Hoy me ha dado el pequeño avenate de escribir sobre el cenacho y el papel de estraza, dos cosas que en mi infancia, adolescencia, juventud y hasta incluso de estar ya casi pasándose ésta, lo era de uso tan común, daros cuenta, como son hoy los teléfonos móviles y los "wasap"...
Comencemos por lo primero. Según el diccciomario de la RAE, cenacho es: "espuerta de esparto o palma, con una o dos asas, que sirve para llevar carne, pescado, hortalizas, frutas o cosas semejantes". Los cenachos, habíalos de distintos modelos, formas y dimensiones, pero a los que yo me refiero, eran de dos asas, en su mayoría de palma, de unas dimensiones aproximadas como son las bolsas que hoy suelen darse en los supermercados, y se utilizaban generalmente para ir a la compra al mercado y a las tiendas. Los "carritos de la compra", cuando menos en mi pueblo no existían, ni creo lo fueran tampoco en las grandes ciudades, o sea que yo creo no existían siquiera, así todas las mujeres (hombres también, pero menos) que iban a los mismos, como igualmente a las tiendas, que en su inmensa mayoría eran de particulares y dedicadas a la venta al pormenor y a granel, utilizaban los cenachos. En casa de mis padres había, dos, de ellos uno más usado, que se utilizaba para guardar las cosas dentro de la casa, que se citan en la descripción, y el otro mas nuevo para llevarlo a la compra. Ambos eran de palma, y rara vez se veía uno de esparto.
Los malagueños lo tenemos, porque yo también soy malagueño, como símbolo de la ciudad en "El Cenachero", aunque los dos cenachos que lleva el mismo, por su forma se les solía llamar "capachos", en otras partes también "capazos".
Cuando yo era muchacho, y como el mayor de los cinco hermanos, la mayoría de los recados me tocaba hacerlos a mí, y si lo era para la compra de varios artículos, llevaba siempre el cenacho donde metía toda la compra. El cenacho era a mí, como actualmente son las bolsas de plástico, o sea inseparable.
Pero había una excepción importante, que lo era para la compra del pan, que como quiera que si lo metías con carne, pescado u otros artículos, podía tomar sabor y olor de muchos de ellos, y entonces para ello se utilizaba una bolsa de tela solo dedicada para el pan, y que en casi su totalidad, todas ellas tenían bordada en uno o dos de sus costados la palabra "Pan". Aquí en mi casa, cuando menos existe todavía una de esas bolsas con su bordado correspondiente. Esto solía formar parte del ajuar que las mujeres llevaban al matrimonio.
¿A alguien no le ha quedado claro lo de cenacho, y porque era tan conocido, utilizado y popular? Enterados pues, por satisfecho me doy.
Ahora vamos al "papel de estraza". El diccionario lo describe así: "Papel muy basto, sin cola y sin blanquear". Y asímismo os preguntareis el porqué su importancia para que se haya traído a esta entrada. Pues guarda una relación muy directa con el cenacho, porque ambos estuvieron siendo compañeros inseparables durante luengos años. Vamos a explicarlo.
Los supermercados eran totalmente desconocidos en mi infancia y juventud y los comercios lo eran de menor o mayor importancia, en los pueblos solo los había de los primeros, y la casi totalidad de los artículos, especialmente en los ultramarinos, se vendían a granel, al punto que yo recuerdo que en casa de mis padres solamente se compraba empaquetado el café, que venía en cartuchos de un kilo, y hasta me acuerdo de la marca, "Mis nietos", en cuya envoltura había dibujados unos ancianos rodeados de unos cuantos nietos. Pues para envolver todos los productos que se compraban se utilizaba el papel de estraza, así que si llevabas artículos de cinco clases, por ejemplo, azúcar, garbanzos, judías, lentejas y, también hasta la sal, llevabas cinco paquetes hechos con papal de estraza. Encima de los mostradores de cada establecimiento. había un verdadero montón de esta clase de papel, y que solían ser generalmente de tamaño folio, y que los propios dependientes cortaban en dos o mas trozos, según la cantidad que habían de envolver. Se me viene al recuerdo, que la cantidad de la "mitad del cuarto", que son 125 gramos, solía ser la mas solicitada, dado a que las compras en la inmensa mayoría de los hogares, se hacía para el consumo diario, y que incluso los domingos y festivos, salvo dos o tres en el año, solían abrir todas las tiendas. Me admiraba la rapidez y la destreza con la que todos los dependientes envolvían los géneros, lo bien hechos que les quedaban y que por mucho que los movieras no se deshacían. A este respecto, cuento lo que con mucha frecuencia solía sucederme, y es que como de condición siempre fui bastante goloso, el azúcar, aunque lo era a granel, había siempre muchos terrones de mayor o menor tamaño, y cuando hacia compra de dicho artículo, deshacía el paquete correspondiente y tomaba uno o dos terrones, según lo grandes que fueran, pero al intentar rehacer el mismo, para lo cual y como para la inmensa mayoría de estas cuestiones he sido, y lo sigo siendo, un manazas, no había forma de dejar el paquete siquiera medio parecido a sus compañeros, lo que cuando llegaba a mi casa, mi madre que para todo era un lince, tan pronto le echaba la vista encima al paquete del azúcar, ya sabía que yo le había metido mano, lo que cuando menos lo que se llamaba un "pescozón", no me lo quitaba nadie. El caso es que no escarmentaba, tal era mi adicción a lo dulce.
