sábado, 23 de junio de 2012

Recordando a mi maestro


Como quiera que nos encontramos al final de un curso escolar, se me ha venido al recuerdo uno de los hechos que mas impacto dejó en mí cuando era niño y es el que voy a relatar a continuación.

Sin que crea equivocarme en el tiempo, voy a remontarme nada menos que al curso escolar 1933-34 y que por supuesto yo cursé en la escuela de mi pueblo. Comenzaré citando algunas de las características del entonces mi maestro Don José Sánchez Galán, aunque su último apellido no tenga nada que ver familiarmente conmigo, así como de lo que era la escuela a la que yo y todos los niños de mi pueblo asistiamos. 

Pues bién, empezando por esto último, diré que por aquellas fechas en Villaharta había dos escuelas solamente, una de niños y otra de niñas. A esa escuela asistiamos, y voy a referirme solamente a la que yo iba, los niños comprendidos entre los seis y catorce años, ambos inclusive, que era la obligatoriedad del entonces régimen escolar, aunque lo de "obligatoriedad", era tan relativo, que cada padre hacía lo que venía en gana con respecto a sus hijos, y así entraban o salían a la escuela cuando lo estimaban pertinente, cesando o volviendo al curso respectivo según las circunstancias, eso sí dentro de las edades antes mencionadas y una vez verificada la inscripción correspondiente. Pese a las edades tan heterogéneas de los alumnos, solo había una sola clase, un solo maestro y el número de alumnos casi siempre solía rebasar los cincuenta. Del local de la escuela asi a grandes rasgos, diré que no había ninguna clase de servicios, la calefacción o aire acondicionado, ni siquiera se tenía noticia de que eso existiera, y el agua para beber estaba contenida en una orza y solo había una especie de jarrillo hecho con una lata de las de leche condensada, y allí bebíamos todos. Pero ahora vamos a lo que hoy me ha llevado a efectuar esta entrada, que ha sido mi maesrtro Don José. Pues bién, diré que casi núnca llegaba a la hora en punto de abrir la escuela y que cuando menos cinco o diez minutos llegaba tarde, pero todo lo que de impuntual tenía para abrir la escuela, la tenía para la salida, y que en no pocas ocasiones rebasaba la media hora para la salida. La autoridad del maestro sobre todo el alumnado era ejercida sin que la misma fuera relajada en ningún momento. Tenía dos maneras particulares de castigar al alumno, según la falta cometida, y que así vista desde la perspectiva de setenta y ocho años atrás os parecerá a los que tengais la osadía de leer esta entrada, que el señor maestro era casi lo que pudiéramos llamar un monstruo. Pues la primera de esa manera de castigo, era que tenía a la mano una varita de la sierpe de un olivo que como era bastante flexible te daba un toquecito con ella en la cabeza, que no te producía herida alguna, pero que si notabas bastante bién el contacto de la vara con la cabeza. El segundo de los castigos, consistía en que el alumno o alumnos infractores, por lo regular reincidentes durante la misma jornada escolar, y solo cuando era en las clases matinales, los dejaba encerrados en la escuela, una de las ventanas quedaba abierta y a través de la misma las madres de los "encerrados" le pasaban la comida. Recuerdo que uno de los alumnos un tanto revoltoso y rebelde, llamado Alfonso, era el hijo del veterinario del pueblo y raro el día que no recibía alguno de los castigos de Don José. 

Pues bién, como cito al principio de esta entrada, al terminar el curso 1933-34 y como quiera que cuando menos dos de los hijos del maestro estaban ya en edad de estudiar bachillerato o inicio de alguna carrera, Don José Sánchez Galán, solicitó su pase a escuela de Córdoba Capital, petición que le fue concedida. Creo recordar, aunque esto no pueda aseverarlo, que desde que terminó la carrera hasta su traslado a Córdoba, ejerció su profesión en Villaharta, que era también su pueblo natal, y que en todo el  pueblo era querido, considerado  y respetado tanto en cuanto como persona como profesional de la enseñanza, aunque sus métodos de castigo pueda pareceros hoy quizá bastante exagerados. Y llegó el final del curso 1933-34, última clase que Don José impartía en su pueblo y donde tantos años había sido el "maestro". A primeras horas de la última clase que daba en "su" escuela, como en tantísimas mas ocasiones, castigó con un par de toquecitos  en la cabeza, con su varita del olivo,  al alumno, Alfonso, que diré era un año mayor que yo. Hoy, y pasados 78 años, creo recordar como el maestro se mostraba un tanto inquieto y nervioso. Finalmente llamó a su estrado, la silla del maestro estaba situada encima de una tarima de madera, desde dominaba todo el local de la clase, digo llamó a su estrado al alumno Alfonso,  llorando a lagrima viva y abrazándose a él le pidió perdón por haber tenido que castigarlo el día que finalizaba su etapa de enseñanza en su pueblo. El alumno Alfonso viendo llorar a su maestro, se vino también en un desconsolado llorar y el  total de los alumnos de la escuela que poco necesitábamos para el contagio al pensar que no volveríamos a tener como maestro a este Don José, nos unimos al duelo y asi, sin exagerar permanecimos cerca de media hora, al punto que cuando regresamos a nuestros domicilios llevábamos los ojos enrojecidos por el llanto. Los alumnos despedímos así al que tantos años había sido el maestro del pueblo, pero el resto de la localidad, tampoco fue reducido el número de personas mayores que lloró su marcha. En otra ocasión posiblemente relataré algunas cosas más de la escuela, algunos métodos de enseñanza de Don José, y añadiré, que pese a cuanto podáis pensar de la forma de castigar a los niños, que tenía el maestro, a ninguno de sus alumnos nos quedó secuela alguna de como nos trató mientras fue nuestro maestro, y como a mí me sucede hoy, guardo un cariñoso e imborrable recuerdo de aquel peculiar maestro y que tanto siempre hizo por enseñar a sus alumnos.  

Posiblemente mi editor, coloque al principio de esta entrada, la copia de una fotografía del maestro Don José Sánchez Galán con todos sus alumnos, correspondiente al curso de 1932-33 y yo soy el que está dentro del circulo señalado.

Hasta la próxima entrada.

1 comentario:

Carmen dijo...

Hola, ya veo que en estos dias te ha cundido la escritura, como siempre me gusta todo lo que escribes, pero en particular este dedicado a tu "maestro" me ha encantado, tenemos que darle gracias a Dios por la entrega de esas personas que tanto bien hicieron a los niños en aquella época determinada, mi marido tambien hablaba con mucho cariño del suyo y tengo una foto parecida con un montonazo de niños de distintas edades y "no pasaba na" estaban los listos, los torpes y los regulares juntos y no se traumatizaban ni ninguna de esas cosas tan "raras" de hoy en dia ji ji. Saludos: Carmen