martes, 1 de mayo de 2012

Dos efemérides en el Primero de mayo


Como ya lo he referido en alguna otra ocasión, cuando se tienen tantos años, no es extraño que en una misma fecha se cumpla mas de una efemérides, que dada su relativa importancia, se guardan en el recuerdo.

De la primera de ellas y por orden cronológico se cumplen hoy la friolera de SETENTA Y SIETE AÑOS, o sea sucedió el día primero de mayo de 1935, y para mas inri y por tratarse de la Fiesta del Trabajo, el mencionado día y cuando solamente hacía tres días que había cumplido los diez años de edad, yo me incorporaba al mundo laboral como porquero, y ganando la friolera cantidad de UNA PESETA diaria. Por razones de que mi padre había sufrido cuatro meses antes un accidente de trabajo, cuando se dirigía a la compra de aceituna para un tio suyo con el que trabajaba y poseía una fábrica de aceite, o almazara, causada al caer el caballo que montaba,  no dándole tiempo a sacar el pie izquierdo del estribo, se fracturó la tibia y el peroné de la pierna del mismo lado,  y por causas que serían largas de explicar, una casa compuesta por el matrimonio y cinco hijos, yo el mayor, quedaba sin ingreso alguno en el hogar. Con la perspectiva de esos 77 años, parecerá ridiculo que un niño hubiera de tener que abandonar el colegio y ponerse a guardar cerdos, ganando una peseta diaria, pero como diría Séneca, "para nuestras ambiciones, lo mucho es poco, pero para nuestras necesidades, lo poco es mucho". No es que con ello remediara todo el problema de la casa, pero algunas cosillas podían adquirirse con una sola pesetas, sobre todo de artículos de primera necesidad. Seis meses duró mi primer trabajo, comencé el nuevo curso escolar allá por los primeros días del mes de noviembre del mismo año, pero algunos meses despues y como consecuencia de la Guerra Civil Española, entre guardar dos cabras que había en la casa y poco despues como pastor con un rebaño de ovejas perteneciente a los servicios de Intendencia del Ejército de la República, se fueron sucediendo los trasbajos en el campo, y que salvo dos años que estuve como minero, permanecí como jornalero agrícola hasta mi marcha al ejército y luego a la Guardia Civil. De aquel lejanísimo primero de Mayo guardo un nítido recuerdo de que marchaba a mis ocupaciones bastante contento y pese a mi corta edad, me enorgullecía el que pudiera aportar aquella peseta diaria a las estrecheces por la que estaba atravesando toda la familia. Así aquella Fiesta del trabajo fué para mí el inicio de mis asctividades laborales. Extraña circunstancia.

La segunda de las fechas de las que hoy se cumplen años, lo fue precisamente en 1946, y como en la anterior se repiten los número de los años transcurridos, o sea que hace SESENTA Y SEIS AÑOS. Se trata de lo siguiente: hacía poco más de medio mes que había ingresado en el Ejército, Regimiento de Artillería 14 de guarnición en Sevilla, y desde hacía seis o site se me había puesto malo el ojo izquierdo y en el Botiquin del Regimiento me los estaban curando como una conjutivitis, y que luego resultó ser una "úlcera corneal", pero en vista de que la enfermedad iba cada día peor, el Capitán Médico decidió madasrme al Hospital Militar. Sobre las diez de la noche del día 30 de abril, por un Cabo 1º del Regimiento, fuimos trasladados varios Artilleros, a pie por cierto, al Hospital Militar "Queipo de Llano" que relativamente estaba bastante cerca del Regimiento de Artillería que se ubicaba en Pineda. Resulta que en el mencionado centro no había servicio de Oftalmología y por tanto sobre la una de la madrugada el Cabo 1º y yo regresábamos a nuestro Regimiento, pero en el corto camino nos cayó una impresionante tormenta y llegamos al cuartel empapaítos. Como quiera que en mi Batería no había camas para todos, los 19 último que formaban en la Lista de Retreta tenían que ir a dormir al pajar con una manta, y yo hube de pasarla en la batería, en el suelo con una manta y una almohada, que juntamente con un fuerte dolor en el ojo, toda la ropa empapada del agua recibida y la dureza del lecho, pase una de las noches mas dolorosas e interminables de toda mi vida, y lo único malo que me sucedió en los dos años y medio de mili. A la mañana siguiente, y ahora yo solo por mis propios medios, hube de traslasdarme al Hospital Militar de la Macarena, que como su propio nombre indica estaba en la mencionada barriada sevillana. Llegué al referido Hospital sobre las diez de la mañana, seguidamente fui curado por el Comandante oftalmólogo, me asignaron una buena cama con sus limpias sábanas, y hubieron de llamarme para almorzar y terminado el almuerzo, continué durmiendo e igualmente me tuvieron que desperta para la cena. Mi llegada al Hospital de La Macarena, fue como llegar a la Gloria. Unos diez días después pasé de escribiente a la Clínica a las órdenes del referido Comandante y estuve dos meses dándome la gran vida, y hube de marcharme al entrar un nuevo Teniente Coronel Director del Cenrtro y hubimos de marcharnos todos los Soldados, o como yo Artillero, que estábamos desempeñando destinos burocráticos en el centro.

Asi como si no dijéramos nada, de la primera efemérides han pasado setenta y siete años y de la segunda, sesenta y seis, o sea toda una vida, pero yo gracias a Dios aquí sigo para poderlo contar y que vosotros os entéreis de mis vicisitudes. 

Hasta la próxima entrada.

3 comentarios:

Carmen dijo...

Como en otras ocasiones me asombro de tu "supermemorión", creo que todos nos acordamos de nuestro primer dia de trabajo, pero yo no sabría decirte con exactitud que dia fue y menos siendo un comino como tu eras, lo del hospital idem de lo mismo, veo normal que recuerdes la anecdota, pero exactamente el dia.... ¿lo actual lo recuerdas lo mismo?, por si no es así, anota que debes un pago de champan a ciertas personas ji ji. Saluditos: Carmen

El abuelo de Villaharta dijo...

Querida amiga Carmen: ¿Por ven- tura he prometido yo invitar a champan a nádie ?. Creo que no,por tanto, si a nada me he comprometido, nada debo, si vos quereis, puedes invitar tú, pero como he repetido varias veces, no suelo pagar caprichos. Vale

Carmen dijo...

Si hay que invitar, invito, ya que el caso lo merece, pero lo que yo he oido es que el que paga es el abuelo del homenajeado, champan incluido ji ji ¿vale?