domingo, 27 de enero de 2013

Otra vez que paso sobre el 27 de enero


¡Qué más podría añadir más a lo que ya llevo escrito, en años anteriores, sobre esta efemérides del dia de hoy! 

Aunque posiblemente falten adjetivos para ensalzar, lo que supuso aquel 27 de enero de 1952, cuando por simple azar conocí a la mujer que luego fue mi esposa,  llevándome a un largo período de años gozando de aquella felicidad plena, de todo lo cual en los recientes pasados años, siempre, como no podría ser menos, lo he traído a este blog. Quizá, en el presente, de haber vivido, sin duda se hubiera llevado una de las muchas, y mayores,  alegrías de las que también a lo largo de su vida gozó, como ha sido el ascenso a General de su hijo Rafael, y creo con parangón al hecho de su entrega del Despacho de Teniente, por S.M. el Rey Juan Carlos, en aquel también ya lejano día del 15 de julio de 1979, que con tanta emoción presenciamos los dos abrazados. Aunque, también, y como su citado hijo, hizo alusión en su discurso en el acto de la imposición de la faja de General, allá desde el Cielo, donde merecidamente ha de encontrarse, sin duda y con tanto orgullo estuviera presenciando el emotivo acto. 

Próximo a cumplirse también el aniversario de la desaparición de este mundo, traer al recuerdo hechos como el señalado anteriormente, parten el alma de lo que para una madre supone el poder gozarlos en presente no puedan cumplirse, pero solo queda la resignación y elevar al grado de homenaje, esta corta, pero entrañable entrada en el blog de esta fecha. Así es la vida, el contraste de la entrada de hoy, con otras de no hace muchas fechas. Aunque con el ánimo un tanto decaído, solo pido, que Dios me conceda seguir la vida tal hasta hoy la vengo gozando.

Hasta la próxima.  

domingo, 20 de enero de 2013

Historia de una percha



Extraño podrá parecer el título dado a esta entrada, y yo no digo que no lo sea, así como el meollo de la cuestión, pero no obstante tiene su aquél, por el que en el día de hoy traigo este asunto a la palestra.

En la tarde-noche de ayer recibí una llamada telefónica de mi nieto y editor de esta importantísima serie de entradas, sin lugar a dudas de que pensaba que me iba a coger en un renuncio sobre lo que mi memoria mantiene en sus recuerdos. Tan pronto descolgué el teléfono y pronuncié la consabida palabra del "dígame", me espetó lo siguiente: "Abuelo mañana tienes que entrar en el blog y contar lo que te pasó el 22 de Abril de 1950". Con esto pensaba, que mi respuesta iba a ser que qué era lo que me pasó ese día? Pero no fue así, sino que automaticámente le respondí: "Sí,  ya se a que te refieres", de lo que algo sorprendido se echó a reír. Como quiera que note de que el sorprendido fuese él, de que yo recordara tal efemérides, le pregunté si se apostaba algo de que sabía exactamente lo que fue, recibiendo la respuesta de que no se apostaba nada, porque lo iba a perder.

