martes, 14 de noviembre de 2017

¡Qué lejos queda!

Frontera, El Hierro

Como casi siempre solemos hacer los "viejos", o mayores, como ahora suele llamársenos a los que cargados de años vamos, que no es otra cosa que volver a veces muchos años atrás, como en el presente caso sucede. Si no, podéis observar. Córdoba 14 de noviembre de 1949. Así, hoy hace SESENTA Y OCHO AÑOS, realizaba mi examen para ingreso en la Guardia Civil en la Comandancia de dicha ciudad.

Sin duda, y creo que también el día de mi casamiento, y solo puede ser que uno o dos más, han sido los que marcan un hito en el devenir de mi vida, y que ello fue la consecuencia que me llevaron a gozar de una felicidad completa, con la circunstancia de que a estas alturas de mi ya largo caminar, continuo gozándola, sin que por ello,  y como el paso del tiempo es inmisericorde se lleva por delante seres que cuando sucede te rebanan el alma.

Quiero hacer un aparte, para recordar una anécdota y que fue lo siguiente. Por mi tío que era entonces Secretario del Ayuntamiento de Villaharta, me entregó una carta para un Capitán del Cuerpo del que recuerdo se apellidaba Cañero, creo desempeñaba el cargo de Ayudante del Teniente Coronel Jefe de la Comandancia, pregunté por él y me indicaron era uno que paseaba por el patio donde nos hallábamos todos los opositores. Sin duda la carta era recomendándome a dicho oficial y con el que me dijo le unía una gran amistad, dado a que hacía años estuvo de Comandante de Puesto en mi pueblo. Presentándome al mismo y diciéndole quien se la enviaba, le hice entrega de dicha misiva, la tomo en su mano y sin dirigirme una sola palabra y sin abrirla, se la metió en uno de sus bolsillos, y nunca mas, ni incluso mi tio, nada de ello supimos, y eso que tuve la suerte de aprobar. Yo creo que mi tio consideraba amigo a quien no lo merecía.

Como he citado en el párrafo anterior, el regreso a mi pueblo lleno de contento, que lo mismo produjo en mis padres al comunicarles el resultado. Así, y a bote pronto como suele decirse, podrá parecer no era motivo para que me produjera hasta cierta euforia, pero si alguien que pueda leer esta entrada, pudiera entrar en la situación en la que los jornaleros agrícolas lo hacíamos en aquellas fechas, cambiaría de parecer sin lugar a duda.

Cuando el día 27 de marzo del siguiente año 1950, previa cita al cuartel, el Cabo 1º Comandante de Puesto y que por cierto también fue el que me ayudó a cursar toda la documentación, me daba la noticia de que a partir del Primero de Abril siguiente, comenzaba mi pertenencia a la Guardia Civil, más eufórico inclusive que cuando les comunicaba mi aprobación, compartimos un abrazo mis padres y yo. Aquella euforia que tal noticia me producía, era solo un espejismo, de lo que realmente supuso para mí los algo mas de treinta y un años que pertenecí a dicha Institución, que fue, lo es, y seguirá siendo mientras este en esta vida, una de las grandes ilusiones y aún mayor la dicha y bienaventuranzas que en todo orden, personal, familiar y profesional me dieron, y dándomelo siguen. Sí veinte vidas tuviera, sin lugar a dudas, todas ellas trataría de pasarlas como GUARDIA CIVIL.

Como titulo la entrada, qué lejos están aquellas sensaciones y cuántos seres queridos se ha llevado el paso de sesenta y ocho años...

Hasta la próxima.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Día de recuerdos



Hoy festividad de Todos los Santos, guardo infinidad de recuerdos, muy dispares unos de otros por lo que a su motivación respecta.

Comenzaré para aquellos primeros de los que guardo en la memoria. Siendo aún todavía niño, existía la costumbre por lo menos en Villaharta, mi pueblo, de que se iba al cementerio y el cura rezaba un responso frente a la lápida o junto al enterramiento de un familiar de quien o quienes solicitaban dicho rezo al sacerdote y que solían dar unas monedas al mismo por aquel llamado responso. Ya en aquellos entonces, sin que yo fuera consciente de ello, me embargaba una sensibilidad bastante grande cuando escuchaba aquellos rezos del cura, principalmente si a quien iban dirigidos, había sido conocido por mí, al punto de que llegaban a aparecer en mis ojos algunas lágrimas, Pasados mas de ochenta años de aquellos primeros sentimientos, sigo tal lo era entonces.

Para que el tema sea el mismo del párrafo anterior, o sea, la memoria a los seres queridos que nos dejaron, e incluso también, como no, a los amigos y hasta solo conocidos, hoy han pasado repetidas veces por mis recuerdos, y que una de las contrariedades de haber vivido muchos años, es la acumulación de esos seres, que el solo enumerarlos, aunque recordar puede hacerse a una velocidad máxima sin esfuerzo alguno, se hace pronto. Cuando llega esa primera vez, que en mi caso, fue la de mi padre, que dentro de unos meses hará la friolera de 59 años, parece que sería imposible soportar otros aconteceres similares, pero como he citado anteriormente, pasando el tiempo han llegado a ser tantos, que aunque de distintos lazos familiares o afectivos, han ido rebanando girones del alma, que seguro Dios habrá ido reponiéndola en partes. que sin ello me hubiere quedado totalmente sin ella. A TODOS VAYA ESTE SENTIDO RECUERDO.

Ahora paso de un extremo a otro. Y voy a referirme especialmente al paso por mi juventud, dado a que pasada ésta, siempre lo fue dichosa y bienaventurada junto a la familia, sin que solo recuerdo que en esta fecha generalmente se pasaba a utilizar la vestimenta llamada de invierno. Como decía, me retrotraigo mas de setenta y cinco años atrás y como en mi pueblo la única distracción de la juventud era solamente el baile, después de si el tiempo lo permitía, el paseo por la carretera, en verano hasta Fuente Agría y en invierno hasta el llamado Puerto de la  Lapa (que por cierto no se a cuento de que viene ese nombre, por que aquello ni es puerto de nada). Hecha esta salvedad, me reincorporó a lo que iba narrando, y me voy al baile. Hoy me parece imposible, que cuando escuchaba la música de los discos de las dos llamadas "gramolas", que una en el baile público en el salón del casino, y la otra en la sociedad de baile que se ubicaba entonces en el salón de la casa de la Eugenia,  junto a la iglesia del pueblo, era tal la ilusión que recorría todo mi ser, creo que al igual de todos, y todas como también lo dicen ahora, jóvenes, que tales efectos rara vez después he llegado a sentir, pese a que sin duda haya tenido motivos infinitamente superiores para ello. Sin duda, ese "divino tesoro" como suele denominarse a la juventud, por cuestiones que con el paso de los años pueden parecer insignificantes, dejan esa huella en el sentimiento que a medida que los años van acumulándose , se siente esa nostalgia al traer al recuerdo aquellos acontecimienmtos. De aquella música, había tres discos que aun con distintas formas de bailarlo, mayor emoción me producían y era los siguientes: Vals, el celebérrimo "Danubio azul"; tango, la no menos conocida "La cumparsita",  y pasodoble, y no por regalarle el oído a mi editor, el denominado "Islas Canarias". Y me viene al recuerdo en una ocasión, en el baile del casino y que me proponía hacer una declaración de amor, o "soltarle el trapo", como se decía, a una joven, le pedí a Patico el de Culeras, como era conocido, y quien ponía los discos, que me pusiera el pasodoble citado y que lo repitiera otra vez tan pronto llegara a su final, para que me diera tiempo a largar todo cuanto tenía proyectado. Da risa solo el traerlo a cuento, pero dentro de mí esta todavía aquel simple hecho.

