sábado, 12 de abril de 2008

Una, dos, tres efemérides en un día

Sin lugar a dudas, en el transcurso de mi vida no se han dado en una misma fecha, 12 de abril, la coincidencia de tres eventos importantísimos e inolvidables en el devenir de mi existencia.

La primera de las circunstancias a que traigo hoy al recuerdo, figura el regreso a mi pueblo desde el exilio en la Guerra Civil Española y que fue el día 12 de abril de 1939. Habíamos pasado en el mismo desde el 9 de octubre de 1936 a la indicada del 12 de abril del 39.

Salimos el día anterior del cortijo donde permanecimos año y medio aproximadamente, denominado de don Elías Cabrera, término municipal de Pedroche. Hicimos noche en plena sierra de la Chimorra, punto donde había estado establecido el frente de guerra, el mismo tiempo en que nosotros estuvimos exiliados.

Todos los cortijos que habían estado próximos a dicho frente, estaban semiderruidos, sin puertas y todos los árboles que en su día habían estado a su alrededor fueron talados, sin duda para hacer candelas y calentarse los soldados durante las largas y frías noches de invierno. Pero lo que más llamó mi atención, fue la gran cantidad de armamento de toda clase y calibre, así como multitud de cajas de munición para las referidas armas. Ello se debía a que como el ejército rojo, salió a la desbandada, a fin de no entorpecer su retirada y evitar ser hechos prisioneros por el ejército nacional, dejaron abandonado todo el armamento en las inmediaciones de las posición que tuvieron durante la contienda.

Cuando llegamos a mi pueblo, me sorprendió que todo me parecía bastante mas pequeño de lo que yo guardaba en mi memoria, sería sin duda a la diferencia en el crecimiento que yo había experimentado.

La segunda de las efemérides y por orden cronológico, fue la llegada al Cuartel del Regimiento de Artillería número 14, sito en Pineda, afueras de Sevilla, en la barriada de Bellavista. A estas horas, doce y media de la mañana, ya nos había entregado todo el equipo de vestuario y a todos nos habían pelado al cero. Tan desfigurados estábamos con los uniformes que los adjudicaron sin tener en cuenta las tallas de cada uno, sino conforme íbamos llegando por la lista y con el pelado que nos hicieron, que para la hora de la comida estando formados antes de entrar al comedor, estaba junto a el único paisano mío que fuimos destinados al mismo Regimiento, que ni yo lo conocía a él, ni éste a mí.


La última de las fechas coincidentes con el 12 de abril, fue la de 1950, en que nos incorporamos a la Academia de la Guardia Civil, en Úbeda. De las tres reseñadas. esta última fue la que me dio más alegría y satisfacción, dado que con ello se cumplía una de las dos mayores preocupaciones que había tenido hasta entonces y, que era solventar definitivamente la situación en que debía aportarme los ingresos dinerarios, aunque no eran entonces nada de estirados.


Como habréis apreciado, las tres circunstancias señaladas supusieron un hito importantísimo en el devenir de toda mi vida, hasta ahora.

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