viernes, 30 de septiembre de 2011

Tirando "palante"

El pasado día 25 hice mi última entrada en este Blog y que pensaba haberla hecho el día anterior, por la circunstancia que en el mismo señalaba.


Hoy, sin ninguna efemérides que traer a este blog me pongo a escribir sin que al principio tenga tema previsto que desarrollar. Puedo decir, que aquí en casa de mi hija me hallo convaleciente y sujeto a recomendaciones de no excederme en actividades físicas que puedan conducirme a la pequeña recaída de días pasados.

Antes de proceder a esta nueva entrada, he pasado la vista por la anterior, donde por mi eficiente editor ha colocado las dos fotografías que previamente le había remitido. Y que le vamos a hacer, en la primera de ellas me he pasado un rato contemplándola, y se me ha venido al pensamiento que en mi infancia, en casa de mis padres solamente había tres fotografías; una de mi madre, que se la hizo cuando tenía 17 años...

 

Otra de mi padre de cuando se encontraba prestando el servicio militar en Melilla, en la que sobre una repisa que está a su derecha, tiene colocada la foto de la entonces su novia, de la que yo hago referencia anteriormente...

De esa observación, como no, mis recuerdos han pasado sobre lo que fue la vida de mis padres, que solamente el traerlas a la memoria destrozan el alma, de las adversidades que les tocó vivir, y el sufrimiento que debió causarles, no solo los padecimientos de ellos, sino los que hubieron de padecer con los que también les alcanzó a sus hijos. Me miro a mí mismo, y que afortunadísimo he sido una vez pasados algunos años de mi adolescencia y primeros de mi juventud, donde todo ha sido felicidad, no solo para mí, sino por lo que fue todo mi matrimonio, y lo mas IMPORTANTE, como lo ha sido, y es, para mis hijos, y como igualmente lo está siendo para mis nietos. Y de toda esta consecuencia que acabo de señalar, yo ahora me veo atendido como suele decirse "entre algodones", única circunstancia que alcanzó, no tanto a mi padre que falleció cuando la situación, principalmente la económica, todavía en España atravesaba con los flecos que quedaban de los llamados "años del hambre", pero sí a mi madre que su óbito lo fue 35 años después que su marido.

Que más puedo pedir a estas alturas de la vida, y que iba a colocar una palabra, que la asidua lectora de este blog y por añadidura amiga, parece ser que dice tengo la obsesión de colocar a troche y moche, y que cuando menos eso daba a entender en el comentario que hizo a mi anterior entrada, y voy a darle satisfacción no poniéndola, aunque creo no tardaré mucho en hacerlo.

Bueno, con cuanto queda dicho, por lo menos he salido del trance y otra entrada más que llega a engrosar este humilde blog.

Hasta la próxima y que a ver si me encuentro ya totalmente fuera de esta convalecencia.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Los destrozos de 86 años

La entrada de hoy tenía pensado haberla efectuado ayer, pero los médicos que son como son, se empeñaron anteayer meterme en el quirófano, hurgarme en el depósito de la orina y hasta hoy cerca de medio día no me han soltado.

Decía que tenía pensado haber entrado ayer, porque precisamente ayer, se cumplían OCHENTA Y SEIS AÑOS, que me hicieron la primera fotografía de mi vida, precisamente en Pozoblanco, en el primer día de sus fiestas que se celebraban y aún se siguen celebrando a partir, el 24 de septiembre, denominándolas por tanto las fiestas de la Merced. Dicha fotografía me fue hecha cuando me faltaban solo tres días para cumplir los cinco meses.


Quienes paseis vuestra vista por esta entrada, no direis que el niño de la foto no estaba rollizo y hermoso, cuya foto para que podais juzgarlo, espero que mi diligente Editor la coloque con la diligencia de la que siempre ha dado muestra a fin de que pueda ser observada por todos mis lectores.

