martes, 3 de abril de 2012

Otra doble efemérides



La ventaja o desventaja, de tener tantos años acumulados sobre mis espaldas, es que para este menester de mi blog, que huelga decir como figura en el título de "Recuerdos" dado al mismo, se me amontonan las efemérides de vez en vez para glosarlas en humildes relatos, para que cuando menos lleguen hasta vosotros, tal yo las conservo en el recuerdo, que os prometo las mantengo al día de hoy, tal cual sucedieron en su día. Como por costumbre tengo, comenzaré siguiendo el orden cronológico de sus aconteceres.


Hoy 3 de abril de 2012 y como figura en el título de esta entrada, se cumplen dos efemérides de esas que han ido, para bien, marcando hitos en el devenir de mi vida. Así tal día como hoy, pero de 1958. Jueves Santo por cierto, sobre las dos de la madrugada venía al mundo mi segundo hijo. Con respecto a este acontecimiento y procuraré ser lo mas breve posible, quiero hacer dos puntualizaciones y como no, también relacionadas con la que fue principal protagonista de ello y que desgraciadamente no se encuentra entre nosotros para recordárselo.

Como indiqué anteayer, el día 1º de abril de 1956 contraía matrimonio. A finales de aquel ya lejano abril, mi mujer (q.e.p.d.), le bajó la regla y en su consecuencia y como quiera que tenía unos grandísimos deseos de ser madre, le sobrevino una llantera que parecía no tener consuelo, y manifestando que tenía el presentimiento de que no llegaría nunca a tener hijos. Pues, dos años y dos días después de nuestro casamiento, nacía nuestro segundo hijo como hago constar anteriormente. Así que sus vaticinios como profeta para predecir cual iba a ser su maternidad, no estuvo muy acertada que digamos.

Pero a esta anécdota mencionada, quiero agregar otra no menos curiosa y también relacionada con ELLA. Resulta que mi mujer, y como buena "Toledo", que era su primer apellido y a su vez malagueña de pura cepa, sentía por la Semana Santa de su tierra una pasión inigualable y por encima de todas sus procesiones y quizá, por vivir a no mas de veinte metros de la Iglesia de San Pedro, y que la Guardia Civil, Cuerpo del que yo formaba parte en aquellos entonces, era también Hermano Mayor Honorario de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores, la noche del día 2 de Abril de 1958, estuvo porfiándome de que cuando menos la llevara a ver salir la "Expiración" como el pueblo malagueño conoce a dicha hermandad, petición que con todo el dolor de mi corazón tuve que negarle, y que le costó cierto disgustillo, dado que temía que en cualquier momento podría ponerse de parto. Como todos, por lo menos los malagueños sabéis, la procesión de la tan mencionada hermandad tiene su salida desde que yo vivo en Málaga, o sea hace mas de sesenta años, a las doce de la noche. Pues sabéis el resultado. Que cuando no hacía ni dos horas que los Sagrados titulares de la hermandad había salido a la calle, nuestro hijo también había hecho lo mismo; así que si hubiere accedido a ver la "Salida", las imágenes y el niño se hubieran dado la mano en las inmediaciones de la Iglesia de San Pedro.

Ahora vamos al segundo relato. Se dá la circunstancia de que 24 años justos después de aquel 3 de abril de 1958, o sea el mismo día pero de 1982, aquel niño también contraía matrimonio en la Ciudad de Zaragoza y la que se quedó con la gana de contemplar la salida de la Expiración veinticuatro años antes, su madre, ejercía de madrina. El convite de bodas se celebraba en el Hotel Oriente de la capital maña. Esta mañana cuando he llamado a mi hijo y mi nuera para felicitarlos, al primero por su cumple y a él y ella, por su 30º aniversario de boda, me comunicaban que hoy se iban a comer al mismo hotel en el que se le celebró el convite de bodas, pero ahora además de aquellos novios de entonces, iban acompañados de dos retoños que vinieron al mundo hace ya mas de veinticinco y mas de veintitrés años, respectivamente. La madre del novio, madrina de los contrayentes y abuela de los "retoños" citados, como citaba anteriormente, hace más de quince años nos dejaba, el padre y suegro de los entonces novios y abuelo de los dos hijos de los mismos, solo le queda el nítido recuerdo de aquellos inolvidables hechos, pero también la pérdida de quien conmigo tanto lo gozamos, y que junto a otros acontecieres similares, tanta felicidad me fueron trayendo y que Dios me la mantenga hasta que lo juzgue conveniente.

Hasta la próxima entrada.

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