El destino final del papel de estraza de los paquetes respectivos, solían tener el mismo que damos hoy al que llamamos papel higiénico, que en mi pueblo cuando menos entonces, no se conocía, así al deshacer los paquetes pasaba a formar parte del retén para el uso antes indicado.
En dos o tres ocasiones, y en el cortijo de mi primera novia, comí por vez primera y después no he vuelto a probarlo, un trozo de chorizo ibérico del bueno, envuelto en papel de estraza y se ponía enterrado por el rescoldo de la candela de leña de olivo o encina durante varios minutos, y después quedaba, como uno de los bocados mas exquisitos comidos en mi vida. Claro la edad que tenía, dieciocho años, y los años de la hambre, miel sobre hojuelas.
Bueno, aquí doy por finalizada esta rara entrada, y los nombres de cenacho y papel de estraza, que tan desconocida os haya resultado a muchos de los pocos que tengais la audacia de leerla, y lo tan familiar que lo estuvo siendo para mí durante no pocos años, me despido de vosotros hasta la próxima, que sepa Dios por donde y porqué me decantaré.
Comencemos por lo primero. Según el diccciomario de la RAE, cenacho es: "espuerta de esparto o palma, con una o dos asas, que sirve para llevar carne, pescado, hortalizas, frutas o cosas semejantes". Los cenachos, habíalos de distintos modelos, formas y dimensiones, pero a los que yo me refiero, eran de dos asas, en su mayoría de palma, de unas dimensiones aproximadas como son las bolsas que hoy suelen darse en los supermercados, y se utilizaban generalmente para ir a la compra al mercado y a las tiendas. Los "carritos de la compra", cuando menos en mi pueblo no existían, ni creo lo fueran tampoco en las grandes ciudades, o sea que yo creo no existían siquiera, así todas las mujeres (hombres también, pero menos) que iban a los mismos, como igualmente a las tiendas, que en su inmensa mayoría eran de particulares y dedicadas a la venta al pormenor y a granel, utilizaban los cenachos. En casa de mis padres había, dos, de ellos uno más usado, que se utilizaba para guardar las cosas dentro de la casa, que se citan en la descripción, y el otro mas nuevo para llevarlo a la compra. Ambos eran de palma, y rara vez se veía uno de esparto.
Los malagueños lo tenemos, porque yo también soy malagueño, como símbolo de la ciudad en "El Cenachero", aunque los dos cenachos que lleva el mismo, por su forma se les solía llamar "capachos", en otras partes también "capazos".
Cuando yo era muchacho, y como el mayor de los cinco hermanos, la mayoría de los recados me tocaba hacerlos a mí, y si lo era para la compra de varios artículos, llevaba siempre el cenacho donde metía toda la compra. El cenacho era a mí, como actualmente son las bolsas de plástico, o sea inseparable.
Pero había una excepción importante, que lo era para la compra del pan, que como quiera que si lo metías con carne, pescado u otros artículos, podía tomar sabor y olor de muchos de ellos, y entonces para ello se utilizaba una bolsa de tela solo dedicada para el pan, y que en casi su totalidad, todas ellas tenían bordada en uno o dos de sus costados la palabra "Pan". Aquí en mi casa, cuando menos existe todavía una de esas bolsas con su bordado correspondiente. Esto solía formar parte del ajuar que las mujeres llevaban al matrimonio.
¿A alguien no le ha quedado claro lo de cenacho, y porque era tan conocido, utilizado y popular? Enterados pues, por satisfecho me doy.
Ahora vamos al "papel de estraza". El diccionario lo describe así: "Papel muy basto, sin cola y sin blanquear". Y asímismo os preguntareis el porqué su importancia para que se haya traído a esta entrada. Pues guarda una relación muy directa con el cenacho, porque ambos estuvieron siendo compañeros inseparables durante luengos años. Vamos a explicarlo.
