escribe.

No mas terminar de cumplir los diez años y por razones de índole familiar, hube de colocarme de porquero, donde permanecí por espacio de unos cinco meses, aunque todas las noches regresaba a dormir a mi casa, o sea a casa de mis padres.

Antes de cumplirse los tres meses de la Guerra Civil española, en que abandonamos mi pueblo como refugiados, con la edad de 11 años, durante el traslado desde mi pueblo a Pozoblanco, una distancia de unos 30 kilómetros, hube de caminar llevando a ni hermana de dos años, a cuestas, sin que mis padres teniendo que atender otras preferencias, me pudiera echar una mano en el cometido que me había sido asignado. Ya en el exilio y por espacio de unos dos años, todos los días, sin excepción alguna, salía al campo para llevar a pastar una caballería y dos cabras que teniamos.

En el mes de septiembre de 1938 y unos días después de que mi padre fuera movilizado y llevado al frente de guerra de Extremadura, cuando contaba 13 años de edad, me coloqué de pastor, ayudando a dos hombres mayores, en la guarda de un rebaño de ovejas pertenecientes a los Servicios de Intendencia del Ejército republicano. En el desbarajuste de los últimos días de la guerra, me obligaron a que juntamente con los dos hombres que formábamos el equipo de pastores, nos trasladáramos con todo el rebaño hacia otras localidades, dado a que las fuerzas "fascistas" como se las catalogaba estaban llegando hasta Pozoblanco, limítrofe con Pedroche, donde pertenecía el término municipal de donde estábamos ubicados.Con esta determinación me obligaban a separarme de mi madre y hermanos, todos menores que yo, y mi padre en el frente de guerra, si tener noticias de él, de como pudiera encontrarse. Cuando habíamos realizado un desplazamiento de unos cinco o seis kilómetros fui relevado de esta misión por un tío mío. Unos quince días después y una vez regresados a mi pueblo, cuando aún me faltaban unos días para cumplir los catorce años, comenzó mi trabajo en el campo en las diferentes faenas que se presentaban.

En los primeros días del mes de Diciembre de 1940, con quince añitos, me fui a trabajar a la finca de La Calera, vareando aceitunas, distante de mi pueblo unos diez o doce kilómetros. A partir de ese momento continué trabajando en dicha finca en las diferentes faenas que requería el olivar, con algunas escasas alternancias, hasta el mismo día en que cumplía los 19 años de edad. Por tanto un periodo de casi cinco años, fuera de mi familia y donde desde aparte del trabajo, yo tenía que valerme por mí mismo, en todo lo concerniente a comida, aseo, ropa y todo cuanto se pudiera presentar.Iba por mi pueblo aproximadamente cada mes, para cortarme el pelo, o antes si por medio había un día de fiesta importante y asistir al baile si se celebraba.

Como digo estuve en La Calera hasta el mismo día en que cumplía los 19 años. No más de quince días después me puse a trabajar como minero en una explotación carbonífera, situada a unos seis kilómetros de mi pueblo, distancia que diariamente tenía que recorrer tanto en ida como vuelta, mas siete horas trabajando en el interior de los pozos. Aquí lo único novedoso y bueno que tenía es que no trabajábamos los Domingos o fiestas que se consideraban no laborables. En esta ocupación, la que detestaba, permanecí por espacio de dos años.

Abandonado voluntariamente el trabajo de la mina, me incorpore al Ejército. En el mismo permanecí por espacio de dos años y medio. Este espacio de tiempo que por supuesto estaba separado de la familia, fue el mas cómodo y mejor que hasta entonces había tenido en toda mi vida. Finalizado el servicio militar y por razones que en mi entrada anterior en este blog, hacía constar, hube de volver al trabajo de la mina, en cuya situación y actividad, cumplía los 24 años que hoy tiene mi nieto mayor y que en el día de hoy ha emprendido por primera vez la separación de su entorno familiar, lo que en comodidad se deja atrás, aparte del sentirse rodeado de sus seres queridos.

Independientemente de todas las vicisitudes señaladas tan diferentes a las realizadas por mi señalado nieto, José Carlos para mas señas, que han sido todo estudios y junto a sus padres, otra diferencia tan abismal como las señaladas anteriormente, es la de que yo desde los once hasta los mas de veinte años edad, escasísimos días fueron los que llegué a saciar el hambre que casi era crónica en su padecimiento. Por añadidura yo tuve que padecer la estancia durante tres años en la cárcel de mi padre, una grave enfermedad de mi madre que la tuvo postrada en la cama mas de cuatro meses, y etc. etc. etc. Con estos etcéteras podría proseguir varias páginas más.