Y ahora pido perdón porque seguro estaréis todos esperando una revelación de algún hecho importante, pero no, sino que aquel sábado 22 de abril de 1950, fue el primer día que salimos de la Academia de Úbeda donde me contraba realizando el curso de Guardia Civil, y a donde nos habíamos incoporado el día 14 del mismo mes y año. Y aquí viene el "bombazo". Aquella tarde, y creo fue en la casa de Muebles Molina, o algo así, ME COMPRÉ UNA PERCHA. Una percha, para colocar y colgar la ropa, y en la cual, con pluma y tinta, pues los bolígrafos no se habían inventado todavía, escribí mi nombre y la fecha del 22 de abril de 1950. Aquella percha, su primer cometido fue el de colocar en ella, el humilde uniforme que los Guardias Alumnos utilizábamos, como era pantalón y sahariana, eso sí de color verde, y un gorro como prenda de cabeza. Aquella percha me estuvo siguiendo a lo largo de bastantes años, incluso después de estar casado y haber tenido varios destinos, hasta que dejé de verla, y desde luego sin echarla de menos; pero un día, y no se como, bastantes años después, descubrí que se hallaba en casa de mi hijo mayor, que seguro cuando se fue a la Academia General Militar o cuando salió de Teniente, la cogió y como estaba en su casa, pués tan suya era como mía.  En el día de ayer, seguro que mi indicado nieto Rafa e hijo de mi hijo Rafa, vería la percha y en la que sin duda constará todavía aquel nombre y aquella fecha que yo escribí, cuando como he citado era un humilde Guardia Civil Alumno. Pero en la vida, hasta los objetos tienen su sino, y porque no también su suerte, y aquella PERCHA, que en aquel lejanísimo día 22 de abril de 1950, recibía en primicia la sahariana y el pantalón de un Guardia Alumno, hoy 20 de enero de 2013, casi  sesenta y tres años después, seguro sostiene el uniforme de un flamante GENERAL DE LA GUARDIA CIVIL. Si cuando yo tomaba en mis manos aquella sencilla percha de madera, sin nada otra cosa especial, para cubrir las necesidades de aquel, eso sí lleno de esperanzas, Guardia Civil Alumno, me hubieran dicho que pasados casi 63 años, iba a sostener el uniforme de un hijo mío, pero con las divisas de un bastón de mando y una espada cruzados en forma de aspa, y sobre el punto de su intersección una estrella dorada de cuatro puntas, como corresponde al empleo de un General de Brigada en la Guardia Civil, una ligera sonrisa de estupefacción se hubiera dibujado en mi boca, mirando como a quien tiene perdidas sus facultades mentales a quien me lo hubiera dicho o siquiera insinuado. Pero ha sido todo, y hasta algunas perchas, tienen la suerte de cara. 

Y con esto doy cumplimiento a cuanto mi editor me interesaba sobre esta misma hora, en el día de ayer, y ahora que él la edite y adorne con lo que su probada inteligencia suele hacer con todas mis entradas. Bromas aparte, y pese a que para quienes les haya parecido un tema carente de toda enjundia, para mí, lo confieso, me ha llegado al alma el traer al recuerdo la historia de esta percha. Hasta la próxima.

jueves, 17 de enero de 2013

17 de enero, San Antón


En el día de hoy celebra la Iglesia la festividad de San Antón, Patrón de los animales. Pero no es esto el motivo que me trae  para esta entrada en el blog. Igualmente hoy se cumple una semana de lo acontecido y que fue tratado en mi entrada anterior, de lo que todavía y por cuanto de vida me quede, seguiré deleitándome con este recuerdo. Pero tampoco es esta la causa de mi entrada, sino que me retrotraigo hasta aquel 17 de enero de 1944 y de cuyo sucedido creo lo he señalado en mas de una ocasión años atrás, cuando llegaba este día. Quizá y dicho así a bote pronto, podrá  causar extrañeza a quienes lean esta entrada, porque la cuestión es que hasta mí mismo hay veces que me parece ridículo el traerlo a colación, y sin darle mas vueltas, se trata nada mas y nada menos que fue la primera vez que le dí un beso a una novia.

Ya se que os habrá causado sorpresa, quizá también una malévola sonrisa que sea el motivo que me lleva a este relato, pero sí a cuantos, o para mejor decir, a los escasos que podáis osar a leerlo, pudiera trasladaros hasta aquellos inicios del mencionado año de 1944, o sea sesenta y nueve años atrás, aunque no para vivir las carencias y escaseces de toda índole que arrastrábamos, sino para el mero hecho de cómo se vivía en los pueblos el tema de los noviazgos, seguro que quizá a más de uno de vosotros también os vendría al recuerdo la primera vez que le dísteis el primer beso a la novia, o que fuisteis besadas por el novio, porque ya se guardaría una mujer de ser la primera que se lanzara a semejante osadía de dar un beso a su novio, cuestión ésta, y lo digo por propia experiencia, que, ni aún después de llevar algunos años de noviazgo se daba semejante situación. 

