lunes, 18 de febrero de 2008

Dos efemérides

Cuando uno tiene tantos años, raro es el día del año que no corresponda con algún hecho acaecido en tu vida y que tenga alguna relevancia. En este caso son dos y ambos de los verdaderamente importantes. Comencemos por orden cronológico.


Hoy se cumplen cincuenta y dos años que nos tomamos los dichos, como se dice aquí, y que en mi pueblo se decía otorgarse, que me parece está mas cerca de lo correcto. Esto del otorgo o de tomarse los dichos, me parece ha perdido la importancia que antaño dábamos a este acto. Esto era y, me supongo lo seguirá siendo, preceptivo para casarse por la iglesia y había que realizarlo como mínimo tres días festivos antes de la fecha de la boda. Pero...¿porqué tres días festivos antes?

Porque tenían que darse tres amonestaciones que consistía en que el sacerdote después de la homilía de la Misa Mayor, leía a los asistentes que fulanito de tal y tal, soltero, viudo, o cualesquiera fuera su estado civil, hijo de fulanito y sutanita, natural de tal sitio y vecino de tal, desea contraer matrimonio en tal fecha, con la señorita tal y daba los mismos datos que los del novio. Cuando terminaba esta exposición, decía que si alguien conocía algun motivo, que fuera impedimento para poder celebrarse este matrimonio, debía comunicarlo en aquella Parroquia. Estas amonestaciones se decían al mismo tiempo en las residencias de ambos contrayentes y tambien en los de su naturaleza, siempre que se hubiere residido en la misma en que comprendiera edades superiores a la niñes o adolescencia. Asi en nuestro caso, se dijeron en Málaga, Iglesia de San Pedro y en la iglesia de mi pueblo.

Este acto era principalmente íntimo dentro de la familia de los contrayentes y si se celebraba algo, era tomarse alguna cerveza con alguna tapa o algún cafe o chocolate acompañado de algún pastel. Quizá quien tenía posibilidades económicas, solía hacerlo un poco mas extento, abarcando además de la familia, a algunas amistades.

VAMOS A LA SEGUNDA:


Un año justo después del acaecido anterior, era bautizado mi hijo mayor, en la Parroquía de la Divina Pastora, sita en la Plaza de Capuchinos de esta capital. De mi familia no pudo venir nadie, sus economias no se lo permitían. Por parte de la madre del niño. solo los padres y hermanos, y eso sí, algunos compañeros míos. Algunas tapas, alguna cerveza y algo mas de vino, animarón la fiesta. Uno de los asistentes, mi gran amigo y compañero Paco Ramos, le dió por cantar verdiales, bastante mal por cierto, que sirvió de cachondeo de los demás y las risas propias del que está un poco pasado de alcoholemia.

Mas de medio siglo han transcurrido de ambos hechos. Parece que fue AYER.

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