Anteayer, y por mi Webcam, que colocada la tengo en mi ordenador y con la cual celebro diariamente las videollamadas con mis hijos que estan fuera de Málaga, me hice la segunda foto, que por mi indicado Editor será expuesta en su lugar correspondiente, y a ser posible donde menos pueda verse, a fin de que quienes pudieran entusiasmarse con la visión de de un niño de cinco meses, no les decaiga el ánimo al contemplar la de un anciano, que le sobran de 86 años, los meses que aquel niño tenía cuando que le hicieron la primera fotografía en la feria de Pozoblanco.


Pero de todo lo que digo anteriormente, les prevengo a los jóvenes y no tan jóvenes que se asusten al hacer la comparación entre las dos fotografias, que citando un epitafio que figuraba en el antiguo Cementerio de San Miguel de Málaga, podrán aplicarse el parche con el paso de los años. El mencionado epitafio rezaba así:

Como me ves, te verás
haz cuanto puedas por tí,
que tú también te verás
como me estas viendo a mí.

Ah, y desgraciado de aquél que no pueda contemplar unas fotografías suyas, en que esten separadas por ochenta y seis años de diferencia.

Aparte de todo ello, y tomando en serio la cuestión, es cierto que resulta un tanto deprimente contemplar el deterioro que en el devenir de las personas hacen el paso de los años. A los ancianos nos queda el consuelo del tiempo vivido, que en cuanto a mí particularmente, núnca podré agradecer a Dios cuanto me ha sido concedido a través de los años vividos, aunque algunos, no pocos de los acontecimientos, no lo hubieron sido lo felices que en su momento yo hubiera deseado, pero en esto como en todo, saquemos la media, y como digo, a mí me sale mayoritariamente favorable.

Creo que hallándome convaleciente de tan reciente operación quirúrgica, no debe exigírseme mucho más de lo que ha supuesto esta entrada.

Hasta la próxima.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Cosas del azar

Esta mañana huroneando en Internet con el nombre de mi pueblo, no se a causa de qué, ni porque no, de momento aparece en la pantalla entre otros, el siguiente titular:



Por curiosidad pincho en el titular, aparece una relación de nombres de varias páginas, dirijo la mirada casualmente sobre la primera página, y sin otra intención que la de ojear sobre la misma, sufriendo en ese instante una descarga emocional como yo nunca hubiera llegado a imaginar. Y el mismo efecto que a mi me produjo, creo puede producir en quien pase la vista por esta entrada. Resulta ni más ni menos que mis ojos fueron a posarse sobre el nombre de un primo hermano mío, que yo solamente sabía que había muerto durante la Segunda Guerra Mundial; pero no queda ahí la casualidad, sino que en el mismo golpe de vista capte el nombre de otro primo hermano mío, que se da la circunstancia que figuran uno a continuación del otro, uno era primo por parte de madre, el que está primero y el otro por parte de padre que figura a continuación. Se da el caso, de que sus padres fallecieron sin conocer cuál fue la suerte que pudieron correr sus hijos, solo que dejaron de tener noticias suyas, cuando se encontraban en Francia donde huyeron a finales de la Guerra Civil Española.

Puesto al habla con el hijo de un primo mío, sobrino del asesinado que figura en primer lugar, y me comunicó que hace solo unos cinco o seis años, cuando les comunicaron el hecho de que fueron asesinados en el mencionado Campo de Concentración. Mi primo Antonio que figura relacionado en primer lugar, consta fue asesinado el 14 de octubre de 1942 y, Leopoldo, el segundo, lo fue en 10 de diciembre de 1941. Ambos cuando fueron asesinados debían contar entre 23 y 24 años de edad.

