Amanecer: sombra proyectada por el Padre Teide sobre el Océano Atlántico y la isla de La Gomera
Todas aquellas personas que me conocen, saben que tengo, no se si la manía de madrugar, aunque ciertamente así es. También mi gran amiga Carmen, suele decirme con frecuencia que soy "mu pensaor", creo que se debe a que pienso mucho, y si es por estar siempre pensando, también acepto que eso me diga.
Bueno ya os estaréis preguntando a que viene todo esto y quizás no os falte razón y que a lo mejor he comenzado la casa por el tejado, así que vamos a poner orden en la materia.
Esta mañana, como todas las mañanas, salvo raras excepciones, me levanté bastante antes de que las claras del día alumbren la tierra, (me refiero claro, a Málaga, donde estoy). Inmediatamente después de echarme fuera de la cama procedo a poner el balcón y todas las ventanas de la casa de par en par a fin de que se ventile. Suelo hacerlo con frecuencia y esta mañana también, de asomarme por la ventana de mi dormitorio para observar como está el cielo sin duda para ver si está o no cubierto de nubes que amenacen lluvia, que como sabéis, en reciente entrada ya manifesté cuanto me place el ver llover. Pero no, esta mañana estaba el cielo totalmente raso, sin que ni una pequeña nube se hallaba cuando menos por el punto donde yo tenía dirigida la vista. Por el contrario si percibí que las primeras claras del día comenzaban a mostrarse por el oriente. Permanecí por espacio de quizá algún minuto contemplando ese detalle, y lo primero que se me vino a la mente, fue el de dar gracias a Dios porque me permitía permanecer en la vida otra amanecida más.
Sentado en la cama y quizá dando la razón a Carmen, pensaba en las muchas, muchas, muchas amanecidas que he contemplado a lo largo de mi vida, y el hacerlo desde que asoman los primeros vestigios de la aurora, como esta mañana, hasta que los rayos del sol, que como diría Cervantes en la primera salida de Don Quijote, no puede ser mas poética, y que quiero recordar, era poco mas o menos, así: "Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra, las doradas hebras de sus hermosos cabellos...". Muy particularmente pude embelesarme en más de una ocasión, cuando caminando y precisamente con rumbo de oeste a este, y comenzado cuando aún todavía el cielo estaba preñado de estrellas e igual se veía al uno y el otro lado opuesto del recorrido del astro rey, sin ninguna señal de que estuviera a punto de llegar el momento de cuando yo lo contemplé esta mañana, nada en la vida hay tan gratificante y que mas profundo llegue hasta las propias entrañas del alma, el poder observar ese tiempo, quizá puede durar cerca de una hora, pero aún, a como cito que Cervantes contaba como era la salida del sol, nunca creo haya habido, ni seguro podrá haberlo, persona que pueda describir tanta belleza, tal se produce a diario por la propia naturaleza, si el horizonte no se halla cubierto de nubes. Pues y como apuntaba antes, cuando en bastantes ocasiones yo me dirigía de mi pueblo a mi lugar de trabaja, distante unos diez o doce kilómetros de distancia, siguiendo siempre el camino de oeste a este, comenzaba con todo el firmamento empedrado de estrellas, luego empezaba a dar señales la venida de la aurora, los pájaros desde sus lugares de pernocte comenzaban con sus trinos y algarabías, sin duda como dando muestras de alegría, como yo esta mañana, de dar gracias a Dios por permitirle estar vivos un día más, hasta que los primeros rayos de sol comenzaban a calarse a través de las verdes hojas de los olivos, como indicaba anteriormente, eso solo es obra de Dios, y Dios es inalcanzable. Ese efecto que me producía el extasiarme ante tanta belleza, me llevaba a pasar el día de un talante tan optimista, que ni siquiera el sacrificio del trabajo a realizar durante una larga jornada, conseguía hacer mella en mi estado de ánimo.
A lo largo de mi ya larga vida, he tenido la suerte de contemplar verdaderas obras de arte, tanto en el orden pictórico, musical, la escultura, de las letras y otras, realizadas por personas, pero confieso, que el efecto que en mi producía, un solo amanecer que incluso hasta en mi busca venía, no lo ha conseguido ninguna de esas maravillas, porque también no tengo más remedio que reconocer que lo son, y lamento el no haber sido dotado con alguna de esas facultades para que cuando menos, dejar algo de cierta importancia para la posteridad, pero eso lo consiguen solo los elegidos, y estos pocos lo fueron, lo son y lo seguirán siendo.
Posiblemente no todas las personas conseguirán entusiasmarse al igual y el porque a mi me sucede, pero creo que cada ser somos un mundo y yo lo soy así.
Hasta la próxima entrada que ya veremos por donde desbarro.
Bueno ya os estaréis preguntando a que viene todo esto y quizás no os falte razón y que a lo mejor he comenzado la casa por el tejado, así que vamos a poner orden en la materia.