Pero, ¿y porqué recuerdo precisamente que lo fue en este día de tal año? Pues ahí va el relato, aunque procuraré hacerlo lo mas escueto posible, evitando con ello que si después de la poca "chicha" que tiene el asunto, además lo hago largo y enrevesado, vaya tostón que supondría el aguantar su lectura hasta el final. Pues el mencionado día, yo me encontraba en la finca de La Calera, como no, trabajando en la molina, o almazara como era su nombre verdadero. La faena de la recolección de la aceituna  se hallaba en pleno apogeo, en la que tomábamos parte entre las diversas faenas, unas 150 personas, la mayoría jóvenes, y muchas solteras y solteros. Yo hacía cerca de un mes que había formalizado el noviazgo, quizá no de una forma a la usanza, sino tras roto el que sostenía la que ya era mi novia. La finca de la Calera pertenece al término municipal de Obejo, en cuya localidad se celebraba San Antón con toda solemnidad, y el arrendatario de la finca, dio a todos los trabajadores libertad de no trabajar aquel día y marchar a celebrarlo a la mencionada localidad, distante unos seis o siete kilómetros. En aquellos tiempos, os lo hago saber, jamás se besaba a una novia delante de nadie, pero digo nadie y es nadie,y solo en la mas rigurosa intimidad, por tanto no hay que decir que pese a los días que yo llevaba siendo novio, no se me presentó esa oportunidad, y "atrochando" en el relato,  y que a decir verdad, la inmensa mayoría de los trabajadores fuímos a celebrar el Santo, aunque puntualizando, que aquel día como no se trabajaba, no cobramos jornal, los que teníamos novia estuvimos adrede retrasando la vuelta al cortijo hasta que comenzó a anochecer,  y claro en plena oscuridad, carretera adelante, con solo separarte unos metros de otra pareja te daba la oportunidad, de en mi caso poder dar el primer beso a mi novia, y que por añadidura era el primero que daba, ya que novia, lo que se dice novia, aquella era la primera, y ya llegada la ocasión, la verdad es que no fue uno solo.

En muchas ocasiones, sobre todo hace algunos años, cuando contemplaba la forma y modo en que hoy se llevan a  efecto los noviazgos, aparte de lo que no se ve, pero que a las claras queda patente lo que sucede, para mis adentros me pregunto: ¿Pero de qué tiempos vengo? Pero es que en la misma proporción en que actualmente se comportan las parejas, se da en muchísimos, o para mejor decir en todos, los aspectos del devenir en la vida. Aquellas miserias de todo orden, careciendo de todo, excepción hecha, y desde luego con escasez, de lo suficiente para la propia supervivencia, aquellos viejos, o para que parezca otra cosa, personas mayores careciendo de toda clase de recursos, que teniendo que estar un mes en casa de cada uno de sus hijos e hijas, compartiendo la propia miseria, también me doy la respuesta a ese interrogante que me hacía anteriormente, pero afortunado soy, al estar pasando desde ya mucho antes de ser "persona mayor", y así lo sigo por una forma y modo de vida como nunca hubiere entonces podido imaginar, y como muchísimas veces lo he pensado, ojalá, y sobre todo mi padre, hubiera podido gozar de lo que yo lo estoy, ya que mi madre que estuvo más de treinta y cinco años viuda, sus últimos años los pasó como en su niñez, juventud y hasta bien metida en años no lo había hecho. 

Si al principio de esta entrada pudiera colocar un dispositivo para que nadie pudiera perder el tiempo leyendo esta entrada, así lo haría, y con ello evitar el tostón, pero ya que ello no puedo hacerlo, si os pido perdón por el rollo que dejo atrás. En la próxima, procuraré de que cuando menos lo sea un poco mas amena.

