martes, 2 de agosto de 2011

Maleta en ristre



Comenzaré esta entrada con la misma musiquilla de siempre, o sea," tal día como hoy", pero de 1946, por tanto se cumplen en en estos instantes SESENTA Y CINCO AÑOS, me sucedió un hecho, que no por que parezca de la menor importancia, no lo fue en proporción por lo que a lo largo de mi vida, si tuvo una gran trascendencia. Trataré de describirlo lo mas resumido posible, y que fue así:

El día 31 de julio del citado año de 1946, encontrándome prestando el servicio militar en la 4ª Batería, del Regimiento de Artillería Ligera número 14, de guarnición en Sevilla, y después de la Lista de Retreta, que para los no iniciados en la vida militar, les diré que es la última que se pasa durante el día y la mas importante dado que se leen todas órdenes de interés y los servicios para el día siguiente, el Sargento de Semana a quien corresponde semejante cometido, la última orden que leía era del tenor siguiente:

"Artillero Rafael Galán Rodríguez, verificará mañana su presentación en la Capitanía General de esta Plaza, donde ha sido destinado como mecanógrafo".

Diré que este destino se realizaba, como consecuencia de cometer yo una de las pocas, por no decir la única, insensatez de las cometidas en mi vida, que fue el solicitar dicho cometido unos quince días antes, cuando se anunciaron las vacantes igualmente al final de otra Lista de Retreta.
La noche que recibí la orden de mi presentación al citado cometido, la pase en una duermevela, mas vela que duerme, sopesando las consecuencias que mi inconsciente decisión pudieran derivarme. Yo me veía, como mínimo con un castigo, por "falta leve", de uno a quince días de arresto. Al siguiente día, o sea el día 1 de agosto, tomé mi maleta, a pie hasta Guadaira que era la última parada del tranvía, y allí tome dicho medio y hala hasta Capitanía. Hice mi presentación ante un Brigada de la Compañía de destinos y como quiera que no me dijeron al Negociado donde iba destinado, y después de realizar varias llamadas telefónicas, me indicó volviera a mi Regimiento, preguntara donde iba destinado y volviera el siguiente día, o sea el día 2, del que como digo se cumplen hoy esos 65 años. Tal decisión, por partes me decepcionaba, porque alargaba 24 horas mi intranquilidad por ver como terminaba todo aquello, pero en su contra me decía, bueno un día más en libertad.

Acortemos. Cuando el tan repetido día 2, el mismo Brigada al que me había presentado el anterior y decirle el Negociado donde en el Regimiento me habían dicho que me solicitaban, me dice "coge la maleta y acompáñame", un ligero temblor en las piernas y cierto cosquilleo en el estómago, que aderezaban el nerviosismo causado, y con la añadidura del calor reinante propio de la época y la ciudad en que se estaba desarrollando todo, ni metido en una sauna con una temperatura de sesenta grados me hacía sudar mas que lo hacía en aquellos instantes. Subimos unas escaleras de las llamadas de caracol con 108 escalones. A la entrada de la dependencia, y circundando una ventanilla existía un rotulo en letras negras en el que se leía "ZONA DE RECLUTAMIENTO Y MOVILIZACIÓN NUMERO 9". Aquel rótulo pareció causar en mi ánimo, el efecto de que hubiere sido mi epitafio. El Brigada que me acompañaba me presentó a otro del mismo empleo al que escuetamente le dijo: "Este es el mecanógrafo que habíais reclamado". El nuevo Brigada, se encontraba escribiendo a máquina, y recuerdo que mantenía un cigarro encendido entre sus labios, circunstancia que después pude comprobar lo hacía siempre, se limitó a decirme, que esperara un momento. Los segundos se me antojaban eternidades y yo ya deseaba que el desenlace que fuera a producirse, lo fuera lo mas pronto posible. Y llegaba lo que sería el "desenlace final".

Con su pitillo todavía entre los labios, mi último receptor me dice "sígueme". Tomamos un pasillo entre mamparas de madera y cristales, golpeó con los nudillos sobre la puerta de un despacho a la vez que decía, "¿Con su permiso mi Capitán?". Desde el interior del despacho se oyó la aquiescencia a la petición: "A sus órdenes mi Capitán, aquí le traigo a su nuevo mecanógrafo".