Pese a los muchísimos años transcurridos en que se dejó de tener noticias suyas. yo precisamente no tenía idea del cual hubiere sido su final, aunque con toda seguridad se tenía de que habían fallecido, el ver sus nombres, apellidos y Villaharta, el pueblo de su naturaleza, produjo tal impacto en mi estado de ánimo, que pasadas unas ocho horas en que leí la noticia, aun no me he restablecido totalmente de sus efectos. En el instante en que mi vista se posó sobre sus nombres y leí su fecha de ejecución, algunas lágrimas afloraron a mis ojos, pensando que entonces mis primos tenían la edad que hoy tienen algunos de mis nietos, y cuando comenzaba su juventud, dejaron su existencia tan cruel y trágica, en un país tan alejado del suyo y el inmenso dolor de sus familia, principalmente de sus padres, que abandonaron esta vida sin que siquiera hubieren conocido que fue de sus hijos.

A tan temprana edad, fueron emparedados entre dos guerras, a cual mas cruel.

Pese a los años transcurridos y la diferencia de edad conmigo, que podría estar en los siete u ocho años, aún conservo en el recuerdo de como eran ellos, tanto en cara como en el cuerpo, asegurando que si me pusieran delante una fotografía suya de aquellas fechas, los reconocería sin el menor titubeo.

Vaya con estas letras, el sentido dolor a su recuerdo.

Hasta la próxima que espero no sea tan triste y trágica como esta.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Las circunstancias y el estado de ánimo

Esta entrada la estoy haciendo desde la casa de mi hija, donde como todos sabéis suelo acudir todos los días de lunes a viernes, inclusive, salvo excepciones.


Esta mañana cuando he llegado, en la casa no había completamente nadie, circunstancia que no me ocurría desde hacía ya varios meses. Un hecho que no suele sucederme, se ha apoderado de mí tan pronto recorría las estancias del piso para dejar mis pertenencias y cambiarme de ropa como de ordinario suelo hacer, y es que una sensación de SOLEDAD EXTREMA me ha hecho cambiar seguidamente mi estado de ánimo. Con el sosiego que yo suelo recibir estos cambios, me he sentado tranquilamente en el sofá, y mis pensamientos comenzaron a traerme a la memoria una inmensidad de recuerdos que comprendían desde allá mi lejana infancia en que comencé a tener noción de la existencia, hasta ese momento en que el vacío absoluto de la vivienda parecía como si estuviera finalizando la última de todas las etapas en la vida de una persona.


Resulta un tanto gracioso y a su vez cómico, el que en los recuerdos donde más se ha recreado mi pensamiento han sido en unas simples cuestiones y que sin duda ha debido ser a que esta mañana he estado en un estanco cargando unos viajes en mi tarjeta-bus. Me han venido a la memoria, e incluso casi recreándome en ello, las diversas clases de tabaco que en aquellos tiempos solía consumirse, cuando menos en mi pueblo y a su vez también, y como parece ser debía hacerlo, las diferentes marcas de papel de fumar que a la sazón existían.


Y ya que me han venido al pensamiento tan" importantísimos recuerdos", los hago constar a continuación para que ninguno de vosotros, ni nadie que tenga la amabilidad de entrar en este blog, quede privado de recibir tan interesante conocimiento. Vamos a ello.

En cuanto al tabaco, existían unos pequeños envoltorios que contenían 14 cigarrillos, que se los denominaba "mataquintos", por lo fuerte que era su tabaco, valían diez céntimos el paquete, y era lo que en muy contadas ocasiones solíamos comprar los niños, nos salíamos a las afueras del pueblo y el que osaba fumarse un cigarrillo completo , terminaba mareado e incluso muchas veces hasta vomitando. En una de las dos o tres veces en que yo tomé parte en semejante hecho, fuimos sorprendidos fumando por un hombre, para nosotros, un viejo, y al decirnos que se lo iba a decir a nuestros padres, todos tiramos el tabaco y salimos corriendo y en cuanto a mi, recuerdo que hasta me temblaban las piernas.