sábado, 12 de enero de 2013

Imposición de la faja de General


Difícil reto el que se me presenta hoy para poder plasmar cuanto y como deseo hacer, con respecto a lo que figura en la titulación de esta entrada, que ya en si ello mismo, me ha sido difícil de elegir. Cuando los sentimientos llegan a invadir el razonamiento y la equidad del ánimo, resulta casi imposible ser ecuánime por cuanto uno se propone describir, y concretamente en esa situación me hallo en estos momentos al querer relatar todo lo acaecido en la mañana y parte de la tarde del pasado jueves día 10 del actual. En mi entrada del pasado 15 de diciembre de 2012 que titulaba "Misión cumplida", y en la que pensaba que con la publicación del ascenso a General de mi hijo Rafael se terminaba de complacer toda aquella ilusión por la que desde algunos meses ha, venía soñando, estaba totalmente  equivocado. Si aquella lectura de lo publicado oficialmente de su ascenso me producía una de las mayores alegrías de mi vida, todo lo acaecido en el acto de la imposición de la faja, como he terminado de dar titulación a esta entrada,  emotivamente hasta lo ha superado, al punto de que si en aquello, bastantes lágrimas llegaron  a aflorar a mis ojos, en esta ocasión,  anegados lo estuvieron durante todo el tiempo en el que se desarrolló el acto. Desde el instante en que el presentador del mismo comenzó con el anuncio de su motivación, mi estado de ánimo me llevó a casi perder la sensación de la propìa existencia, y ya cuanto se hacía o decía sobre el particular, en nada ayudaba a rebajar el estado en el que me había puesto. Como anteriormente dejo expuesto, voy a poner freno a la forma y modo de como he comenzado, ya que si no precisaría infinidad de folios para poder llegar hasta el final y describir cuanto en lo que creo duró no más de una hora, y comenzaré a señalar por orden cronólogico, en que todos los actos se desarrollaron, y ello trataré de que lo sea escuetamente y no hacerlo enalteciendo cada uno de los mismos como yo lo viví, ya que ello daría a muchos, de los pocos lectores que puedan entrar en este bloc, una narración  pesada de todo ello.

Todo comenzaba con la imposición de la faja por un Teniente General. Como no podía ser menos, tras terminar los aplausos de todos los concurrentes al acto, se procedió a la entrega del bastón de mando,  y seguido del sable correspondiente,  que al igual terminaba con los consabidos aplausos. 

En posesión el flamante General de todos los atributos como distintivo  de su empleo, comenzó su breve, pero para mí, entrañable discurso, que tras hacer un breve repaso por todo su devenir en el Cuerpo, daba las gracias a su mujer, a sus hijos y como no también a sus padres, a quienes todo se lo debía,  lamentando el que su madre no pudiera estar presente en el acto, por haber fallecido hacía algunos años, pero que seguro estaba que desde el punto en que se hallara, estaría presenciándolo llena de orgullo. Por cuanto a mí particularmente, hizo una breve, pero sentida alusión a mi paso también por la Guardia Civil, pero tan sentida y emotiva, que posteriormente, en sus respectivos discursos, de su Padrino del Acto, Teniente General Gabella y por último del propio Director General del Cuerpo, a la vez que felicitaban por su ascenso al nuevo General, a su mujer e hijos, también lo hacían para mí, y  precisamente como "mi Subteniente", seguro que de alguna forma habían tenido conocimiento de mi último empleo alcanzado durante mi paso por el Cuerpo y que de tanta satisfacción me llenaba.

Finalizados los actos referidos pasamos a lo que siempre se ha dado en llamar "una copa de vino", y que lo fue de bastantes y de diferentes bebidas y de no menos clases suculentas "tapas". y que a unos doscientos aproximados asistentes al acto, nos tuvo hasta algunas horas más tarde empleados en su consumición y animadas charlas. Por cuanto a mi particularmente, con solo decir que casi no me dio tiempo siquiera a poder beber y comer, he de decir que casi no me dio tiempo, por el mero y agradable hecho de estar recibiendo felicitaciones por el ascenso de mi hijo, que lo fue como nunca me había sucedido y que en repartir saludos, abrazos y besos, hube de pasar el tiempo en que los demás se empleaban a fondo en ir consumiendo todo cuanto se les ponía por delante y que al final quedó mucho por consumir. De todos esos aproximados doscientos que asistieron al acto, en su mayoría compañeros de mi hijo, por mi parte quiero dar las gracias por su asistencia, a mi amigo Jose Nuño, hijo de mi gran  amigo Emilio Nuño Moreno, (q.e.p.d.), a quien mi hijo también hizo mención en su breve pero impecable discurso, y como no, a mi entrañable amiga Carmen Mancera, su hijo Daniel y su nuera Natalia, que acompañándonos estuvieron hasta el final, de lo que nos sentimos honrados por ello.

