martes, 5 de julio de 2011

Lo más importante de la vida: la familia


Con toda seguridad hace mas de treinta años, en que no me encontraba tan alejado de todos mis seres mas allegados y queridos.

A estas horas, mi hijo mayor, su mujer y sus hijos, mis nietos, mas el hijo mayor de mi otro hijo, también mi nieto, que están en Madrid, se encuentran aproximadamente a quinientos kilómetros de distancia de mí.

Mi otro hijo, su mujer y su otro hijo, como no, también mi nieto, residen en Zaragoza y por tanto no menos de ochocientos kilómetros de aquí.

Y mi hija, mi yerno y también sus dos hijos, mis nietos, en estos instantes se encuentran volando rumbo a los Estados Unidos de América, y a esta hora no se hallarán a menos de cinco mil kilómetros de distancia y además sobre volando el Atlántico.

Esa distancia que ahora mismo me separa de ellos, es la multiplicación de lo que mi sentimiento está haciendo de lo que supone el tener una familia como la que Dios desde hace muchísimos años me fue aportando poco a poco. Cada uno de ellos, incluso desde hace algunos días, y especialmente ahora mismo, sé que estará pasando por sus mentes, lo lejos que se encuentra su padre, y su abuelo. Por una parte, siento cierto gusanillo recorriendo todos los rincones de mis sentimientos, y que serán menguados a partir incluso de mañana mismo, ya que el primero de los mencionados y su esposa, estarán aquí en Málaga y por consiguiente cerca de mí.

Ahora mismo y momentos antes de irme a la cama para echar un par de horas de lectura como cotidianamente suelo hacer, la única preocupación que tengo, es, la que sé que tienen ellos por pensar lo alejados que están de mí y la dificultad que eso entrañaría, ante cualquier circunstancia adversa que pudiera sucederme. Aunque esta declaración que aquí hago nos les llegue automaticamente a su conocimiento, les agrego, "estad tranquilos, que vuestro padre y abuelo, sólo pensando en vosotros, tranquilo está".

Quizá en esta ocasión lo que verdaderamente me encoge el alma, es solo el pensar de aquellas personas que carecen de todo ser, que pueda sentir siquiera una mera preocupación por su situación y no dediquen un minuto siquiera pensando en ellos.

Por mi parte, a este respecto también, es la ausencia definitiva de aquella que hace más de catorce años se fué, y sólo hasta que Dios me mande en su busca no estaremos juntos, es lo que no abandona mis sentimientos. A vosotros, pocas horas a unos y pocos días a los demás, serán las que faltan para estar todos juntos.

Hasta la próxima.

P.D.: A Carmen. No tiene que pedir perdón por nada de cuanto opina, escribe y dice en cuántas conclusiones saca de estas mis entradas, no sólo lo considero como dicho por cualquiera de los míos, sino que además, me place y como no hace días dijo uno de mis hijos, me enorgullezco de ello. Saludos.

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