viernes, 6 de abril de 2012

Sesenta y seis años, y era sábado




SÍ, aunque me parezca mentira hoy se cumplen sesenta y seis años en que salí de mi pueblo para irme a la mili. Era la primera vez que me separaba de la familia. Cuando aún solo me faltaba menos de un mes para cumplir 21 años, toda mi vida se había desarrollado en una pequeña localidad como era mi pueblo, y quizá casi a partes iguales, en el campo.

Como ya lo he citado en varias ocasiones, creo que en este blog y también en mis memorias, era voluntaria la decisión de irme al Ejército, ya que a la sazón estaba trabajando en una mina y podíamos optar por seguir en el trabajo que se nos contaba como el tiempo servido en filas para todos los efectos, con la única ventaja de que continuábamos cobrando el mismo sueldo, o dejar el trabajo y hacer lo que yo, y otros muchos más también, decidíamos lo contrario que era hacer la mili. Para mí lo único que realmente me dolía por optar a ello, era el privar a la familia del sueldo que semanalmente nos abonaban y del que nunca estaba demás arrimar a la casa, y que al igual que la inmensa mayoría de los entonces jóvenes, entregábamos, en mi caso, a mi madre íntegramente todo lo que ganaba. Luego ella solía darme lo que creía justo y necesario para mis gastos, pero eso sí, cuando llegaba el domingo o algún día festivo y que visto por la juventud de hoy lo considerarían de cantidades irrisorias.


La decisión tomada por mí, estaba basada en dos circunstancias especiales y únicas. La primera y principal, era el salir de un ambiente donde solo tenía la posibilidad de continuar trabajando en la mina, o en el campo, como lo había estado haciendo hasta dos años antes en que me hice minero. Yo no sabía ni me alcanzaba una idea exacta de cuanto pudiera encontrar en la nueva vida que iba a comenzar, pero eso sí, desde hacía algunos años, en esos momentos tantos durante el día como en muchos en que me surgía algún desvelo durante las noches, mis pensamientos y deseos vagaban por esos vericuetos desconocidos que pasaban por mi mente, pero que un persistente martilleo en mis pensares, me decían que algo hallaría en ese mundo que tan desconocido resultaba para mí, y de lo que solo sabía de la mina y las faenas como jornalero en el campo.


La segunda, era ese desprecio que sentía por el trabajo que realizaba en la mina, el que, por cierto mi madre permanentemente también deseaba que abandonara, por el peligro que ella creía, y en parte tenía razón, de lo que suponía hacerlo en el interior de los pozos, y que sin embargo el único accidente mortal que sucedió durante el tiempo que yo estuve allí, lo fue a un trabajador que lo hacía en el exterior.

Sin embargo y de aquella decisión de la que hoy se cumplen esos 66 años, finalmente me supusieron un aporte de circunstancias que durante la casi total travesía de mi vida a partir de terminar mi servicio militar, me hicieron gozar de unas dedicaciones de feliz recuerdo.

Ahora y en estos momentos, solo el retrotraer el recuerdo hasta aquellos lejanos tiempos, me resulta casi incomprensible el modo, forma y circunstancias en las que entonces se desarrollaba el cotidiano vivir de las gentes, claro incluido yo y todo mi entorno, que alcanzaban infinidad de carencias hoy consideradas casi como indispensables. Cierto regodeo siento al compararlo tal hoy vivo.

Hasta la próxima.

1 comentario:

Carmen dijo...

Todavía me sigo asombrando de tu.... "memorión", pues no solo recuerdas el dia que te fuiste a la mili, sino que era sabado, es increibleeeeeeeeeee, pero por lo que veo eso en ti es muy normal, aunque para otros no lo sea tanto, que bien que arriesgaste y te salió bien, cambiaste para mejor y me alegro muchiiiiiisimo, aunque comprendo que tuvieses tus dudas, ha pasado toda una vida y tu sigues disfrutando todo lo conseguido con el cambio que te repito ¡¡¡me alegro muchooooooo!!!. Saluditos: Carmen