Si alguien en mi adolescencia y juventud me hubiera dicho la vida que iban a llevar mis nietos, incluso la que han llevado mis hijos, me hubiera entrado la "risa". Pero así ha sido y quiera Dios que así siga. Por lo que a mi respecta, lo pasado, pasado está. No obstante, creo alguien mas importante que yo dijo: "En la adversidad, se forjan los grandes corazones". Cuando menos eso es cierto, por lo que respecta a sobrellevar con entereza otros avatares adversos que se le puedan presentar a uno durante el resto de su vida.

Creo que las diferencias señaladas en el discurrir de las personas comprendidas entre esas dos generaciones es mas que evidente. Lo mío no era un caso excepcional. Lo de mis nietos tampoco.

Hasta
otra entrada.

viernes, 17 de septiembre de 2010

La moral por los suelos


Tal día como hoy, pero de 1948 (ya ha llovido), era licenciado del Ejército, de la mili como siempre se ha dicho. De los dos años y medio, veintiséis meses los pase en las oficinas de Capitanía General, que cuando menos entonces se hallaba en la parte central de la Plaza de España, de la capital sevillana

A las dos y media de la tarde de aquel lejanísimo día, tomaba el tren que me llevaría hasta Córdoba y desde allí a mi pueblo en autobús de línea.

Creo que lo he mencionado en bastantes ocasiones, yo podía haberme librado de ir al servicio militar, motivado a que en tal fecha me hallaba trabajando como minero en una mina de carbón y el que lo deseaba, continuando en dicho trabajo durante el tiempo que su Reemplazo estuviera en el ejército, le contaba para todos los efectos como si estuvieras en él.

Dos motivos esenciales me hicieron tomar la decisión de abandonar el trabajo en la mina y marcharme a la mili. No se cual de los dos, prevalecía sobre el otro. Uno era el de que yo tenía la esperanza, sin que pueda decir en que la basaba, de que desde allí podría dar el paso necesario para alcanzar algún destino o empleo, que me hiciera el dejar todo lo que había sido mi vida anterior, desde incluso la adolescencia trabajando como jornalero en el campo. El segundo motivo era la aversión que sentía por mi trabajo en la mina, que si no llegaba a odiarlo, si que cada jornada que echaba en la misma, me suponía el restarme un año de vida.

Por una decisión irreflexiva que en un momento tomé, que incluso al cabo de mas de sesenta años no he llegado a comprender como lo hice, conseguí mi pase a las oficinas de Capitanía General, que era sin duda el mas apetecido de todos cuantos se podían obtener. En este destino adquirí unos conocimientos, concretamente como mecanógrafo, que jamás hubiera llegado a imaginar. Los mas de dos años de permanencia en aquel destino, fueron los de mejor vida que hasta entonces había disfrutado, contando que teníamos oficina desde las ocho y media de la mañana hasta las dos o dos y media de la tarde, que comparándolo con las jornadas en el campo que se prolongaban de sol a sol, o las mas recientes dejadas atrás en la mina, que aunque solo eran de siete horas cada jornada, por las condiciones en que las practicábamos, eran un verdadero suplicio.

El tren que nos condujo hasta Córdoba iba repleto de gente como yo que marchaban licenciados hacia su casa. No pocos, viajaban incluso borrachos festejando la circunstancia de dar por concluido el servicio militar. Yo por mi estado de ánimo, era un bicho raro entre todos los demás. El propósito que me llevó hasta el ejército y abandonar el trabajo en la mina, había resultado un fracaso total y absoluto. Ni había conseguido el dar el salto hasta algún trabajo o destino que me apartara de la forma de ganarme la vida como lo había hecho hasta el momento de irme y por añadidura, dentro de muy pocos días no me esperaba otro horizonte que la vuelta al desempeño del trabajo, que como cité anteriormente casi lo odiaba, y que como tal vaticinaba, sucedió.

NUNCA, hasta entonces me había sentido tan insignificante en el discurrir de la vida. Mi estado anímico me hacía considerarme un ser sin la suficiente fuerza de voluntad para sobreponerme a la situación en que me hallaba. Cuando durante el viaje en el tren observaba el jolgorio que todos los demás formaban, me preguntaba si todos ellos se dirigían hasta una situación mejor que la que a mi me esperaba o quizá algunos, lo habían pasado tan mal en el ejército que comparándolo con lo que se les avecinaba, lo que dejaban atrás había sido mucho peor según celebraban su vuelta a casa.