En este día, aquí en la voluntaria soledad de mi casa, cuántos recuerdos y hechos vividos a lo largo de toda una feliz vida, salvando algunos momentos de esos que citaba como que rebanan el alma.

Hasta la próxima entrada que no puedo decir cuando será.
   

martes, 24 de octubre de 2017

Hace años, (hoy) era la festividad de San Rafael


Hoy 24 de octubre no he podido, ni querido, olvidar que hace bastantes años, se celebraba las festividad de San Rafael Arcángel. Actualmente, que yo sepa, solo sigue haciéndose en mi pueblo, Villaharta, y en la capital cordobesa, al igual que se viene y venía haciendo, siglos ha. En ambas, el mencionado Arcángel es el patrón de la localidad.

Desde mi lejanísima infancia, y muy particular en toda mi juventud, mientras residí allí, era sin duda la festividad mas celebrada a lo largo de todo el año, por encima incluso de las Navidades.

Volviendo el recuerdo hacía aquellos tiempos, siento cierta nostalgia, sin duda por aquella juventud rebosante  de vida, energías e ilusiones, pero especialmente lo que mas mella hace en mi ánimo, trayéndolo al pensamiento, de aquella inmensa mayoría de seres  queridos de los que estaba rodeado y con el paso de tantos años se fueron yendo de este mundo, de los que solo mi hermana, a la que también felicito hoy por llamarse Rafaela, me queda.

En aquella lejana juventud, creo que primero por eso, por ser joven, pero sin duda teníamos la experiencia de haber pasado unos años antes por la Guerra Civil Española, que tantas malaventuras dejó a su paso, parecía decirnos interiormente, que gozáramos de ella por lo que suceder pudiera, y que quizá por ello así lo hacíamos.

Mirando hacía atrás, cabalgando con la carga a la espalda de la nonageriedad, parece imposible, pero así era, hacer la vida en un pueblo que no llegaba a los mil habitantes, sin más diversión para los jóvenes que la celebración del baile, nos hiciera sentirnos tan felices. incluso que ni siquiera la situación económica que se atravesaba en aquellos años restara lo más mínimo en nuestra diversión.

A mi eficiente editor le envío una copia de una postal con la imagen de San Rafael, que fue la primera felicitación que recibía en mi vida de una postal y lo fue la enviada por mis padres estando yo en la mili, para la festividad del 24 de octubre de 1946. La guardo como oro en paño.

Escaso es lo escrito en la presente entrada, pero por mi mente han pasado infinidad de hechos en casi todos mezclados con personas de mi entorno, que dejaron, y aún persisten, indeleble huella en mis sentimientos.

Hasta la próxima, que lo será cuando la ocasión lo decida y yo me halle dispuesto para ello.

jueves, 12 de octubre de 2017

Recordando Patronas


Hoy 12 de octubre, y que desde que era un adolescente solía celebrar la fiesta, primero como solía llamársele, aparte de otras, la "Fiesta de la Raza" pero luego, y a lo largo desde que ingresé en la Guardía Civil, incluso después de retirado, lo fue y asi lo sigue siendo, el "Día de la Patrona", como en el Cuerpo suele llamársele. Serían con la de hoy, 68 Patronas pasadas desde aquella primera y lejanísima.

Aunque tan numerosas lo han sido, quiero hacer referencia a las que considero que por algún motivo se hacen acreedoras a ello.

La primera que celebramos estando ya en activo, fue en Torrelasal, que como la mayoría de los pocos que lean esta entrada, saben estábamos aislados de cualquiera edificación y por tanto ninguna vecindad próxima, concretamente la del año 1950. Recuerdo compramos un chivo, vino y alguna que otra bebida, dado a que la celebración lo fue por todos los residentes del cuartel, que además de la fuerza, también  las mujeres y niños. Entre todos creo pudimos estar unas 25 personas mas o menos. Número bastante reducido, pero celebrado con la ilusión y el cariño que como digo, aquello éramos una gran familia. Ésta tiene la importancia de ser la primera.

La siguiente o sea la de 1951, la pasé en La Rábita, pueblo de la costa granadina, donde vivía la novia que tenía, y como en la revista del mes de octubre pasé destinado de Torrelasal al puesto de Aduana aqui en Málaga, como salí de allí el día 9 y tenía diez días para incorporarme, el día once y aunque no tenía permiso para ello, me trasladé a dicha localidad a pasar el día con ella, y al siguiente regresé. Esa fue una de las dos que pasé fuera de esta Capital.

La de 1953, la segunda pasada aquí, en el baile que se celebró aquel año en el entonces cuartel denominado de Segalerva, por estar sito en dicha barriada, estuve bailando con la que ya era mi única novia, y en una foto que espero coloque en su lugar mi eficiente editor aparezco, con gafas oscuras por recordar tenía un ojo malo. La otra pareja de baile que también figura en la misma, esta formada por su novia Maruja, y mi compañero José Becerra Guerra, con el que años después, en abril de 1956, formé "pareja" dando servicio al yate del Príncipe Rainiero de Mónaco con su reciente esposa, y que estuvo de visita en Málaga en viaje de novios. Mi amigo Becerra y yo, fuimos elegidos para dicho servicio, y perdón si pueda parecer soy un tanto vanidoso, por considerar el Teniente de servicio éramos los de mejor presencia. Pocos años después se licenció por irse a trabajar en un banco. Falleció hace seguro más de cuarenta años.


Salto catorce años.