Otro acto, ese de anteayer, que es como para dejarlo esculpido en letras de oro, y de los pocos que a lo largo de una vida se dan, aunque yo puedo sentirme orgulloso de que en mas de unas ocasión se me han dado.

Creo he conseguido dar un ritmo medianamente soportable, a la narración de los hechos, con lo que espero no se les haga pesada y aburrida a quienes, no siendo mi familia directa y cercana, y como no también a mis amigos íntimos, pudiera haberle resultado tal como comencé su relato, que embargado por una contenida emoción lo hacía, de lo que por ello pido perdón, pero no puedo terminar, porque si no me abrasaría el alma, en lanzar a los cuatro vientos y que todo el mundo se entere, que este pasado 10 de enero, tan de orgullo me ha llenado y que de no por esperado, me deja tan satisfecho que será una de las circunstancias que a seguir viviendo me lleven hasta que Dios tenga por conveniente tenerme por este, no valle de lágrimas, sino de enormes alegrías y satisfacciones que es de lo que yo he gozado la mayor parte de mi existencia.

Hasta la próxima entrada. 
   

domingo, 6 de enero de 2013

A la carga otra vez con la patineta


La entrada que en el blog hacía cuando hoy precisamente se cumple un año de ello, refiriéndome a los juguetes, escribía que la gran frustración de mi niñez por cuanto a los juguetes, lo era el que nunca llegué a poseer el gran juguete de mis ilusiones como era una patineta. Hoy, no sé si en mis sueños, o quizá una extraña leyenda, me decía que allá por unos ochenta años atrás, unas caravanas de camellos que con sus cargamentos de juguetes para los niños españoles caminaban por el desierto, fueron sepultados por unas grandes tormentas de arena, con lo cual también, sepultadas quedaban sus preciadas cargas y los niños de España, entre ellos, yo claro, me quedaba sin el juguete con el que estaba soñando desde hacía algún tiempo, como era mi patineta. Pero aquellas movedizas dunas que sepultados dejaban los camellos que entonces traían sus juguetes a este país, en este años habían sido aventadas por los vientos del desierto, dejando al descubierto los esqueletos de aquellos animales, así como también todos los juguetes, estos intactos, que en su momento traían para sus destinatarios, precisamente con las direcciones de cada uno de ellos. Observada esta circunstancia por los propios Magos de Oriente, cuando estas fiestas venían para España con su ya cotidiana misión, y como su poder es casi omnímodo, cargaron sobre sus recuas los hallados juguetes, y héte aquí, que esta mañana y como si un niño medio sonámbulo fuera, hallaba sobre el sofá del salón de mi casa, una preciosa y flamante patineta. Restregándome los ojos para salir del sueño en el que parecía hallarme sumido,tocaba por una y otra vez mi preferido juguete que en aquella infancia nunca llego a mi poder, hasta que finalmente no podía por menos que dar veracidad a cuanto mis manos tocaban y mis sentidos interpretaban como tal. Sin lugar a dudas, alguna buena persona habría informado a los Reyes de donde y como me encontraba yo, y con ello pudieron hacerme llegar aquel juguete que en su debido tiempo nunca pude disfrutar, no obstante hoy, gran ilusión me ha hecho el por decir que los "Reyes me han echado una patineta", y ahora, solo un milagro haría falta, para volverme hasta aquellos lejanísimos tiempos en los que pudiera gozar del uso y disfrute del juguete de aquellos sueños que nunca llegaron. De todo ello, solo me queda por poner una frase. Carmen, muchas gracias.       

