miércoles, 1 de octubre de 2014

Las zahurdillas


Haciéndome eco de la recomendación que mi amigo Luis Carballeda  me hacía  en su comentario de la entrada anterior, y sacar de la duda que también en igual modo y sitio, mi amigo Daniel ignoraba lo que era una zahúrda, para complacer a ambos, y a mí que no me hace falta nada para hablar de mi pueblo y volver por aquellos lejanos recuerdos de mi niñez y primera juventud, hoy voy a tratar de las zahurdíllas, dos puntos que se hallan en los extrarradios de Villaharta.

Comenzando por su etimología, diré que deben su nombre a que luengos años ha, en dichos puntos los habitantes de mi pueblo creo tenían por costumbre edificar en los mismos los pequeños establos donde encerraban los cerdos a lo que se llaman zahúrdas y en otros puntos de España creo que se les llaman también pocilgas. En los tiempos en que yo jugaba allí, se podían ver todavía algunos restos de  de piedras y barro que formaron parte de aquellas zahúrdas. Igualmente y como citaba en su comentario Luis, en la pequeñísima explanada existente en dichos puntos, en la época de la recolección de los cereales solían poner algunas eras donde trillaban y aventaban para separar el grano de la paja de los que habían tenido sembrados.

Y ahora que ya he cumplido con con mi deseo de complacer a mis dos buenos amigos, voy yo a explayarme y añadir eso de como he citado antes de mis viejos recuerdos.

Villaharta (Córdoba)

Como decía en mi comentario de la anterior entrada, hay en Villaharta dos puntos conocidos por ese nombre, que llamábamos las de arriba y las de abajo. A las zahurdillas de abajo es donde generalmente íbamos los niños a jugar y a la vez por aquellos aledaños, nos dedicábamos según el tiempo, a buscar grillos, buscar nidos de pájaros, que el primero que lo divisaba pasaba a ser de su propiedad, y aunque alguien pueda dudarlo, rara vez cometíamos  alguna tropelía de romper los huevos o matar alguno de los pajarillos. El desarrollo de éstos lo observábamos casi a diario, y el día que llegábamos y ya habían abandonado el nido, nos producía una gran decepción. En no pocas ocasiones comenzábamos a merodear por los alrededores de donde había estado el nido, y veíamos a alguno de los polluelos revoloteando de un árbol a otro, con la inexperiencia de haber comenzado a volar a lo mejor el día anterior, y los padres llevándoles la comida en cortos espacios de tiempo. Cuando yo contemplo ahora el embeleso de los niños ensimismados con sus "maquinitas" de todo tipo, en muchos casos que les han supuesto a sus padres un gasto importante para regalárselos me transporto hasta estos hechos que estoy relatando, y puedo asegurar que nos proporcionaba a nosotros posiblemente mayor deleite y goce que a ellos. Otro de los recuerdos incomparables de mi niñez es escuchar el canto de un ruiseñor entre los zarzales de un río o de un arroyo, que no hay un sonido y melodía tan sublime en el mundo como ello. Lástima, por una parte, pero alegría para él, que dicho minúsculo pajarillo, no soporta el cautiverio y nos prive de no poderlo oír a diario.

También en la primavera casi todos los días nos dedicábamos a recoger hierbas que conocíamos debidamente que eran comestibles, entre las que recuerdo, los cornachos, las arbejanas, las yerba gitana, las alcubillas, nombres que seguro nada tienen que ver con los específicos, pero nosotros así las conocíamos y nos las comíamos con lo que nos suplía la falta de no tener otra cosa que merendar, y con el caso de que toda la boca se nos ponía de un color verdoso que luego trabajo costaba volver a su color natural.

Otra de las cosas por las que yo me iba a las zahurdillas, era los días que no había escuela, y me llevaba dos cabras que había en mi casa, a pastar por aquellos parajes, y con ello ahorraba a mis padres 20 céntimos, que cobraba el cabrero a quien se las llevaba los días de colegio, y  a su vez le entregaba diez céntimos por cada una.

Por último, que me he pasado ya tres pueblos por lo menos, y aunque en un comentario que hice en la anterior entrada a Luis y Daniel lo conté, diré para quien no lo haya visto, que a los pocos días de iniciarse la Guerra Civil Española, en las zahurdillas, esta vez las de arriba, una mañana estábamos quince o veinte niños jugando a los soldados portando una bandera republicana de grandes dimensiones, y que daba la casualidad que un par de días antes habían llegado al pueblo posiblemente eran como un batallón de soldados del ejército rojo que iban  con destino a Córdoba para sofocar la rebelión. Cuando más a gusto estábamos jugando a soldados, llegó una avioneta procedente de Córdoba y seguro que confundiéndonos con los verdaderos, comenzaron a arrojarnos bombas y a la explosión de la primera, abandonando la bandera salimos de estampida cada uno en busca de su casa. A unos doscientos metros del lugar de donde nos sorprendió la primera explosión a un primo mío y a mí, volvió a explosionar una segunda que cayó a no más de cien metros de donde corríamos, menos mal que era posiblemente una bomba de mano, y la metralla no nos alcanzó, si hubiere sido mayor, creo que hubiéramos tenido problemas.

A lo mejor otro día volveré a hablar, en vez de como se dice, del Gobierno, de las cosas del campo. Como no.

4 comentarios:

Rafa dijo...

En esta entrada de 16 de abril de 2008 también se citan las zahurdillas... http://elabuelodevillaharta.blogspot.com.es/2008/04/todos-los-parajes-en-el-entorno-de.html

El abuelo de Villaharta dijo...


Gracias señor Editor por el conocimiento que tiene de todo cuanto se ha publicado en este blog
y efectivamente, he comprobado la veracidad de lo que dice.

Luis Carballeda dijo...

Gracias por contestar tan brillantemente a la sugerencia y sobre todo por la amistad.
A mi lo del campo "me pone" como se dice ahora, asi que a seguir con el tema.
Un Abrazo

Daniel Torres dijo...

¡Muchísimas gracias por tu generosidad al explicárnoslo de manera tan deliciosa, Rafael! Y, como bien dices, enhorabuena a tu editor por su celo asociador y registrador de tu propiedad intelectual.
Como siempre en todo lo que escribes, qué difícil es elegir una línea favorita... Y anda que las de los embrollos en los que os metíais, bombardeo de la guerra civil incluido, tienen ya bastante tela. Ahora, esta vez me quedo con la preciosa idea de que el pajarillo que mejor canto nos ofrece es también el que nunca podrá renunciar a su libertad. Qué maravilla. Poesía pura, como todo lo que escribes, aunque sea prosa.