¿Porqué Dios no se apiadó de mí en aquellos momentos y me insinuó siquiera cual iba a ser a la larga mi devenir por la vida? Sin duda en aquellos instantes me hubiera descargado del hondo pesar que me atenazaba el ánimo. Pero visto ahora desde la lejanía de SESENTA Y DOS AÑOS, doy por bien empleado aquellos sentimientos que de como con el paso de algunos años, fue cambiando mi vida hasta el punto que me llevó, y aún la conservó, hasta la extrema felicidad. Desde este estado actual, resulta un regodeo traer al recuerdo aquellos pesares.

ASÍ HA SIDO MUCHO MEJOR. Gracias a Dios


miércoles, 8 de septiembre de 2010

Cada mochuelo a su olivo

Fuente: www.mirandanatural.es (Jose Luis Sánchez Almécija)

Este dicho de "cada mochuelo a su olivo", suele utilizarse, por lo menos en mi pueblo, cuando se disuelve una reunión familiar, de amigos, socios u otra cualquiera y cada cual ha de marcharse a su casa o donde quiera que le corresponda, según el caso. Esta mi nueva entrada en el blog quiere hacer alusión al fin de las vacaciones de verano.

Los míos, cada cual se halla en su "olivo" y como no, yo también en el mío desde cuya atalaya como lo vengo haciendo desde algunos, bastantes, años y estando siempre "ojo avizor" captando cuanto me es posible el devenir y acontecer de mis familiares mas allegados, sin que por ello deje de recoger lo que a lo mejor nada me importe. Mis desplazamientos voladores suelen ser cortos y espaciados sin que abandone el entorno en que me vengo desenvolviendo desde el tiempo a que antes hago mención. ¡Qué diferentes son las actividades de cada persona, según su condición, profesión, y muy especialmente de su edad! Mis hijos cada cual en el desempeño de sus funciones profesionales. Mis nietos, gestionando algunos su futuro próximo y otros esperando el comienzo del curso correspondiente a sus estudios o carreras. ¿Pero y yo, que hago? Nada, dejar pasar los días, que aunque no quisiera dejarlos pasar, ellos lo harían por su su cuenta, sin que tuvieran en consideración lo que a mí o a nadie pudiera convenirles. Los días, semanas, meses y los años pasan a velocidad de vértigo sin tener compasión alguna de los que llevamos tantas décadas acumuladas y cada momento que va pasando nos está menguando cualidades físicas y en su proporción acortando nuestra estancia por estos lares. Dicho así, fríamente a cualquiera pueda parecerle que vivimos con el miedo y la preocupación de nuestra desaparición física. Puedo asegurar, cuando menos por lo que a mi respecta, nada mas lejos de la realidad. ¿Es que estoy deseando que así suceda? Menos todavía. Los años van dejando sobre nosotros esa filosofía propia de los viejos, que asumimos con toda normalidad de espíritu lo que el día en que esté determinado nos pueda alcanzar esa desaparición de este valle de lágrimas. Siempre pensamos que cuando nos llegue el momento, dejaremos de contemplar la llegada de cualquier circunstancia que alguno de nuestros seres queridos esté por alcanzar, pero siempre será así. Nuestro discurrir está dividido en dos sesiones principales. La una el recuerdo. La otra el futuro, pero éste, no el nuestro propio, sino de esos mencionados seres por quienes mantenemos la única ilusión que abrigamos en nuestro vivir. De los recuerdos, en particular de aquéllos que se marcharon físicamente, pero que tanto consiguieron dejar en nuestros sentimientos.

No piensen quienes lleguen a tener entrada a este blog y a esta mi exposición de hoy, que pueda hallarme en un momento de desánimo o depresivo, no, nada de eso, estoy como siempre y con la misma disposición en que siempre lo hago cuando realizo las entradas en el blog. Mi estado emocional, gracias a Dios lo tengo bastante nivelado y salvo cuestiones familiares, mucho más que las propias personales, son las que suelen alterarme el talante, según su alcance o importancia.

Bueno está terminando el día de la Patrona de Málaga, Nuestra Señora de la Victoria, que en cuanto a mí se refiere en nada ha alterado el discurrir de este día.

Esta entrada no ha tenido perfil alguno de interés, pero yo he pasado una hora, que me ha llevado hasta el momento de irme a cenar y dar por terminado otro día más. Ya veremos de lo que trataré en la próxima.