Los supermercados eran totalmente desconocidos en mi infancia y juventud y los comercios lo eran de menor o mayor importancia, en los pueblos solo los había de los primeros, y la casi totalidad de los artículos, especialmente en los ultramarinos, se vendían a granel, al punto que yo recuerdo que en casa de mis padres solamente se compraba empaquetado el café, que venía en cartuchos de un kilo, y hasta me acuerdo de la marca, "Mis nietos", en cuya envoltura había dibujados unos ancianos rodeados de unos cuantos nietos. Pues para envolver todos los productos que se compraban se utilizaba el papel de estraza, así que si llevabas artículos de cinco clases, por ejemplo, azúcar, garbanzos, judías, lentejas y, también hasta la sal, llevabas cinco paquetes hechos con papal de estraza. Encima de los mostradores de cada establecimiento. había un verdadero montón de esta clase de papel, y que solían ser generalmente de tamaño folio, y que los propios dependientes cortaban en dos o mas trozos, según la cantidad que habían de envolver. Se me viene al recuerdo, que la cantidad de la "mitad del cuarto", que son 125 gramos, solía ser la mas solicitada, dado a que las compras en la inmensa mayoría de los hogares, se hacía para el consumo diario, y que incluso los domingos y festivos, salvo dos o tres en el año, solían abrir todas las tiendas. Me admiraba la rapidez y la destreza con la que todos los dependientes envolvían los géneros, lo bien hechos que les quedaban y que por mucho que los movieras no se deshacían. A este respecto, cuento lo que con mucha frecuencia solía sucederme, y es que como de condición siempre fui bastante goloso, el azúcar, aunque lo era a granel, había siempre muchos terrones de mayor o menor tamaño, y cuando hacia compra de dicho artículo, deshacía el paquete correspondiente y tomaba uno o dos terrones, según lo grandes que fueran, pero al intentar rehacer el mismo, para lo cual y como para la inmensa mayoría de estas cuestiones he sido, y lo sigo siendo, un manazas, no había forma de dejar el paquete siquiera medio parecido a sus compañeros, lo que cuando llegaba a mi casa, mi madre que para todo era un lince, tan pronto le echaba la vista encima al paquete del azúcar, ya sabía que yo le había metido mano, lo que cuando menos lo que se llamaba un "pescozón", no me lo quitaba nadie. El caso es que no escarmentaba, tal era mi adicción a lo dulce.
El destino final del papel de estraza de los paquetes respectivos, solían tener el mismo que damos hoy al que llamamos papel higiénico, que en mi pueblo cuando menos entonces, no se conocía, así al deshacer los paquetes pasaba a formar parte del retén para el uso antes indicado.
En dos o tres ocasiones, y en el cortijo de mi primera novia, comí por vez primera y después no he vuelto a probarlo, un trozo de chorizo ibérico del bueno, envuelto en papel de estraza y se ponía enterrado por el rescoldo de la candela de leña de olivo o encina durante varios minutos, y después quedaba, como uno de los bocados mas exquisitos comidos en mi vida. Claro la edad que tenía, dieciocho años, y los años de la hambre, miel sobre hojuelas.
Bueno, aquí doy por finalizada esta rara entrada, y los nombres de cenacho y papel de estraza, que tan desconocida os haya resultado a muchos de los pocos que tengais la audacia de leerla, y lo tan familiar que lo estuvo siendo para mí durante no pocos años, me despido de vosotros hasta la próxima, que sepa Dios por donde y porqué me decantaré.
3 comentarios:
Aquí el cenacho es lo que llevaban los marengos vendiendo pescado, aunque yo eso no lo conocí, si cuando lo llevaban en cubos de zinc y lo vendían por la calle, lo otro era la cesta de la compra, que recuerdo que había dos, una para el carbón y otra nueva para los mandados, como tu bien dices la talega para el pan, con un dibujo por un lado y Pan por el otro, en casa yo todavía tengo el pan en una talega.... Ji ji ji. En cuanto al papel estrasa lo recuerdo perfectamente y la habilidad de los tenderos para hacer el paquete, después vinieron los cartuchos que también se doblaban por el extremo de forma que no se salía nada. En cuanto al uso posterior no se que harían en mi casa con el, yo recuerdo como papel higiénico uno de la marca El Elefante que no era mucho más fino que el de estrasa..... Ji ji ji nada que ver con los de ahora, que como se ve que cada día los cultitos son más finolis, ahora venden toallitas húmedas para tal menester, puedes encontrarla en tu Mercadona del alma para que puedas opinar... Muy amena tu entrada de hoy. Bss.
Es culitos, que el corrector este es tonto!
Ja ja ja!!! Qué maravilla poder recordar todavía esas vivencias. En nuestra calle, de pequeños, todavía nos mandaba Mamá a la tienda de Pepa o de Juana, donde, por supuesto, el papel de estraza envolvía las joyas que luego nuestra madre, en la cocina, convertía en tesoros...
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