La clase de tabaco y casi sin lugar a dudas, la del 95% del consumo en el pueblo, eran unas cajetillas de veinticinco gramos de peso, con un envoltorio de papel de color blanco y verde, y recuerdo que al principio su precio era el de veinte céntimos y luego lo subieron a veinticinco. Con ocasión de esta subida, mi padre que era un fumador empedernido, se ponía de un humor insoportable cuando le faltaba el tabaco, y fumaba la clase mencionada, recuerdo que con bastante "cabreo" comentaba que les iban a obligar a quitarse del tabaco.


Luego había otra clase que eran unos paquetes que tenían 20 cigarrillos, envueltos en un fino papel, pero que para fumárselos habían de cambiárselo, y que eran conocidos por los cero sesenta, y era sin duda porque costaban 0'60 céntimos. No se si cuando subieron continuaban llamándoles lo mismo.


Posteriormente y ya finalizada la guerra civil, debido a su racionamiento, se establecieron unos cartones que eran utilizados para comprar el tabaco cuando llegaba a los estancos, que solía ser de muy tarde en tarde y al que solo tenían acceso los varones mayores de 18 años. Yo en los últimos tiempos de estar en vigor, tuve la fortuna de estar en posesión de tan valioso documento. Al terminar el mismo aparecieron unos paquetes similares a los cero sesenta, pero de envoltorio distinto que se los denominaba "caldo de gallina", y que era un tabaco de bastante buena calidad, que los jóvenes solíamos comprar para las grandes solemnidades, ej. la feria del pueblo.


Desde los primeros tiempos en que he descrito las clases de tabaco que había, las marcas del papel de fumar eras mas que las clases de tabaco: Así existían, las marcas de "Bambú", "Gol", "El Toro", "Jean" e "Indio Rosa". La primera de las marcas citadas, o sea el bambú, era un estuche cuadrado y cuyas hojas estaban colocadas en su interior, en zig zag y así es sacaban muy fácilmente. Las demás marcas, estaban formadas por unos que se llamaban "libritos", cuyas hojas como las de un libro, estaban sujetas mediante un engomado al centro del lomo que formaban las dos hojas del "librito". El mas barato era el de "El toro", tenía en su forro la figura de un toro bravo, pero casi nadie lo utilizaba, ya que los fumadores entendidos decían que hacía el tabaco mucho mas fuerte. Las marcas "Bambú" y "Gol", este tenía la figura de un futbolista dando un puntapié a un balón, valían 10 céntimos, y eran las consumidas por la inmensa mayoría de los fumadores. Las marcas "Jean" e "Indio Rosa", eran las mas caras, creo valía cada librito 20 céntimos, aunque de esto no estoy seguro, y las utilizaban generalmente lo que querían presumir de ello, y especialmente para volver a liar los cigarrillos de los llamados "cero sesenta". Creo que los de todas las marcas contenían 100 hojas.


No mucho tiempo después, en cuanto al tabaco, llegaron los "Ideales" que aunque no era una clase de muy buena calidad, tenían la ventaja de que venían ya los cigarrillos liados y solamente para sacarlos del paquete y encenderlos. Luego llegaron los celtas cortos, celtas largos, etc. etc.


Yo comencé a fumar a los 15 años, o sea cuando empecé a trabajar en el campo y ya ganando el jornal de un adulto y deje de fumar, aunque de cuando en cuando me fumaba un cigarrillo, poco antes de cumplir los 50 años, así fueron 35 años día por día, los que dediqué al vicio.


En mis tiempos no se fumaba delante de los padres ni de las madres. De éstas, se comenzaba a hacerlo antes que del padre. En abril de 1956, me faltaban solo unos días para cumplir los 31 años, cuando fui a mi pueblo en viaje de novios, recuerdo como si me lo estuviera diciendo "ahora", las palabras de mi padre: "Ya puedes fumar delante de mí". Os resultara extraño este detalle, pero puedo jurar ante Dios, que sucedió tal cual lo he consignado. Saque mi paquete de tabaco y le ofrecí el primer cigarrillo a mi padre. Antes de ello, cuando mi padre se quedaba sin tabaco, al salir yo de la casa, mandaba a uno de mis hermanos para decirme que le dejara algunos cigarros.


