lunes, 16 de junio de 2008

INCOMPARABLE RECUERDO



Como prometí en la entrada de ayer y con respecto al mismo tema, vuelvo hoy a las andadas.

Aún pecando un tanto de vanidoso y reconociendo que dentro de mis limitaciones poseo para mis descripciones un vocabulario relativamente aceptable, me considero un analfabeto para poder hallar palabras que pudieran expresar siquiera aproximadamente el hecho que voy a exponer a continuación.

Día 16 de junio de 1959. Podrían ser aproximadamente las 10'30 horas de aquella calurosa mañana, cuando en el tren expreso Madrid-Málaga, llegaba a esta última ciudad, vestido de uniforme y luciendo mis recién estrenados galones de Cabo de la Guardia Civil. Pese a que la cantidad de pasajeros con que llegaba el tren a Málaga no era muy grande, yo tal vez mientras tomaba mi pequeño equipaje, compuesto por una maleta y un bulto más, cuando descendí del convoy no quedaban muchos detrás de mí. Una vez sobre el andén con el corazón latiendo a fuerte ritmo debido a lo que me esperaba encontrar y al dirigir la vista hacia el pequeño bullicio que se dirigía hacia la salida, a una distancia aproximada de unos cincuenta metros, divise la escena, que como cito anteriormente, produjeron en mi estado de ánimo el mayor impacto emocional y beneficioso, que nunca hasta entonces y creo que después tampoco, me hayan sucedido.

A la distancia que indico antes, venía en primer lugar mi hijo Rafa que a la sazón contaba dos años y cuatro meses, corriendo hacia mí con la velocidad y fuerza que un niño de su edad podía realizar; mi otro hijo José Carlos, que según indiqué ayer en ese día había comenzado a caminar por sí solo, con ese torpe caminar de quién comienza y posiblemente estimulado por su madre para que al igual que su hermano vinieran en mi busca y tras ellos, la madre de ambos, mi mujer, que tal vez porque hacía dos meses que no la veía, al igual que a los niños, mostrando ella una amplia sonrisa y luciendo uno de los vestidos que solo ella tenía esa gracia y habilidad para confeccionarlos tal cual, y confieso que sin duda ha sido el momento en que mas guapa y atractiva, si cabe a como era, la encontré, cuando llegamos a reunirnos los cuatro, nos fundimos en un fuerte y prolongado abrazo, repartiéndonos besos a diestra y siniestra y así permanecimos durante un rato. Como creo así lo hice constar en mis memorias, por volver a vivir aquel momento en su estado natural como lo fue, daría sin duda el resto de los días de vida que me resten.

La profunda huella que dejan en el sentimiento de una persona, hechos como el que termino de relatar, son lo que no tienen precio, ni se olvidan jamás.

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