Tras intercambiar algunas palabras entre el Capitán y el Brigada, pero sin que nada tuviera que ver conmigo, el Brigada se despedía de su superior con el consabido "a sus órdenes mi Capitán", y me dejaba a mí, solo ante el peligro. Aquel Capitán, aparentaba tener de cincuenta a cincuenta y cinco años, barba rala, color sano, como solía decirse al describirse el color de la tez del rostro, en el ejército, y pelo canoso. Me dirigió una mirada de cierta indiferencia al tiempo que sacaba su "petaca" y de la misma echaba sobre la palma de su mano izquierda un poco de tabaco de picadura, lo normal para un cigarro que habría de liarse como generalmente se hacía entonces por la inmensa mayoría de los los fumadores. Hecho ésto, me preguntó que si fumaba; le contesté afirmativamente, me alargo su petaca y yo también vertí un poco de tabaco sobre mi mano. Lió su cigarro y yo permanecía con el tabaco en la mano, dado que no tenía papel de fumar y no me atrevía a pedírselo a él. En vista de ello, me dice "¿no tienes papel?", le dije que no y también me dio su librito del que tomé una hoja. Encendió su cigarro, yo había liado el mío, pero tampoco tenía con que encenderlo. Volvió a preguntarme. ¿Tampoco tienes candela? "No mi Capitán" le respondí y añadió él: "Pues vienes tú como para irte de juerga". Yo como todo caudal, llevaba un sello de correos que tenía reservado para escribir a mis padres comunicándoles el resultado que saliera de aquella, para mí odisea.

A no mas de un metro de distancia y a la mano derecha de la mesa del Capitán, había una máquina de escribir "Underwood", de carro pequeño, 90 espacios. Pitillos encendidos, y yo para mi interior tratando de controlar los nervios, me decía para mí: "¡Que sea lo que Dios quiera!" y llegó la traca final.

Me dice el Capitán; "Bueno ahí tiene tu máquina, vamos a trabajar que hay bastante trabajo atrasado". Sin saber cómo de momento conseguí serenarme, le dirigí la respuesta, la única posible. "Mi Capitán, yo no soy mecanógrafo ni he tocado siquiera una máquina de escribir en mi vida". Con una mirada de total extrañeza, me dice: "Es que se han equivocado al enviarte como mecanógrafo". Y en breves palabra le conté, que todo había sido fruto de mi insensatez al solicitar el destino cuando lo anunciaron.

Ahora sí, y como pensando para sus adentros, creo que preguntándose algo así, como "Que hago yo ahora con este tío". Transcurrieron unos momentos que a mí se me hacía interminable y que a su vez yo también, me preguntaba, vamos a ver lo que hace conmigo. Y, al final: ¡ALELUYA! Me dice: Tú tienes interés en aprender a escribir a máquina. Como no podía ser menos, le dije que era lo que mas deseaba en aquellos momentos. Pues, no te preocupes y si pones interés, verás como lo consigues. En aquellos instantes, me hubiera abrazado a él, y creo que hasta lo hubiera besado. Para mí, más que un Capitán, mas que un hombre, aquel era un Santo.

Unos veinte días después, trabajaba como mecanógrafo con unas trescientas pulsaciones por minuto y dedicaba el tiempo, para lo cual había sido destinado. Pocos meses después, me pasaban a otro Negociado más importante y pese a las protestas de mi Capitán, que era el que había conseguido que yo me hiciera mecanógrafo, y lo dejaran otra vez sin nadie que hiciera los trabajos a máquina, como lo ordenaba el Teniente Coronel Mayor, y en la mili "el que manda, manda", yo pase a desempeñar mi cometido a Mayoría, donde terminé el servicio militar.

Lo que aquellos conocimientos adquiridos, que pese a lo insignificante que pueda parecer hoy, entonces tenían su importancia, y a lo largo de mi vida posterior y en la Guardia Civil, supusieron la consecución de varios de los cometidos que desempeñé en el Cuerpo.

Decía que iba a ser breve, pero tratando de correlacionar los hechos paso a paso, se me ha ido el santo al cielo. Hasta la próxima entrada.

1 comentario:

Carmen dijo...

Me hace mucha gracia ¡mira que eras "echaillo palante", a quien se le ocurre apuntarse de mecanógrafo sin haber visto una máquina en su vida!, yo si tengo mi título de mecanógrafa conseguido a base de aporrear una máquina negra con aritos plateados en cada letra y con un dedo distinto en cada una de ellas repitiendo poiuy poiuy poiuy, etc... Tambien a mi me vino muy bien en el futuro, pues una cosa que hice por gusto, me sirvió para mi trabajo,más que otros títulos conseguidos. Ahora para el ordenador nos viene estupendamente, no tenemos que escribir como la mayoría con dos dedos, bueno no se como aprendiste tu, lo que si es cierto es que cogiste velocidad rapidisimamente, así que me temo que con dos dedos ji ji ji, bueno como sea te sirvió que es lo importante. Saludos: Carmen