La de 1970 la pase fuera de esta capital y que hube de hacerlo en la localidad de Vélez-Málaga de esta provincia donde estaba destinado como Comandante de Puesto. Fue una también de las más entrañables. El Capitán Miguel Sánchez Pérez, tan buen capitán como persona, y como tal fue la celebración de aquella Patrona que casi todo corrió a su cargo. Me refiero a la organización. 

De aquí doy un salto de solo dos años, dado a que las pasadas no tuviera ningún motivo especial para señalarlas, salvo que en ellas y alguna anterior, mi hijo mayor se llevó el premio de ser el de haber obtenido las mejores notas de sus estudios del bachillerato,  y paso a la celebrada en 1972 en que me fue concedida por el Director General del Cuerpo e impuesta en dicha celebración  por el Gobernador Militar de la Plaza, la Cruz del Mérito Militar, por la resolución de importantes servicios, cuando con la graduación de Sargento, estaba destinado en el Servicio de Información de la Comandancia de Málaga.



Doy un pequeño salto y paso a la de 1976, en la que confieso fue en la que tanto mi mujer como yo, nos sentimos los mas orgullosos que asistían al acto, que íbamos acompañados por mi dos hijos y su hermana. Mis dos hijos lucían sus uniformes de Cadetes de la Academia General Militar de Zaragoza donde cursaban el segundo y primer curso de su carrera. Mi hijo mayor lucía en su uniforme los galones de Sargento, cuyos galones quiero recordar se concedían a los seis Cadetes con mejor notas de toda la Academia.

Las cuatro siguientes pasadas en activo, no recuerdo de haber tenido motivo o causa alguna que merezca mención especial.

Las treinta y cuatro pasadas ya retirado, mientras mi mujer estuvo en este mundo creo pasaron muy pocas en las que no asistiéramos por lo menos a la misa y parte de sus actos. Desde su fallecimiento, en algunas fui bien solo o acompañado de algún antiguo compañero, sin nada que señalar de extraordinaria.

Y la del pasado año de 2016, que asistí acompañado por mi entrañable amiga Carmen, ha sido sin duda las más emotiva de todas las sucedidas desde mi retiro, a la que que fuimos invitados a la cena  celebrada la noche anterior, y en los actos después de la misa el día de la Patrona, me fue entregada por la Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores, "la Expiración" como suele llamársele, una placa en consideración de ser el Suboficial de mayor edad de los residentes en esta Capital.



En total, sesenta y seis Patronas son las que año tras año se han ido sucediendo desde aquel lejanísimo año de 1950, ingresé en el Cuerpo. Con la de hoy, hace una más.

La de hoy, dentro de unos momentos voy a prepararme para asistir como mínimo a la celebración de la misa, que comenzará a las 12 horas. Lo que haga después, la circunstancias lo dirán.  

Hasta la próxima entrada, que seguro no lo será tan próxima de la de hoy con la anterior, que han pasado solo tres días.
 

lunes, 9 de octubre de 2017

Dos aniversarios


Atardecer en Santorini (Grecia)

Hoy se cumplen dos aniversarios, pero tan distintos en sus consecuencias, como también distantes en el tiempo.

El más cercano de ellos, se cumple el vigésimo cuarto aniversario, o sea el 9 de octubre de 1993, la tercera y última vez que ejercía de padrino de boda, pero sin lugar a dudas, el de mayor satisfacción y más importante, pues fue en la de mi hija. Decía anteriormente de sus consecuencias, por que no puedo por menos que el dar gracias a Dios, por que al igual de las de sus hermanos, no han podido ser de lo más felices resultados desde sus inicios y hasta hoy, como ojalá así continúen.

No obstante he de señalar que en aquel entonces, tenía sobre mi y toda la familia, una preocupación por la posible enfermedad de mi mujer, que desgraciadamente, no muchos días después, se confirmó había motivos para ello y escasos años después tuvo un fatal desenlace.

El otro aniversario de los que cito, se sitúa nada menos que en el 9 de octubre de 1936 durante la Guerra Civil Española. Tal día, y según desde el bando que pudiera citarse, el ejército fascista o nacional, entraba en Villaharta.

Aparte de una circunstancia, sin duda el más grave y doloroso de los acaecidos en el pueblo, que yo sepa, llevó a mi familia, como otras muchas de la localidad, al inicio del exilio  que duró exactamente dos años y medio y deambulando en distintas fechas por varios puntos, todos ellos por diversos cortijos de los términos municipales de las localidades del Valle de los Pedroches, como Pozoblanco, Villanueva de Córdoba, Torrecampo y Pedroche.

Las penalidades y miserias pasadas durante aquel exilio, que no fueron pocas, ni punto de comparación tuvieron con las que vinieron a lo largo, de no menos de cinco o seis años, que además de las sufridas por algunos miembros de la familia, mi padre por ejemplo, quedaron marcados por los bien llamados los "años del hambre". Aquellos hechos tan adversos, solo pienso dejaron un solo detalle beneficioso, y fue el tener la certeza que todo lo venidero, como así sucedió, no tenía por menos que ser mejor que lo pasado, aparte de lo que con el paso del tiempo no tiene más remedio que suceder, por ejemplo la marcha de esta vida de  familiares y amigos.

Hoy, volviendo la vista y el recuerdo hacía atrás, nada menos que OCHENTA Y UN AÑOS, me asombra la capacidad de aguante que tenemos las personas, y en el que las circunstancias, dan si duda, los acomodos necesarios a ellas para soportarlas.

Así, "a bote pronto" como suele decirse, quien me hubiere dicho a mí que transcurridos los citados 81 años, andaría yo todavía por estos andurriales y además poder narrarlo por lo cual facultades me quedan para este menester, y algún que otro que se vaya terciando.

Hasta la próxima, que como viene sucediendo en los últimos meses, no tengo ni idea de cuando pueda ser.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Revoltijo de esperanzas



Tres meses y dos días han transcurrido desde mi última entrada en el blog y hasta hoy parecía el que posiblemente no volviera a verificarlo otra vez. Pero, ¿qué me mueve a realizarlo en esta fecha ? Por que precisamente hoy, 17 de septiembre de 2017, se cumplen SESENTA Y NUEVE AÑOS, que se me concedía el permiso ilimitado en el ejército, y que finalmente resultó la terminación de mi cumplimiento  en el servicio militar.

Creo que en alguna ocasión he verificado una entrada sobre el tema de hoy, pero como ya lo conté, y vuelvo a ello, sin duda fue aquel 17 de septiembre de 1948, en que, en mi cerebro se sucedían tal revoltijo de pensamientos por cual sería mi porvenir en lo sucesivo, que si no me volví loco entonces, no lo ha sido después, ni por tanto creo pueda sucederme ya. El inmediato estaba seguro cual iba a ser, como pasados  unos escasos días sucedió, que era el regreso al trabajo en la mina, y que por cierto lo había dejado por irme a la mili. También vuelvo a repetirme,ese día fue uno de los mas amargos de mi existencia, y en particular, nunca hasta entonces me había sentido tan impotente, y porque no decirlo, tan inútil en mis decisiones.

