La última entrada que hice en este mi Blog, fue para comentar el contacto telefónico que había tenido con mi gran amigo y residente en Córdoba, Rafael Serrano Valero, al que como dije, lo note bastante fastidiado en cuanto a su salud.
Tal contacto con mi amigo Serrano, lo fue el día 21 del corriente mes de junio. Esta noche, última del mes, al llamar a mi hermano Antonio a Villaharta, me ha dado la noticia de que el pasado Sábado día 28 fue enterrado mi citado y querido amigo. Exactamente una semana después de estar hablando con él, recibía sepultura. Como dicen dos estrofas de unas populares sevillanas: "Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va". Nada en tan pocas palabras, dictaminan una realidad tan evidente. Cuando un verdadero amigo, como Serrano lo era para mí, y, me consta que yo también lo era para él, un trozo de la propia vida de uno se marcha acompañándolo en su eterno viaje.
Tan pronto he tenido la noticia de su óbito, he llamado a su viuda para darle el pésame y no he podido remediar que unas, bastantes, lágrimas hayan acudido a mis ojos. Con la muerte de mi entrañable amigo Serrano, otra de las hojas que en ese árbol, del que hice referencia en una de mis ya pasadas entradas en este Blog, y que estaba bastante próxima a la que a mi me representa, deja ese vacío que a estas alturas de la vida, ya no llega esa primavera que pueda reemplazarla en el sitio que ocupaba.
Amigo Serrano, que Dios te conceda cuanto hayas merecido en tu paso por esta vida, que en cuanto a lo que fue nuestra amistad, no pudo ser mas leal y entrañable.
SERRANO, hasta siempre.
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