Hoy se cumplen once años de la operación que me hicieron para tratar de reparar en lo posible mi maltrecho corazón. Quizá nadie en aquella fecha diera un cuarto por apostar que yo continuaría viviendo. Según cuentan, los propios médicos parece que no querían arriesgarse a meterme mano, tal vez por la desconfianza que tuvieran en que pudiera quedarme en el quirófano.
Después de pasar diez días en la UCI, y viendo que el viejo no se moría, no tendrían mas remedio que lanzarse a la aventura de cuales pudieran ser los resultados. Sin duda, el trabajo de fontanería que debieron practicarme tuvo que ser considerado como extraordinario, ya que pasada una década con una anualidad de propina, aqui sigo tan pancho. La reacción de mi organismo a semejante evento, debió ser tan buena, que cinco días después era dado de alta.
De aquellos diez días antes de la operación que pase en la Unidad de Cuidados Intensivos, y seguramnete uno o dos después de su realización, solo conservo en mi mente ligeros momentos de que me volviera la sensación de recuperar la conciencia pero de una forma tan etérea y momentánea, que seguramente no la conservaba mas allá de varios segundos. Tengo la sospecha de que ello sucedía siempre como consecuencia de los estímulos que me ocasionaba alguna pregunta de los que en ese momento estuvieran visitándome.
Por lo demás, y dejando a un lado lo peor de todo lo que había sucedido en su interín, sentía en mi organismo un estado de placidez tan profundo del que en situación de normalidad núnca se llega a sentir.
Esperemos que pueda recordar algunas efemérides mas de este caso, pero eso sí, siempre que me encuentre en el mismo estado de facultades físicas y psíquicas como de las que gozo actualmente.
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