Con lo conseguido en el tiempo de mi paso por la mili, que me fuí tras haber estado bastantes años trabajando en el campo y dos en la mina, y volví hecho un mecanógrafo mas que aceptable y una formación buena en el desempeño burocrático de la oficina, pensaba era mucho lo conseguido, pero en el momento que me encontraba, de nada me servía ni en mi pueblo existía nada en que pudiera hallar acomodo, salvo en la oficina del Ayuntamiento, y que por cierto algunos meses después y por tener que irse a la mili quien estaba en el mismo, llegué a desempeñarlo.

Ya cuando realizaba mi viaje de regreso en el tren, en el que como es natural volvían muchos componentes de mi reemplazo, y que no pocos de ellos incluso con mas alcohol en el cuerpo de lo preciso, entonando cantos de alegría por el regreso a sus pueblos, yo con una especie de escapulario colgado al cuello y que me había preparado un compañero que dejaba allí, en el que recuerdo figuraba escrito con unas preciosa letra lo siguiente: "Adios Serva la Bari, y las muchachas de la Ciudad Jardin". Lo primero, por como tambien suele llamarse a Sevilla y lo segundo pòr una novia que tuve residente en la citada barriada. Pero mi ánimo no estaba en aquellos instantes para acompañar en los cánticos a quienes como yo volvían, si no, mi preocupación por mi porvenir. Solo veía en el horizonte del tiempo futuro, espesos y negros nubarrones como prediciendo un amargo paso por la vida, y nada más esperanza que mi trabajo en el campo o en la mina.

Unos meses antes de aquel 17 de septiembre, también de 1948, estuve tratando de solicitar mi ingreso en la Guardia Civil, para lo cual se precisaba como mínimo dos años de servicio en el ejército, y por causas que sería largo de contar no pude hacerlo, cuestión que por aquel momento seguía siendo dificil de volverlo a intentar. Sin embargo un año después lo hice y su resultado fue exitoso.

Hoy, como cito 67 años pasados, y volviendo la vista atrás en el recuerdo, ni a soñar que me hubiera puesto y elegir cuanto quisiera para aquel futuro que esperándome estaba, seguro no hubiere sido capaz de hacerlo a lo que todo ello ha sido, ni pasando sin duda esa postrer etapa de la existencia con lo conseguido, especialmente en cuanto a lo familiar, lo profesional, y hasta incluso, conforme estoy, en lo económico.

Casi seguro esta entrada pasará inadvertida para aquellos pocos que solían leer las pasadas, pero constancia queda de ello y expreso mi agradecimiento a Dios y al Destino por cuanto me dieron, me dan y espero lo siga siendo mientras dure mi paso por esta vida.

Hasta la próxima, que no se si llegará, o ésta será la que de el cierre este a blog, que poco le queda para que se cumplan diez años del inicio.

jueves, 15 de junio de 2017

Quincuagésimo octavo aniversario



Hoy se cumplen cincuenta y ocho años de mi ascenso a Cabo de la Guardia Civil. Creo recordar haber verificado una entrada anterior, quizás  hace algunos años, sobre el mismo tema. Pero es que volviendo el recuerdo atrás, es que ha pasado, como suele decirse, toda una vida.

Tras más de cuatro meses de curso para dicho ascenso y haber aprobado la convocatoria en el mes de junio del año anterior, me era expedido y entregado el nombramiento del mencionado ascenso, del que espero sea unida la correspondiente foto-copia a este relato por mi eficiente Editor.

Cuando se proviene de trabajos como jornalero agrícola y un periodo de dos años como minero, con la  categoria de vagonero,  tan humilde ascenso como pueda parecer, suponía para mí en aquel tiempo alcanzar un hito del que sentía y hacía totalmente feliz. Pero como todas las dichas, aquella no podía serlo tampoco, si no se compartía con algún ser querido, cuestión que llegaba el siguiente día, donde podrían ser sobre las nueve o nueve y media de la mañana, cuando desembarcaba en esta bendita ciudad de Málaga del tren expreso que procedente de Madrid, donde estuve realizando el curso, salía la noche anterior. Creo haberlo hecho constar en la entrada que citaba haber realizado sobre este tema, y también con toda seguridad, en mis memorias, ha sido sin duda, si no el más, uno entre ellos, de los que he podido gozar en mi ya larga vida y que por ventura han sido muchos. En aquella vetusta estación que tenía Málaga, esperándome estaban, mi mujer con mis dos hijos, uno con dos años y cuatro meses, y el otro con uno y dos meses y medio más, y que precisamente el mismo día en que yo ascendía a Cabo, él, daba sus primeros pasos en este mundo, que como puede observarse no fue muy precoz en tal menester. Aquél instante en que los tres, madre y dos hijos, llegaban a mi altura, y los cuatro fundidos en un emocionado abrazo, cuando las lágrimas de ella y mías brotaban abundantes, como suele suceder también con los grandes y felices aconteceres, bajaban por nuestras mejillas, aquel instante digo, hoy transcurridos cincuenta y ocho años, y además por varias circunstancias añadidas, ahora, aunque a mi solo, vuelven a brotarme nuevamente, al traer al recuerdo esos momentos que alcanzarse con tal magnitud no suelen darse muchos a lo largo de una existencia.

Contaba yo entonces con treinta y cuatro años de edad, alcanzadas varias metas de las que nunca siquiera llegue a soñar, y hoy, solo lamentando el que aquella madre, que tan feliz sentíase con aquella circunstancia, y aunque después también lo fue con muchas mas que le siguieron, no pueda hacerlo en estos instantes, con las surgidas después de su ausencia.

Después de llevar creo casi un mes sin verificar entrada alguna en este blog, doila por conclusa, pero traerla hoy, creo era de cumplimiento obligatorio.

