jueves, 21 de junio de 2012

Jugando a las bolas


Como citaba en unas de mis entradas anteriores, voy a explotar el tema de los juegos con los que pasábamos el tiempo los niños de mi época. Hoy le ha tocado al juego de las bolas, como siempre ise dijo en mi pueblo, que eso de canícas lo oí yo por primera vez creo que cuando estaba en la mili, pero en fín la cosa no tiene mayor trascendencia.

En el juego de las bolas, había un punto de partida que consistía en un pequeño hoyo y que nosotros llamábamos "joche", que posiblemente por su fonética pueda ser una palabra árabe y con la que a lo mejor así se le llamaba a ese pequeño hoyo, no lo sé, pero nosotros así lo llamábamos y punto. En diversos puntos de las calles del pueblo, había un lugar terrizo para los juegos de las bolas y otros, donde pudiera hacerse el "joche".


Se iniciaba la salida, el primero a quien por sorteo le había correspondido, ponía el dedo pulgar en uno de los extremos del borde del joche, media una cuarta y lanzaba la bola al punto que creía conveniente. El que le seguía y utilizando el mismo procedimiento, lanzaba la suya con la intención de tocar la que se había tirado antes, si le daba, tenía que volver a tirar y para que ganara la bola a la que había tocado, tenía que "enjochar", o sea meter la bola en el joche. Había varias formas de tirar la bola y cada uno lo hacía con la que creía que tenía mayor tino. Si el que había tirado el segundo, no conseguía tocar la bola del anterior, la suya quedaba en el lugar donde había caído, tocándole el turno al tercero y así sucesivamente. Así se iba corriendo el turno hasta que no quedaba ninguna bola a la que se podía tirar para darle y ganarla. 

Había cuatro clases de bolas, a saber: las de barro o "arcilla", las de cristal, las de piedra y las de mármol. Las de cristal valían tres de las de barro; las de piedra valían cinco y las de mármol diez. Las de mármol se cambiaban por dos de las de piedra o por cinco de las de cristal. Por diez céntimos te daban en las tiendas, generalmente en la de José Doval, que desde tabaco, toda clase de alimentos y hasta bolas, trompos, etc. etc. etc., se podía comprar de casi todo, y como digo por díez céntimos te daban cinco bolas de barro. Estas se rompían con mucha facilidad, y estaban pintadas de diversos colores. Las de cristal tambien se vendían en la misma tienda, y creo recordar daban tres por los diez céntimos. Las de piedra y las de mármol no recuerdo que se compraran, sino que se conseguían por el procedimientos del cambio por las de barro, de cristal o las de piedra, según la que trataras de conseguir.

Como cuando menos solías tener quince, veinte o mas bolas, la inmensa mayoría de los niños las llevábamos metidas en una pequeña bolsita de tela, que llamábamos "talega" y que era lo único que nuestras madres u otro familiar nos habían hecho.

Para las tiradas se utilizaba la mejor bola que tuvieras, bien la de mármol, la de piedra o la de cristal que siempre alguna de esas se tenía. Si en la jugada te tocaban la bola y a el que te la había tocado conseguía enjochar, te ganaba una bola, pero no con la que habías jugado, si no que se pagaba siempre con una de barro.  ¡Qué cortos se hacían los días jugando a las bolas, y qué contento se regresaba a la casa si la "talega" había aumentado su contenido! Con treinta o cuarenta céntimos, se conseguían bolas para echar la temporada o época de ese juego. En las casas poco dinero había, pero en los juegos de los niños en ninguno de los hogares se iba a la ruina con motivo de la compra de juguetes.


Hasta la próxima, que ya veremos lo que toca.

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