lunes, 9 de octubre de 2017

Dos aniversarios


Atardecer en Santorini (Grecia)

Hoy se cumplen dos aniversarios, pero tan distintos en sus consecuencias, como también distantes en el tiempo.

El más cercano de ellos, se cumple el vigésimo cuarto aniversario, o sea el 9 de octubre de 1993, la tercera y última vez que ejercía de padrino de boda, pero sin lugar a dudas, el de mayor satisfacción y más importante, pues fue en la de mi hija. Decía anteriormente de sus consecuencias, por que no puedo por menos que el dar gracias a Dios, por que al igual de las de sus hermanos, no han podido ser de lo más felices resultados desde sus inicios y hasta hoy, como ojalá así continúen.

No obstante he de señalar que en aquel entonces, tenía sobre mi y toda la familia, una preocupación por la posible enfermedad de mi mujer, que desgraciadamente, no muchos días después, se confirmó había motivos para ello y escasos años después tuvo un fatal desenlace.

El otro aniversario de los que cito, se sitúa nada menos que en el 9 de octubre de 1936 durante la Guerra Civil Española. Tal día, y según desde el bando que pudiera citarse, el ejército fascista o nacional, entraba en Villaharta.

Aparte de una circunstancia, sin duda el más grave y doloroso de los acaecidos en el pueblo, que yo sepa, llevó a mi familia, como otras muchas de la localidad, al inicio del exilio  que duró exactamente dos años y medio y deambulando en distintas fechas por varios puntos, todos ellos por diversos cortijos de los términos municipales de las localidades del Valle de los Pedroches, como Pozoblanco, Villanueva de Córdoba, Torrecampo y Pedroche.

Las penalidades y miserias pasadas durante aquel exilio, que no fueron pocas, ni punto de comparación tuvieron con las que vinieron a lo largo, de no menos de cinco o seis años, que además de las sufridas por algunos miembros de la familia, mi padre por ejemplo, quedaron marcados por los bien llamados los "años del hambre". Aquellos hechos tan adversos, solo pienso dejaron un solo detalle beneficioso, y fue el tener la certeza que todo lo venidero, como así sucedió, no tenía por menos que ser mejor que lo pasado, aparte de lo que con el paso del tiempo no tiene más remedio que suceder, por ejemplo la marcha de esta vida de  familiares y amigos.

Hoy, volviendo la vista y el recuerdo hacía atrás, nada menos que OCHENTA Y UN AÑOS, me asombra la capacidad de aguante que tenemos las personas, y en el que las circunstancias, dan si duda, los acomodos necesarios a ellas para soportarlas.

Así, "a bote pronto" como suele decirse, quien me hubiere dicho a mí que transcurridos los citados 81 años, andaría yo todavía por estos andurriales y además poder narrarlo por lo cual facultades me quedan para este menester, y algún que otro que se vaya terciando.

Hasta la próxima, que como viene sucediendo en los últimos meses, no tengo ni idea de cuando pueda ser.

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