Ante estas últimas indicaciones, ahora sí, no me queda mas remedio que decir: "¡Qué tiempos aquellos!"


Bueno no es que haya sido muy importante la entrada de hoy, pero cuando menos os resultará curiosa.


Hasta la próxima.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Quince años han pasado


 8 de septiembre de 1996. Desde el mes de mayo anterior a la fecha indicada, mi mujer mostraba un deterioro físico bastante evidente y que día a día por desgracia iba en progresión. Como todos los míos sabéis, desde hacía cuando menos quince años, un grupo de cinco matrimonios: Crimelda y Juan; Luisa y Paco; Trini y Rafa; Pepi y Julio y el que formábamos mi mujer y yo, nos reuníamos todos los fines de semana, sábados y domingos, más si algún día festivo se mezclaba entre ellos.

Tal día como hoy de 1996. también, como hoy, fue fiesta local en Málaga. Los cinco matrimonios citados anteriormente, recuerdo nuestra actividad tal si fuera al día siguiente de haberse celebrado.

Estuvimos en Misa de doce en la Stela Maris, un paseíto por el centro de la ciudad, estuvimos comiendo "pescaíto" en el "Mario Eva", y ya cerca de las cinco de la tarde nos vinimos aquí, a mi casa, donde nos entregamos a la actividad que era normal en nuestras reuniones. Jugar un rato al bingo, merendar, y luego jugar a las cartas, principalmente a la "perejila", al "hijo puta", u otros similares, en los que solíamos poner en juego pequeñas cantidades de dinero. Según las normas establecidas, los que resultaban ganadores, estaban obligados a depositar el 50% de las ganancias en el fondo que después se empleaba en pagar los gastos de comida y los demás que se ocasionaban en nuestras salidas.

Estas reuniones se celebraban dentro de un clima maravillosamente divertido y entrañable en todos sus aspectos, si bien procurando "cabrear" un tanto a los que ya de por sí lo estaban al haberse tratado de ser los perdedores en la respectiva jornada.

Aunque como cito al principio de esta entrada, mi mujer desde el mes de mayo anterior su estado físico se iba deteriorando a ojos vista, aquel día, parece que Dios le insufló el ánimo suficiente, por el que toda la jornada se mostró en un estado casi eufórico, de lo que yo me maravillaba y me causaba extrañeza al propio tiempo. La reunión aquí en mi domicilio, fue si cabe, una de las más divertidas y al final como en todas las demás, el recuento de cada cual de las pérdidas y ganancias ocasionadas u obtenidas y el descuento de su proporción establecida para los ganadores y su mijita de "carga" para aumentarles el mal humor a los perdedores. Pasadas las diez de la noche estaban cuando la reunión se disolvía, Juan, el Tesorero, se hacía cargo de la recaudación, y con la cordialidad y verdadera amistad que siempre nos unió, nos despedíamos los unos de los otros, "HASTA LA PRÓXIMA REUNIÓN". Ésta, nunca más se celebró.
Sobre las doce de aquella noche, o sea una dos horas después de terminarse la reunión, a mi mujer le sobrevinieron los vómitos que de por sí solían presentársele, y a partir de aquellos instantes, todo fue un CALVARIO, hasta aquel desastroso 3 de febrero de 1997, en que élla se marchaba de este mundo, y en los precisos instantes en que ella fallecía, yo ingresaba en la UCI, del Hospital Parque San Antonio de esta Capital, y donde su cuerpo inerte estaba, aquejado de "hemorragia severa interna, neumonía, e infarto de miocardio", del que diez días después fui operado, y que hubieron de implantarme tres puentes, para lo cual me extrajeron la vena safena interior derecha desde el tobillo hasta la rodilla. Cuando menos, Dios me mantuvo las fuerzas suficientes para atenderla hasta el momento en que la bajaron para el quirófano en que fue la última vez que la veía. A partir de aquellos instantes, todo en mí se desarrollaba hasta que mi gravedad coincidía con los últimos estertores de su existencia.