Hasta la próxima, que no se cuando, ni tema que la motive. 

sábado, 20 de mayo de 2017

Casi un mes de veraneo

Baños de la Hedionda

Una semana aproximada podía llevar en el Puesto, cuando con motivo del inicio de la temporada del personal que acudía a los denominados "Baños de la Hedionda", de aguas sulfurosas, según la historia adecentado para su uso por los romanos, en el término municipal de Casares, a una distancia de no más de tres o cuatro kilómetros de nuestro acuartelamiento de Torrelasal, y como quiera que por entonces aun quedaban algunas partidas en la provincia de Málaga de los llamados "bandoleros", llegó una orden de la Jefatura de la Comandancia en la que se ordenaba la creación de un Destacamento de fuerzas del Cuerpo para la protección del citado personal asistente a los mencionados baños. Estaría compuesto poun Cabo y tres Guardias. Para el mando de aquel destacamento se ordenaba lo fuera el Cabo que había en mi Puesto, y un Guardia del Puesto de Casares, otro del de Sabinillas, y otro del mio, y que habría de ser el último incorporado, que por cierto era yo. Por entonces, los Guardias que se destinaban a esos destacamentos, cobraban unos pluses de diez pesetas diarias, que suponían exactamente, la mitad de lo que  se cobraba entre sueldo y gratificaciones.

El Cabo y el Guardia de Casares estaban casados y se llevaron la familia y a los que les concedieron un apartamento para cada uno de los existentes en una pequeña urbanización existente próxima a los baños. El Guardia de Sabinillas aunque también estaba casado, tenía la familia en su pueblo, que por cierto ignoro los motivos, y yo era el único soltero, nos concedieron otro apartamento para residir ambos.

A partir de las diez o diez y media de la mañana, comenzaba la gente a acudir a los baños, y que por supuesto, y aunque no los separara pared o tapia alguna, había una parte  donde se bañaban las mujeres y en otra los hombres, y aunque no estuviera taxativamente prohibido, nunca nadie se pasaba a la parte donde lo hacía el sexo contrario.

Así a grandes rasgos, diré que mi compañero de apartamento y yo, acordamos hacernos nosotros la propia comida, alternándonos cada día en tal menester. Los artículos necesarios se podían adquirir en una tienda que existía en la urbanización. El día primero y por decisión propia preparé yo tanto el desayuno, como la comida y la cena, pero al siguiente, como quiera que mi compañero era el propio desastre en todo, al punto que hasta su aseo personal daba mucho que desear, yo tuve que realizar la comida en uno de los dos o tres bares que existían, cuestión que estuve haciendo hasta el final de la concentración, que invertía poco mas o menos los pluses que me pagaban.

Como citaba anteriormente, el único soltero de la fuerza era yo, y también mucho más joven que los demás, era el único que iba a los baños todos los días, y por las tardes noches se celebraba baile, circunstancia que nunca me lo perdía, salvo en los días en que el servicio de apostadero que realizábamos por los extraradios de la urbanización, ordenaba el Cabo que lo fuera en las primeras horas de la noche, misión que a diario se prestaba, pero en su mayoría era cuando el personal comenzaba a retirarse para ir a la cama, y no fueron pocas las noches que regresábamos a las cinco, seis o siete de la mañana, y que hasta la hora de ir al baño, era lo que descansaba y la correspondiente siestecita que nunca la perdía.

La mayoría del personal asistente eran "llanitos", como parece que es el gentilicio, por lo menos popularmente, de los gibraltareños, y de La Línea de la Concepción y algunos otros puntos, pero todos del denominado Campo de Gibraltar. Había gran cantidad de solteros de ambos sexos, mas mujeres que hombres, cuestión que el éxito de los bailes estaba asegurado.

En el plan relatado estuvimos hasta los últimos días de agosto que al trasladarse a sus residencias el personal asistente, hubo de darse también la disolución del destacamento, regresando a nuestros Puestos respectivos.

Como cito en el título dado a esta entrada, nunca hasta entonces disfruté de unas vacaciones, con la añadidura de que a su vez lo fueron pagadas, aunque no podía permitirme grandes dispendios.

Por cuanto a los mencionados baños, se daba la circunstancia de que cuando se llegaba a una distancia de poco más o menos de un kilómetro, se percibía el característico olor de las aguas sulfurosas, detalle que no se sucedía cuando se estaba en su proximidad, e incluso dentro de las mismas  bañándonos.

El mes aproximado que llevaba de Guardia Civil, no podían ser mejores los días pasados.   ¿Seguirían siendo tales, los más de treinta años que me quedaban por cumplir en activo? A medida que vaya dando noticias de ello se irá viendo.

Hasta la próxima entrada, y que a medida que se sucedan trataré de que no lo sean tan detalladas y con ello hacerme menos pesado.

martes, 9 de mayo de 2017

Mi comienzo como Guardia Civil.


Como hacía constar en mi ante-penúltima entrada, mi primer destino en la Comandancia de Málaga, lo fue al Puesto de Torrelasal. Mi incorporación al Puesto lo fue sobre las doce horas del 27 de julio de aquel 1950. El mismo estaba compuesto por el Brigada Comandante de Puesto, un Cabo, un Guardia Primero y 6 Guardias Segundos, todos los cuales recuerdo sus nombres y apellidos, siendo yo como natural es, el último incorporado.

No mas de una hora después de mi llegada y verificada mi presentación al Comandante de Puesto, lo primero que hice, acompañado por los otros dos Guardias solteros que había, fue bajar a la playa, cuya lengua del agua distaba unos veinte metros del acuartelamiento. Por primera vez en mi vida, mi cuerpo se zambullía en el mar. Como creo citaba en la entrada que comenzaba a relatar mi paso por la Guardia Civil, el cuartel estaba sin ninguna otra edificación en sus inmediaciones, y lo mas próximo era un cortijo que se hallaba en la orilla de la carretera y a uno trescientos metros de distancia, conocido por María Burgos, como era el nombre de su propietaria.

Pido perdón por ser demasiado prolijo en la enumeración de lo anterior,y aun redundando en lo dicho, voy a señalar tal fue mi primer servicio en el Cuerpo.

Aquella misma noche del 27 de julio de 1950, y previo el sorteo celebrado, por supuesto antes del anochecido en que había que montar el servicio, que según constaba en la papeleta, lo era hasta después del amanecido, saqué el número 6, que me correspondía la tercera posta. Dado a que el que sacó el número 5, pese haberse incorporado unos días antes que yo, como quiera que era colegial y salido del Valdemoro días antes, se consideraba de menor antigüedad,  y por tanto me correspondía ser jefe de pareja.

Aunque estaba prohibido, y siguiendo la costumbre de los carabineros que realizaban estos cometidos, cuyo Cuerpo había sido disuelto unos años antes y encomendadas todas sus misiones a la Guardia Civil, poco después, un miembro de la pareja se echaba a dormir por espacio de dos horas, mientras el otro vigilaba la misión del servicio, así como la llegada de cualquier superior que fuese a vigilar el mismo, cosa que todas las noches hacía el Comandante de Puesto, y cuando lo consideraban oportuno, el Teniente Jefe de Línea, Capitán de la Compañía y otros superiores de la Comandancia e incluso el Coronel Jefe del Tercio, que por cierto el que lo mandaba cuando yo ingresé, gozaba de una merecida,  no muy buena fama, por la cantidad de correctivos que solía imponer al personal en sus vigilancias de los servicios.

