Frontera, El Hierro
Como casi siempre solemos hacer los "viejos", o mayores, como ahora suele llamársenos a los que cargados de años vamos, que no es otra cosa que volver a veces muchos años atrás, como en el presente caso sucede. Si no, podéis observar. Córdoba 14 de noviembre de 1949. Así, hoy hace SESENTA Y OCHO AÑOS, realizaba mi examen para ingreso en la Guardia Civil en la Comandancia de dicha ciudad.
Sin duda, y creo que también el día de mi casamiento, y solo puede ser que uno o dos más, han sido los que marcan un hito en el devenir de mi vida, y que ello fue la consecuencia que me llevaron a gozar de una felicidad completa, con la circunstancia de que a estas alturas de mi ya largo caminar, continuo gozándola, sin que por ello, y como el paso del tiempo es inmisericorde se lleva por delante seres que cuando sucede te rebanan el alma.
Quiero hacer un aparte, para recordar una anécdota y que fue lo siguiente. Por mi tío que era entonces Secretario del Ayuntamiento de Villaharta, me entregó una carta para un Capitán del Cuerpo del que recuerdo se apellidaba Cañero, creo desempeñaba el cargo de Ayudante del Teniente Coronel Jefe de la Comandancia, pregunté por él y me indicaron era uno que paseaba por el patio donde nos hallábamos todos los opositores. Sin duda la carta era recomendándome a dicho oficial y con el que me dijo le unía una gran amistad, dado a que hacía años estuvo de Comandante de Puesto en mi pueblo. Presentándome al mismo y diciéndole quien se la enviaba, le hice entrega de dicha misiva, la tomo en su mano y sin dirigirme una sola palabra y sin abrirla, se la metió en uno de sus bolsillos, y nunca mas, ni incluso mi tio, nada de ello supimos, y eso que tuve la suerte de aprobar. Yo creo que mi tio consideraba amigo a quien no lo merecía.
Como he citado en el párrafo anterior, el regreso a mi pueblo lleno de contento, que lo mismo produjo en mis padres al comunicarles el resultado. Así, y a bote pronto como suele decirse, podrá parecer no era motivo para que me produjera hasta cierta euforia, pero si alguien que pueda leer esta entrada, pudiera entrar en la situación en la que los jornaleros agrícolas lo hacíamos en aquellas fechas, cambiaría de parecer sin lugar a duda.
Cuando el día 27 de marzo del siguiente año 1950, previa cita al cuartel, el Cabo 1º Comandante de Puesto y que por cierto también fue el que me ayudó a cursar toda la documentación, me daba la noticia de que a partir del Primero de Abril siguiente, comenzaba mi pertenencia a la Guardia Civil, más eufórico inclusive que cuando les comunicaba mi aprobación, compartimos un abrazo mis padres y yo. Aquella euforia que tal noticia me producía, era solo un espejismo, de lo que realmente supuso para mí los algo mas de treinta y un años que pertenecí a dicha Institución, que fue, lo es, y seguirá siendo mientras este en esta vida, una de las grandes ilusiones y aún mayor la dicha y bienaventuranzas que en todo orden, personal, familiar y profesional me dieron, y dándomelo siguen. Sí veinte vidas tuviera, sin lugar a dudas, todas ellas trataría de pasarlas como GUARDIA CIVIL.
Como titulo la entrada, qué lejos están aquellas sensaciones y cuántos seres queridos se ha llevado el paso de sesenta y ocho años...
Hasta la próxima.
Sin duda, y creo que también el día de mi casamiento, y solo puede ser que uno o dos más, han sido los que marcan un hito en el devenir de mi vida, y que ello fue la consecuencia que me llevaron a gozar de una felicidad completa, con la circunstancia de que a estas alturas de mi ya largo caminar, continuo gozándola, sin que por ello, y como el paso del tiempo es inmisericorde se lleva por delante seres que cuando sucede te rebanan el alma.
Quiero hacer un aparte, para recordar una anécdota y que fue lo siguiente. Por mi tío que era entonces Secretario del Ayuntamiento de Villaharta, me entregó una carta para un Capitán del Cuerpo del que recuerdo se apellidaba Cañero, creo desempeñaba el cargo de Ayudante del Teniente Coronel Jefe de la Comandancia, pregunté por él y me indicaron era uno que paseaba por el patio donde nos hallábamos todos los opositores. Sin duda la carta era recomendándome a dicho oficial y con el que me dijo le unía una gran amistad, dado a que hacía años estuvo de Comandante de Puesto en mi pueblo. Presentándome al mismo y diciéndole quien se la enviaba, le hice entrega de dicha misiva, la tomo en su mano y sin dirigirme una sola palabra y sin abrirla, se la metió en uno de sus bolsillos, y nunca mas, ni incluso mi tio, nada de ello supimos, y eso que tuve la suerte de aprobar. Yo creo que mi tio consideraba amigo a quien no lo merecía.
Como he citado en el párrafo anterior, el regreso a mi pueblo lleno de contento, que lo mismo produjo en mis padres al comunicarles el resultado. Así, y a bote pronto como suele decirse, podrá parecer no era motivo para que me produjera hasta cierta euforia, pero si alguien que pueda leer esta entrada, pudiera entrar en la situación en la que los jornaleros agrícolas lo hacíamos en aquellas fechas, cambiaría de parecer sin lugar a duda.
Cuando el día 27 de marzo del siguiente año 1950, previa cita al cuartel, el Cabo 1º Comandante de Puesto y que por cierto también fue el que me ayudó a cursar toda la documentación, me daba la noticia de que a partir del Primero de Abril siguiente, comenzaba mi pertenencia a la Guardia Civil, más eufórico inclusive que cuando les comunicaba mi aprobación, compartimos un abrazo mis padres y yo. Aquella euforia que tal noticia me producía, era solo un espejismo, de lo que realmente supuso para mí los algo mas de treinta y un años que pertenecí a dicha Institución, que fue, lo es, y seguirá siendo mientras este en esta vida, una de las grandes ilusiones y aún mayor la dicha y bienaventuranzas que en todo orden, personal, familiar y profesional me dieron, y dándomelo siguen. Sí veinte vidas tuviera, sin lugar a dudas, todas ellas trataría de pasarlas como GUARDIA CIVIL.
Como titulo la entrada, qué lejos están aquellas sensaciones y cuántos seres queridos se ha llevado el paso de sesenta y ocho años...
Hasta la próxima.