Aquel fondo monetario que resultaba después de la reunión en esta casa aquel 8 de septiembre de 1996, se repartía equitativamente muchos meses después, dado a que jamás volvieron a celebrarse aquellas maravillosas reuniones.

Han pasado quince años, ELLA se marchó para la Gloria, como era su nombre, yo aún permanezco aquí, y cuando menos me alcanza la felicidad de poder RECORDARLA a cada momento.

Alegres y tristes, recuerdos, a la vez. Hasta otra.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Cada cosa a su tiempo


No hace ni dos horas cuando iba a coger una camisa de las que yo llamo de "andar por casa", o sea de las mas viejas, tomé una de las que estaba colgada junto a mi viejo y último uniforme de la Guardia Civil. De estas cosas que suelen ocurrir sin saber por qué ni por que no, ni venir a cuento, también tomé la percha que lo sostenía, cogí una camisa blanca y una corbata negra, me coloqué la camisa, luego la corbata y después la guerrera. La verdad que no me ha costado mucho colocármela, aunque sí un poquito, no mucho, ajustada, Seguidamente me fui al cuarto de baños y me puse a mirarme en el espejo. Tal vez porque mi estado de ánimo estuviere un poco predispuesto para ello, mis ojos llegaron a empañarse totalmente de lágrimas. Hacía mas de treinta años que ese uniforme lo vestía por última vez. Posiblemente contemplándome ante el espejo más de lo que suelo tener por costumbre, por mi memoria se iban deslizando todos los eventos que en su consecuencia me fueron acaeciendo durante los mas de treinta años que lo vestí. Como no, mis recuerdos se fueron también hasta aquel lejanísimo día del Corpus en Úbeda, que lo había vestido por primera vez oficialmente. Según la imagen que guardo en la memoria de aquella primera vez, y a fuer de ser sincero, es patético el destrozo que el tiempo a lo largo de los años hace, principalmente en el rostro humano. Aquellos brillantes ojos, tersas mejillas, negro pelo al igual que el bigote, solo un lunar en la mejilla izquierda marcaba el único punto discordante de una faz limpia de toda impureza, encajaban como nacido para ello aquel nuevo uniforme que estrenaba.

Hoy pasados mas de sesenta y un años de aquel estreno, mucho menos pelo que entonces, con la agravante de no canoso, sino totalmente blanco, un bigote que demuestra los años que sobre él han pasado, alguna que otra arruga, no pocas manchas sobre la piel del rostro, unos ojos que hace tiempo perdieron la luminosidad de la juventud, y en fin todo lo que entonces era aun realzado con la puesta del uniforme, incluso resulta ridículo esa parte superior del cuerpo humano que emerge sobre una guerrera, de la que tanto beneficio físico me aportaba en su momento.

Ahora con una sonrisa, me han venido a la memoria esas imágenes de unos "barrigoncitos" ancianos y una "culoncitas" de la tercera edad, balancean con unas cadencias poco airosas, un pasodoble,en alguno de los hoteles de Benidorm que vistas con imparcialidad resultan piadosamente poco ortodoxas, así como un casi nonagenario, vistiendo un uniforme militar, o como es igual, de la Guardia Civil.

Después de narrar todo el antecedente y sin duda como no tengo a nadie en este instante que me anime un poco, digo para mis adentros, "Bueno pero a mí, que me quiten lo bailado".

Trataré de hacerme una fotografía con la planta obtenida hoy, para poder hacer comparaciones, que no como suele decirse, toda comparación es odiosa, sino como en este caso será fiel exponente de lo que supone el paso del tiempo.

Este hecho, me ha sacado de la sequía bloguera que llevaba atravesando desde hace unos días. Hasta la próxima.