Tras un rato de charla con el compañero, le solicité, previo haberme informado de tal costumbre, fuera él quien lo hiciera primero, y una vez lo realizó, lo confieso, pasé mas de las dos horas seguidas, con el embeleso y el goce como nunca lo había disfrutado aquel mi primer servicio y contemplando aquella inmensidad de la mar con una total serenidad y con la añadidura de estar siendo iluminada por los reflejos de una luna que, había de estar, poco mas o menos, en su plenilunio. En tales goces me hallaba, cuando por la dirección del acuartelamiento observe como próximo a la lengua del agua se acercaba una figura humana, por lo que suponiendo, como así era, el Brigada Comandante de Puesto, llamé a mi compañero, que con la celeridad que en tales casos se hacía, tomando su arma reglamentaria, nos dirigimos al encuentro de nuestro superior, a quien dí el correspondiente, "sin novedad en el servicio".

El referido Suboficial, que era cordobés de nacimiento, con la añadidura de una bellísima persona, no menos de dos horas permaneció charlando con nosotros y eran  las tres de la madrugada, me estampó en la papeleta, la siguiente nota: "Vigilado el servicio a las tres de la madrugada, en el Arroyo de Camarate, sin novedad".

Tan pronto se marchó, a mi me correspondió tumbarme sobre la capa reglamentaria que todas las noches llevábamos al servicio, y tendida sobre la arena, pero tal era mi estado de satisfacción que pasada seguro mas de una hora y no conseguir conciliar el sueño, me incorporé y pasamos el resto de la noche, charlando cuestiones propias de dos jóvenes solteros y siendo el primer servicio que prestábamos juntos.

De regreso al cuartel una vez relevados por el vigilante de día, estampaba en el dorso de la papeleta del servicio, cuanto estaba ordenado sobre el particular y era del tenor siguiente:

"Cumplimentado el servicio a que se refiere la presente papeleta, sin novedad.- El Guardia 2º Jefe de pareja,Rafael Galán Rodríguez.- Rubricado".

En aquellos tiempos todos los documentos oficiales, los Guardias, habían de firmarlos con el nombre y los dos apellidos, bien legibles. Dentro de unos meses, harán SESENTA Y SIETE AÑOS, de todo cuanto queda relatado en la presente entrada.

A partir de la siguiente, iré mas al grano, como suele decirse, y pido perdón si en ésta, tal vez me haya excedido en sus detalles.

lunes, 1 de mayo de 2017

Mi primera peseta


Tras muchos días pasados desde mi última entrada, y contrariando lo que tenía prometido, de que ya todas las entradas lo serían relatando las vicisitudes de mi paso por la Guardia Civil, y a la vista de que hoy se cumple un aniversario en que daba comienzo una de las principales etapas de mi vida, la voy a dedicar a ello, por lo que pido perdón de no dar cumplimiento a la palabra dada. Vamos a ello.

Día Primero de Mayo de 1935. Sí, hoy se cumplen OCHENTA Y DOS AÑOS, en que a la edad de 10, yo ganaba mi primera peseta en la vida.

Como todos cuantos hayáis leído mis memorias estáis al tanto de ello, mi padre en aquellos momentos llevaba más de cuatro meses encamado con motivo de un accidente laboral en el que había sufrido fractura de tibia y peroné de la pierna izquierda. Por esta causa, en casa de mis padres hacía todo ese tiempo en que no entraba dinero alguno, dado a que por no tener seguro de accidente en el trabajo, de lo que sería largo de explicar, un hogar compuesto por el matrimonio y cinco hijos, yo el mayor de ellos, la situación creo podía suponerse la que era.

Las muchas lágrimas que a diario vertían furtivamente los ojos de mi madre, sin duda para que sus hijos no se percataran de ello, aunque en muchas ocasiones eran percibidas por mí, y aunque hoy pueda parecer casi imposible, yo con solo diez años, hacían mella en mis sentimientos.

En base a todo ello, como citaba al principio, aquel 1 de mayo de 1935, se producía mi bautizo laboral, como zagal en la guarda de cerdos, o sea como porquero, en la que mi sueldo diario era el de una peseta.

Podría jurar, que aquel inicio en mi trabajo, quedó grabado tal mente en mi memoria, que pasados esos ochenta y dos años, puedo narrar, especialmente las dos primeras horas de aquella jornada, comenzando que lo primero que hice, fue, según me ordenó José María, como se llamaba el mayoral, contar los cerdos cuando salían del establo o zahúrda, y hasta el número de animales que componían la piara que era el de 86. La comida que mi madre me había preparado para aquella primera jornada, era una tortilla de patatas y dos torreznos, que llevaba en una pequeña fiambrera,y un trozo de pan, una naranja y una pequeña navaja y todo ello metido en una bolsa o "talega" de tela que por una cordón que la cerraba, llevaba colgada del cinturón que sostenían mis pantalones cortos, como entonces todos los niños los usábamos así hasta los, 14, 15, o 16 años que nos ponían los largos.

Otra de las circunstancias que hoy podrán ser difíciles de comprender, que aquella misión que comenzaba a ejercer, no es que la aceptara de buen grado, si no que hasta me sentía orgulloso y contento de ello y hasta podrá parecer ridículo, que me sentía así por aportar el ingreso de una peseta diaria, a una casa donde hacía meses no había llegado ni una sola.

En muchas ocasiones a lo largo de mi ya larga vida, he pensado que aquel primero de mayo de hace ochenta y dos años, dejé de ser niño y creo que hasta de ser adolescente. Las situaciones muchas veces, hacen tales efectos.

Vaya la entrada de hoy, como homenaje a mis padres y a las lágrimas, que aparte de las derramadas por la situación que atravesaban, también, como muchas veces me dijeron a lo largo de su vida, no fueron pocas las que vertieron por haber tenido que dejar la escuela y ponerme de porquero.

Aquel, fue otro de esos días que dejan huella indeleble en el devenir de la vida, en este caso de la mía.

Hasta la próxima entrada, que trataré de continuar lo prometido en la anterior a ésta. 

miércoles, 12 de abril de 2017

Al fin en la Academia


El día 12 de abril, pero de 1,950, por tanto hoy se han cumplido sesenta y siete años, realizaba  mi ingreso en  la Academia de Úbeda,  una de las varias que entonces había de la Guardia Civil, de España.

