Fuente: http://www.mamarrie.com/
Como hay quien dice que soy "mu' pensaor", hoy realmente me he levantado como tal, y se me ha venido a la memoria un pensamiento un tanto raro, como lo que hoy es mi cumplemeses. Efectivamente hoy cumplo 1.072 meses de vida. Sí, mil setenta y dos meses, que traducidos a días son 32.629, contando los 22 de otros tantos años bisiestos por los que he transitado. Esto no deja de ser, como decimos en Andalucía, "una majaretá", pero de llegar a las conclusiones de meses, días y años bisiestos, me he encargado de verificarlo. Que le vamos a hacer, "cosas de viejos".
Si desde que nací hubiere podido comenzar a escribir mi diario, y poniendo en cada página un día de mi vida, llevaría ya escritos 32 volúmenes con mil páginas cada uno, y en el trigésimo tercero iría ya por la 629.
En este deambular por mis recuerdos, me remonto hasta el que creo es el primero de los que guardo, y era que estaba sentado en una sillita muy pequeña, junto a mi madre y a la puerta de nuestra casa, en la sombra, donde la acompañaban algunas mujeres más, todas ellas dedicadas a la costura. Este detalle parece hallarse en las penumbras de mis recuerdos, pero que el haberlo mantenido, puede ser, por que luego con el paso de los años, contemplaba la misma estampa de mi madre y algunas vecinas o familiares más, en iguales menesteres con lo que se remozaba ese mi primer recuerdo. Posiblemente no habría cumplido los tres años de edad.
Otro de esos recuerdos que podrían ser quizá algunos meses después, dado a que este no era en el estío, si no en invierno, y lo era que acompañaba a mi abuelo materno a la taberna a tomarse un "chicuelo", que se llamaba a un café solo, con unas gotas de coñac o anís. Era de noche, hacía viento y frío, y como no había llegado todavía la luz eléctrica al pueblo, se alumbraba con un farol, cuyo combustible era el aceite, y mi abuelo me concedía la importante misión de ser yo el que portaba el mismo.
Creo que pasaría poco de los tres años, o quizá nada, cuando mis padres comenzaron a enseñarme a leer, y de aquí guardo ya claros recuerdos. De aquella cartilla primera en las que se comenzaban con las vocales, a-e-i-o-u. Después de varias combinaciones con las mismas, la primera consonante era la m: m-ma-me-mi-mo-mu. De estas había dos frases de las que recuerdo exactamente que eran "mi mama me ama" y "amo a mi mama".
Creo que en una de las últimas hojas de la cartilla estaba la palabra "boa", junto al dibujo de una serpiente y un amigo mio, un año mayor que yo, que le costó trabajo aprender a leer, llamado Pedro, pero que lo conocíamos por Periquín, cuando le preguntaban por donde andaba en su lectura en la escuela, contestaba, que "por la bicha".
Creo que en la ya cartilla tercera y en las primeras de sus páginas, había una frase que decía: "el chino lleva coleta", y un dibujo en el que figuraba un chino con una especie de sombrero y por detras una trenza de su cabello.
Y ya en "Lecturas infantiles" o "Lecturas de Oro", no recuerdo en cual de ellos, libros, no cartilla, ya historietas completas, entre las cuales recuerdo una, de la que con el paso de los años, me tocó realizar, y que tenía por título, escuetamente "La Mina". y casi talmente decía así: "A mí me llevaron el año pasado a una mina de carbón mineral. Un capataz nos acompañó a mi papá y a mí. Llegamos a la boca de un pozo muy profundo, aquel pozo era la mina. Bajamos y vimos a los mineros que arrancaban el carbon mineral. A mi me pareció muy penosa la faena de los mineros". Tenía razón el niño que contaba aquella historia. Ello pude comprobarlo con la experiencia, por espacio de algo más de dos años, que que trabajé en una mina de carbón mineral.
Durante toda esta travesía por la vida, cuántos acontecimientos familiares, personales, políticos, bélicos, meteorológicos, laborales y de tantas y tantas clases más, que es imposible de mantener en el recuerdo. Unos bienaventurados, otros tristes, otros trágicos, otros de la infancia, de la niñez, de la juventud, de la mili, del trabajo, de mis amoríos, de mi matrimonio, de mis hijos, de mis nietos, de mi jubilación, de enfermedades, de fallecimientos que dejan cicatrices imborrables en el alma, de otras cuestiones que no por que los años se vayan acumulando, no dejan de ser alegres, felices y, también porque no, que causen alguna desazón. Y todo esto, también he pensado hoy, que cuando yo me vaya, no es que se vaya conmigo, porque no me es permitido tanto bagaje para ese viaje final, si no que, quedará vagando por ese éter insondable de donde nadie puede apoderarse de nada de ello, por los siglos de los siglos, y por mucho que sea el tiempo que se esté por este mundo, podemos aceptar aquello de que alguien dijo aquello de que "la vida es un instante, comparada con el tiempo que tenemos que estar muertos".
Pero afortunados los que tuvieron, hemos tenido y tendrán, la oportunidad de venir a este mundo, donde unos lo fueron lo son y lo serán de escasa dicha, otros que pueden haberlo sido, y lo serán de un mero equilibrio entre lo bueno y lo malo, y otros, los más afortunados, grupo entre el cual me considero inserto, y muy próximo a los primeros puestos de ello, cuyo balance me ha sido sumamente favorable, y como recuerdo de una frase de una comedia de la que formé parte, en su representación cuando era poco mas que un adolescente, titulada "Anacleto se divorcia", en la que hacía el papel de "Juncosa" y que era del tenor siguiente: "¡Si hasta Dios hizo la noche, pa que luzca mas el día!" . Y eso, aunque haya tenido que pasar por trances y hechos que como creo he dicho anteriormente, rebanan el alma, ello hace que resalten en lo posible los aconteceres alegres y bienaventurados, y dado a que en los más dramáticos que he tenido que soportar, lo fueron de esos, que son imponderables, aunque algunos lo hayan sido con mas adelanto de lo deseado.
Creo que solamente he hecho el dar rienda suelta a cosas de "un viejo", que al no tener otras más importantes que hacer, me he dedicado a pasar someramente, sobre todo por aquellos primeros recuerdos de mi vida, pero que nada de interés tienen, y si quizá algo de curiosidad para mis hijos, nietos y personas de la familia o amistades que sientan por mí cariño, afecto o amistad. Pero ya después de escrito, ahí va a quedar. En la próxima será otra cosa, sin duda de mayor interés o curiosidad.
Hasta ella.
4 comentarios:
A pesar de tantiiiisimos meses como cumples hoy, no eres un "Viejo" eres un Señor Mayor, te lo he dicho quinientas mil veces, pero sí tu disfrutas con eso, pues nada.... Adelante. Me ha gustado la entrada, sobre todo lo de ir acompañando a tu abuelo llevando el farol, sería digno de verlo, me alegra ver que has tenido una infancia muy feliz, mejor dicho toda una vida!. Bss.
No solo eso, sino que esta entrada hace la número 400 en este blog...
400 entradas...¡agüita! ;P
A seguir contando muchos meses y muchas entradas.
Eso, que ya sabes cuánto las disfrutamos, Rafael! Tus posts reviven la mejor literatura española. Son maravillosos. Gracias, amigo.
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