Amanecer: estación de guaguas de Las Palmas de Gran Canaria
Esta mañana, como todas las mañanas, salvo raras excepciones, me levanté bastante antes de que las claras del día alumbren la tierra, (me refiero claro, a Málaga, donde estoy). Inmediatamente después de echarme fuera de la cama procedo a poner el balcón y todas las ventanas de la casa de par en par a fin de que se ventile. Suelo hacerlo con frecuencia y esta mañana también, de asomarme por la ventana de mi dormitorio para observar como está el cielo sin duda para ver si está o no cubierto de nubes que amenacen lluvia, que como sabéis, en reciente entrada ya manifesté cuanto me place el ver llover. Pero no, esta mañana estaba el cielo totalmente raso, sin que ni una pequeña nube se hallaba cuando menos por el punto donde yo tenía dirigida la vista. Por el contrario si percibí que las primeras claras del día comenzaban a mostrarse por el oriente. Permanecí por espacio de quizá algún minuto contemplando ese detalle, y lo primero que se me vino a la mente, fue el de dar gracias a Dios porque me permitía permanecer en la vida otra amanecida más.
Amanecer: Playa de la Misericordia (Málaga)
Sentado en la cama y quizá dando la razón a Carmen, pensaba en las muchas, muchas, muchas amanecidas que he contemplado a lo largo de mi vida, y el hacerlo desde que asoman los primeros vestigios de la aurora, como esta mañana, hasta que los rayos del sol, que como diría Cervantes en la primera salida de Don Quijote, no puede ser mas poética, y que quiero recordar, era poco mas o menos, así: "Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra, las doradas hebras de sus hermosos cabellos...". Muy particularmente pude embelesarme en más de una ocasión, cuando caminando y precisamente con rumbo de oeste a este, y comenzado cuando aún todavía el cielo estaba preñado de estrellas e igual se veía al uno y el otro lado opuesto del recorrido del astro rey, sin ninguna señal de que estuviera a punto de llegar el momento de cuando yo lo contemplé esta mañana, nada en la vida hay tan gratificante y que mas profundo llegue hasta las propias entrañas del alma, el poder observar ese tiempo, quizá puede durar cerca de una hora, pero aún, a como cito que Cervantes contaba como era la salida del sol, nunca creo haya habido, ni seguro podrá haberlo, persona que pueda describir tanta belleza, tal se produce a diario por la propia naturaleza, si el horizonte no se halla cubierto de nubes. Pues y como apuntaba antes, cuando en bastantes ocasiones yo me dirigía de mi pueblo a mi lugar de trabaja, distante unos diez o doce kilómetros de distancia, siguiendo siempre el camino de oeste a este, comenzaba con todo el firmamento empedrado de estrellas, luego empezaba a dar señales la venida de la aurora, los pájaros desde sus lugares de pernocte comenzaban con sus trinos y algarabías, sin duda como dando muestras de alegría, como yo esta mañana, de dar gracias a Dios por permitirle estar vivos un día más, hasta que los primeros rayos de sol comenzaban a calarse a través de las verdes hojas de los olivos, como indicaba anteriormente, eso solo es obra de Dios, y Dios es inalcanzable. Ese efecto que me producía el extasiarme ante tanta belleza, me llevaba a pasar el día de un talante tan optimista, que ni siquiera el sacrificio del trabajo a realizar durante una larga jornada, conseguía hacer mella en mi estado de ánimo.
Amanecer: aterrizaje en el aeropuerto de Gran Canaria
A lo largo de mi ya larga vida, he tenido la suerte de contemplar verdaderas obras de arte, tanto en el orden pictórico, musical, la escultura, de las letras y otras, realizadas por personas, pero confieso, que el efecto que en mi producía, un solo amanecer que incluso hasta en mi busca venía, no lo ha conseguido ninguna de esas maravillas, porque también no tengo más remedio que reconocer que lo son, y lamento el no haber sido dotado con alguna de esas facultades para que cuando menos, dejar algo de cierta importancia para la posteridad, pero eso lo consiguen solo los elegidos, y estos pocos lo fueron, lo son y lo seguirán siendo.
Posiblemente no todas las personas conseguirán entusiasmarse al igual y el porque a mi me sucede, pero creo que cada ser somos un mundo y yo lo soy así.
Hasta la próxima entrada que ya veremos por donde desbarro.
2 comentarios:
Estarás contento con tu editor, ha puesto cuatro bonitos amaneceres, aunque precioso de verdad el de la playa de la Misericordia.... Ja ja ja, creo que se nota mucho que soy malagueña... Ja ja ja. Es verdad que es muy bonito ver de amanecer, desde mi terraza es una maravilla, a veces he tomado fotos, pero normalmente me lo pierdo porque estoy en siete sueños, pa que tu veas que mal repartio está el mundo unos tan madrugadores y otros tan dormilones.... La vida.... Bss.
Suerte la nuestra de poder leer tus líneas cada día, Rafael! Cada amanecida me recordará a partir de hoy que siempre puede haber un post tuyo nuevo hoy. Qué impaciencia! Gracias por recordarnos siempre la alegría de vivir y de dar gracias por disfrutar de las maravillas de la vida un momento. Y otro. Y otro.
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