Como había prometido en una de mis anteriores entradas de contar mi paso por dicha Institución, una de las grandes ilusiones cumplidas de mi vida, nada mejor que comenzar haciéndolo por su inicio como es el ingreso en la Academia.

En aquellas fechas, como todo, los transportes eran un verdadero desastre y así diré que tomamos el tren expreso que salía uno de Málaga y otro de Sevilla, sobre las diez de la noche, y en Córdoba se unían y formaban un solo convoy, y por tanto bien pasadas estaban las doce embarcamos en el mismo, y allá sobre las tres y media de la madrugada llegamos a la estación de Baeza-Linares y donde permanecimos por espacio de unas cinco horas en que tomamos un renqueante tranvía que nos llevó hasta la citada localidad de Úbeda.

El edificio donde estaba ubicada dicha Academia, era un antiguo cuartel de caballería y tal como lo fue para su primer cometido, lo era para el segundo, pero sin que para ello fuere sometido a reforma alguna. En esta pequeña postal que conservo, aparecía fotografía de la fachada principal de la misma.


Excepto los hijos del Cuerpo a los cuales se les eximia del cumplimiento del servicio militar para el ingreso, los demás, entre ellos, yo llevaba ya dos años y medio de mili a mis espaldas, por tanto hechos  a la vida de cuartel, con la añadidura de ser al propio tiempo Academia Militar.

Sin que pueda faltar rigurosamente a la verdad, ninguno de los aproximadamente trescientos que supuso aquella promoción y en dicha academia, llevó con mayor ilusión que yo lo hice, los tres meses y algunos días que duró el curso, de donde salimos precisamente el 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen. Unos veinte aproximadamente, vinimos destinados a Málaga, Comandancia que en aquellos tiempos, era una de las de peor fama de toda España, por la extensión de su costa con numerosos cuarteles a lo largo de la misma, la inmensa mayoría carentes de agua corriente, de luz eléctrica,de toda clase de servicios e incluso hasta sin teléfono, como lo era al que yo fui destinado, denominado Torrelasal, nombre que se debía a un torreón junto al edificio del acuartelamiento, que parece ser en sus tiempos había servido para el almacenamiento de la sal que se utilizaba para el pescado que se realizaba por parte de aquel litoral, y la cantidad de horas que se hacían de servicio, que en las noches de invierno llegaban hasta las quince horas diarias y sin que se tuviera día alguno libre, si no lo era cuando se disfrutaba permiso, que se tardaba algo mas de un año, en poder disfrutar quince o veinte días.

Dado a las vicisitudes acaecidas durante el tiempo que pase en el mismo y que se haría demasiado largo de contar, el estar en el día de Miércoles Santo, fecha en que las procesiones de esta bendita ciudad de Málaga, sale el Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores, de la que la Guardia Civil es Hermano Mayor Honorario, doy finalizada esta entrada y en la próxima continuaré el relato de cuanto en Torrelasal me sucedió.

El edificio de aquel acuartelamiento desapareció hace ya algunos años, debido a la construcción en casi todo el litoral malagueño de viviendas, apartamento e incluso chalet.

jueves, 6 de abril de 2017

La primera evadida.


Al fin llegaba una de las fechas que desde hacía bastantes años estaba deseando que llegara, aunque ello pueda parecerle inédito a cualquier persona, que no sea yo, claro.

Día 6 de abril de 1946. Sí, hoy se cumplen SETENTA Y UN AÑOS, que en compañía de una quincena de compañeros aproximadamente, salíamos de Villaharta hacía la estación de El Vacar-Villaharta, distante a unos diez kilómetros del pueblo, portando nuestras maletas a lomos de algunas caballerías, y donde tomaríamos un tren especial, que solía llamársele el "tren de los quintos"  y que nos trasladaba hasta la capital cordobesa donde habíamos de realizar nuestra presentación en la Caja de Recluta de la misma.

Aquello, era el inicio de lo que el pueblo solía llamarlo irse a la mili. Por primera vez en mi vida, aquello me separaba de mi familia, y que por tanto suponía lo que he dado en titular como la PRIMERA EVADIDA. Diré que en mi mente había un revoltijo de sentimientos, esperanzas y deseos, los que imposible me era poderlos ordenar,ya que lo por venir me era totalmente desconocido.

Como he citado al principio de esta entrada, esperaba con deseo ese momento, dado a que aquello, para mí, podría ser el trampolín que me llevara hasta el ingreso en la Guardia Civil, que era la meta que en mis ensoñaciones se había fraguado a lo largo de años, incluso podríamos decir, que desde mi adolescencia por lo menos.

Podrían ser sobre las diez de la mañana de aquel día, cuando llegaba el esperado tren abarrotado de "quintos" que a lo largo de varios pueblos de la provincia de Córdoba, por donde fue pasando, había recogido. Yo iba como delegado de los quintos de mi pueblo y sobre las doce horas, realizaba mi presentación ante un militar de una graduación que no recuerdo, a quien entregué la lista en la que figurábamos inscritos. La única indicación que me fue dada, era de que estuviésemos esperando en las proximidades de aquel edificio, y desde uno de los balcones del mismo, de vez en cuando se irían leyendo, a través de altavoces las decisiones tomadas a lo largo de algunos días. Así era, con espacios de algunas horas, como se me había indicado se leían los nombres de los que iban destinados a tal o cual Regimiento o Cuerpo, el día y hora que en aquel lugar serían recogidos por una representación de la Unidad donde eran destinados y trasladados hasta la estación donde serian embarcados y llevados hasta su destino.

Con las dos horas que daban para la comida, de 14 a 16, mis colegas del pueblo, y yo mismo, nos buscamos o fuimos donde alojarnos los días que precisos fueran y hasta donde depositamos las maletas de las que éramos portadores.

Hasta la mañana del día 11, seáse cinco días llevábamos allí, cuando por la mañana, por lo que a mi respecta y otro de mi pueblo que se llamaba José Carrillo Gómez, fuimos nombrados por los altavoces, ordenándonos estuviéramos allí a las cuatro de la tarde, provistos de nuestras respectivas maletas y que seríamos recogidos por una representación del Regimiento de Artillería 14. de guarnición en Sevilla  donde habíamos sido destinados.

Pasadas estaban las cinco y media de la tarde de aquel once de abril de 1946, éramos embarcados en un tren especial, y como diría Cervantes de las cárceles, toda incomodidad tenía su asiento, y aunque parezca imposible, desembarcábamos en la estación denominada de Plaza de Armas de la capital sevillana, cuando ya habían dado las doce de la noche, Desde allí, a pie y portando cada uno su maleta, hasta el acuartelamiento de Artillería sito en el punto conocido por Pineda, no menos distante de seis o siete kilómetros, donde llegamos cerca de las tres de la madrugada, tardando no menos de dos horas en entregarnos las camas,  y a las siete de la mañana escuchábamos el toque de la banda de cornetas y tambores, una llamada "diana floreada" que solía hacerse en ocasiones muy señaladas, y sobre todo, en el recibimiento de los reclutas llegados, y en la despedida de los soldados que se licenciaban.

