sábado, 5 de mayo de 2012

Trébedes, soplillo y tenazas

Hoy mientras me preparaba el almuerzo, una tortilla de patatas con una poquita cebolla y unas tajaditas de bacalao frito, se me venían al recuerdo los tres utensilios que fiuguran en el titulo de esta entrada. Quizás lo que esteis viviendo en los pueblos, puede que tengaís alguna noticia sobre los mencionados utensilios, e incluso haya alguno todavía por vuestras casas, y que durante mi infancia y juventud eran de uso cotidiano en la preparación de las viandas y, con toda seguridad, los novios antes de casarse habían de llevarlos en sus respectivos ajuares, pero los residentres en grandes ciudades, seguro que os sonaran a chino al oir pronunciar semejantes nombres.

Trébedes.Comenzaré por decir, que para cerciorarme de que su nombre verdadero es el que consigno y se decía en mi pueblo, había consultado por internet el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, y me ha causado extrañeza de que la respuesta era: "la palabra trébedes no está en el diccionario". Pensando que tal vez, como digo en mi pueblo se le diera ese nombre y que pudiera deberse a cierta degeneración por el uso, consulto mi diccionario que data de una edición de 1962 y sorpresa, exactamente es ese su verdadero nombre y que lo define, entre otras, como "utensilio de cocina formado por un aro de hierro con tres pies, que sirve para poner al fuego sartenes, peroles, etc.".


Realmente las trébedes eran de uso obligado para poder cocinar en las chimeneas con el fuego de la leña, que en mi pueblo se utilizaba la de encina, que es sin lugar a dudas la mejor de todas y la que da a las comidas el mejor sabor y aroma. A la definición que en "mi" diccionario se hace de las trébedes, yo añadiría que la mayoría de ellas, el tercer pie estaba al final de  un mango de una largura de medio metro aproximadamente. que partiendo del  aro hacía atrás. y del mismo salía  hacía arriba otra barra de hierro y  en su parte superior formaba una especie de horquilla, donde descansaba el mango de las sártenes, que era imprecindible, dado a que para poder tomar el mismo tenía que hallarse a cierta distancia de las llamas, evitando con ello se produjeran quemaduras al tratar de quitar o manejar dichas sartenes.  Bueno con lo dicho, los que no teníais idea siquiera de que hubieren existido las trébedes, ya lo sabeis y para lo que se utilizaban.

Soplillo. Se utilizaba para avivar el fuego de la lumbre y los había de dos clases. Uno era una especie de ruedo de palma o esparto, generalmente con un mango y cogido por el mismo se movía con fuerza hacia uno y otro lado y el viento que hacía, avivaba el fuego. El otro era un tubo de setenta u ochenta centímetros de largo, y uno de sus extremos estaba aplastado y se le abría un pequeño orificio. Por el otro extremo se llevaba a la boca y soplando fuertemente, como en el otro extremo había solo un pequeño agujerito salía el aire con fuerza e igualmente servía para lo mismo que el de palma o esparto. Generalmente se utilizaban en caso de tener prisa o cuando la leña entrañaba alguna dificultar para que ardiera.


Tenazas. Creo que debe llamarse tenaza, en singular, pero en mi pueblo las llamábamos en plural, y como yo también soy de mi pueblo, así las llamo. Todos sabéis lo que son o es una tenaza, utensilio formado por dos brazos, que en su parte media se unían mediante un eje. Los extremos delanteros de los brazos estaban un tanto aplanados y los traseros formaban una especie de asas por donde se tomaban con los dedos de una mano, y solían utilizarse para recoger los tizones o trozos de leña que aun ardiendo todavía se juntaban con otros a fin de que el fuego se concentrara en un espacio mas reducido y sirviera para dar mayor calor a las sartenes, peroles, ollas o cualquier otro cacharro que estuviere expuesto al fuego.



Como los tiempos han cambiado tanto desde que yo era niño y también joven, hasta hoy, que no soy ni lo uno ni lo otro, todo ese trajinar que entonces hacía falta para preparar una comida, hoy todo ha queda reducido a que con la yema de un dedo, he pulsado una señal existente en la vitrocerámica y otros dos o tres más para graduar el mayor o menor grado de calor, cosa de tres o cuatro segundos y a cocinar a la velocidad que yo deseaba que se hiciera. ¡Si mis abuelos e incluso mis padres levantaran la cabeza! Quedarían asombrados de lo rápido, límpio y cómodo que resulta una labor que en sus tiempos, y tambien al principio de los míos, se llevaban un buen rato en preparar lo que hoy se hace en cuestión de segundos y prescindiendo de tantos artefactos como tenían que utilizarse entonces. Yo tengo la dicha de poder hacer comparaciones y tener el disfrute de gozar los nuevos inventos.

En próximas entradas iré relatando esas diferencias abismales de lo que va de ayer a hoy. Hasta otra.

1 comentario:

Carmen dijo...

Me encanta cuando recuerdas cosas que la mayoría no tienen idea de lo que es, aunque tu creas que no, es importante que todas esas cosas no se pierdan y tiene mucho mérito esa facilidad con la que transmites tus vivencias, creo que no es muy facil, aunque ya se que a ti si te lo parece, te he dado muchas veces las gracias, pero lo hago una vez más GRACIAS por compartir con nosotros toda esa sabiduría, todo el mundo no es tan desprendido. Un saludo: Carmen