Hasta la próxima.

jueves, 3 de enero de 2013

La etapa del 2013

Ya hace tres días que comenzamos a caminar por  no se cuantas etapas mías hace ya por el mundo, esta del año 2013. Me recuerdo que allá por los finales de la última década de los años treinta y primeros de la de los cuarenta, del pasado siglo XX, en las que comenzaba a intentar otear el futuro, por cuanto pudiera ser mi porvenir tanto en lo profesional como en el familiar, dado a que desde mi entrada en la adolescencia, e incluso en los fines de mi niñez, muchas veces pensaba en como pudiera ser la forma en que me ganaría la vida y, no menos con quien y como sería la mujer con la que formara una familia. No se si esto le ha sucedido o sucede a la mayoría de los  humanos, varones, el caso es que yo lo tenía en el pensamiento en muchas ocasiones. Posiblemente porque largo era el tiempo que aún me faltaba para desentrañar tales incógnitas, el paso de los días, semanas, meses, y no diría de los años, se me hacían interminables. Mirar a una distancia de diez años por llegar, se me antojaban una eternidad. Ponía la mirada en los varones conocidos que eran cinco, cuatro, tres, dos e incluso un año mayores que yo, y los veía en principio irse a la mili, luego echarse novia, después casarse, cada cual como natural es con mujeres distintas, en fechas también en que contaban con diferente edad, pero en lo que muy poco o nada variaba, era en la forma,  profesión u oficio en la que como solía decirse, y creo se seguirá diciendo, "ganarse las habichuelas" que continuaba siendo la misma que desde hacia años habían venido realizando, o sea su trabajo en el campo, y desde hacía algunos años, algunos de ellos en la mina, y en la que también yo  me inicie allá por los inicios del mes de. mayo de 1944. Pero el paso del tiempo que es machaconamente constante, me llegó para todo aquello que, en que quizá en edad no apropiada, a mi llegaba, si no a preocuparme, si a sentir curiosidad por conocer, y así una vez llegado todo ello, en principio y en todo ese fragor de mi marcha a la "mili", luego mi ingreso en la Guardia Civil, mis destinos, echarme novias, que  en eso fue mas de una, casarme, la venida de los hijos, su crianza, su educación, su  futuro  y asi se fueron quemando etapas de la vida, sin que ni para pensar en ello tuviera tiempo. Cuando ya todo esto se había consumado, y nunca tendré tiempo suficiente para dar gracias a Dios por lo bienaventurado en todo lo fue, y recuerdo que cuando ya por ejemplo se aproximaban los seis, cinco y así poco a poco los años que para "retirarme" de mi profesión, como siempre los civiles" hemos dicho, y de lo que en realidad yo no tenía muchos deseos de que sucediera, tan bien  y contento estaba, ya comenzó el paso del tiempo a correr un poco mas de la cuenta, según mis deseos, hasta que por imperativo legal de haber cumplido la edad establecida para ello, como no, también me llegó la del retiro. Este hecho, el 27 de abril próximo, se cumplirán TREINTA Y DOS AÑOS. En estos momentos y mirando hacía atrás, ese periodo de 32 años, me parecen un soplo, pero también y a medida que los años se acumulan, sin que hasta el momento se haya inventado formula alguna para irse desprendiendo de los que se consideran en exceso, cada vez que un año se inicia, y no se porqué, se intenta mirar,  como hoy hago, hasta ese 31 de diciembre de 2013, y a uno se le antoja una cima tan empinada, que aun descansando de vez en vez, si se consigue llegar hasta la meta, será jadeante y no sin haber dejado acumulado no menos de un achaque acaecido en el camino. Pero no obstante ello, total y absolutamente feliz y dichoso me siento con todo cuanto a mi alrededor me acompaña y me asiste, incluso un viaje portando maleta, que en breves días tengo que felizmente hacer, lo que desde varios ha no efectuaba, y del que una vez finalizado daré su oportuna cuenta,  y ojalá en este plan, Dios me conserve el caminar por este mundo, por el tiempo que estime por conveniente, y que yo asi, prefiero lo sea por el máximo posible. Hasta la próxima entrada.