Así sucedió todo desde que salía de mi pueblo en la mañana de la que hoy se cumplen 71 años, hasta la llegada al Regimiento donde fui destinado.

Todos los que me conocéis y tanto por mis memorias, como por las entradas realizadas en este blog, tenéis conocimieno de que los dos años y medio de mili, lo fueron hasta entonces el mejor tiempo pasado en mi vida, y que llegué al ejército habiendo dejado de ser minero días antes, y regresaba como mecanógrafo, de  manera que también conocéis el modo y la forma en que lo había conseguido, lo que luego ya en la Guardia Civil, me fue del máximo provecho.

Para no hacerme pesado, doy por conclusa esta entrada, y a partir de la próxima, y, como tengo prometido en anteriores, iniciaré los relatos del cómo, el cuándo y por qué, fue mi paso por esa Guardia Civil, a la que llevaré en lo más profundo de mis sentimientos, mientras Dios me mantenga el necesario aliento para ello.

Hasta la próxima.

martes, 28 de marzo de 2017

¡Adiós escardillo!


Hoy se cumplen SESENTA Y SIETE años, que daba fin a una etapa importante en mi vida, cuando me faltaba un mes para cumplir los 25 años de edad. Comenzaré por el inicio que lo era el día anterior veintisiete de marzo de mil novecientos cincuenta.

Estaba por entonces escardando trigo en una finca a unos cuatro kilómetros del pueblo denominada "Peñas Blancas", en unión de seis o siete compañeros más. Cuando regresé del trabajo aquella tarde, mi madre me daba la noticia de que el Cabo Comandante de Puesto de la Guardia Civil, por medio de un Guardia, dejaba el recado de que me presentara en el Cuartel.

Como quiera que yo había aprobado el examen para ingreso en el Cuerpo, el 14 de noviembre del año anterior, y suponiendo debía de tratarse de algo relacionado con lo mismo, con la premura que me era posible, me cambié de ropa, me aseé como siempre, y me iba a cumplir el requerimiento del que había sido objeto. Cuando llegué al acuartelamiento me recibió el Guardia de Puertas y le comuniqué que había sido citado por el Comandante de Puesto, al que pasó aviso seguidamente de que yo estaba esperando en la  Sala de Armas.

Instantes después llegaba el mismo y tras saludarme dándome la mano, me dice: "Pasado mañana tienes que presentarte en el Juzgado de Instrucción de Fuente Obejuna, para asistir a un juicio en calidad de testigo". Diré que dicha localidad era el Partido Judicial al que pertenecía mi pueblo.

A cuanto me decía, le comuniqué extrañado, que yo no tenía conocimiento de hecho alguno del que hubiere sido testigo, y ante mi respuesta, echándose a reír, me dio un abrazo, y me dijo: " A partir del día uno de Abril perteneces a la Guardia Civil, y creo que es el día 14 del mismo tiénes que estar en la Academia de Úbeda para realizar el curso correspondiente". Era hasta entonces, la noticia que con mayor alegría había recibido en la vida,  y ya  considerándome un subordinado suyo, le dí las gracias, me despedí diciéndole a sus órdenes, y corriendo llegué a mi casa dándole la noticia a mis padres, que echándose a llorar de alegría, nos abrazamos los tres permaneciendo así unos instantes.

Después, yéndome al casino del pueblo donde solíamos reunirnos los amigos, a los que con la alegría que tan dentro de mi llevaba, se lo comunicaba a todos ellos.

Aquella noche, no pude conciliar el sueño ni un instante siquiera, y a la hora de costumbre salía para el trabajo con el fin de despedirme, y sobre todo, de cobrar los jornales que llevaba echados.

Todos mis compañeros en posesión de la noticia que les daba, durante todo el día estuvieron gastándome bromas, las que como siempre las recibía con agrado.

Cuántos pensamientos pasaban por mi cabeza aquel día, dado a que como pensaba, a partir de entonces mi caminar por la vida, sería tan diferente a cuanto hasta entonces lo había sido que así a grandes rasgos, desde que tenía diez años que comencé como porquero, luego como pastor durante la guerra,terminada la misma como jornalero en el campo, dos años como minero, dos y medio de mili, después otra vez de minero, de auxiliar administrativo en el Ayuntamiento de mi pueblo, y otra vez vuelta al campo, hasta aquella faena escardando trigo como citaba antes, fue todo el devenir de mi existencia.

Cuando el sol por el occidente de donde nos hallábamos, y precisamente por el punto que se conocía como el puerto de las tres encinas comenzaba a ocultarse, el manijero de la cuadrilla daba la voz de terminar la jornada, sucedía lo que escuétamente he puesto como título a esta entrada.

Tomando el escardillo que había utilizado en las faenas, y que por cierto era de mi propiedad, digo tomándolo por el mango y con toda la fuerza de que fui capaz, lo lancé al aire acompañándolo con la siguiente frase: "el que lo coja pá él". Se que fueron bastantes metros los que conseguí subiera en el lanzamiento, y lo que ya ni me preocupé siquiera, de quien fue el que lo cogió, ni nunca lo supe, pero aquel humilde escardillo que había estado en casa de mis padres bastantes años, quedaba en poder de no se quien, en el último día que como jornalero agrícola daba en mi vida.

Ni a soñar que me hubiere echado entonces, podía predecir lo que SESENTA Y SIETE AÑOS que han pasado, sería lo gratificante y feliz que tanto en el orden profesional, personal y familiar como lo han sido hasta este preciso instante en que doy por finalizada esta entrada.

Como había prometido en mi anterior entrada, a partir de ahora contaré tan preciso y verdadero como pueda, como era y ha sido la Guardia Civil, durante mi paso por la misma.

El relato anterior cuenta con la anécdota, de que el Cabo que estaba de Comandante de Puesto en mi pueblo y me dio la noticia de mi ingreso, unos años después vino destinado a Málaga y yo le busque el piso donde se alojó. Estaba casado con una mujer de Casarabonela y una vez licenciado fue Alcalde durante unos años de dicha localidad malagueña. Se llamaba Eleuterio Gutiérrez Gutiérrez. A él le debo en gran parte el haber ingresado en la Guardia Civil y fue quien me tramitó todo lo necesario para el ingreso. Falleció hace ya bastantes años.

Hasta la próxima.