jueves, 24 de noviembre de 2011

El cántaro a la fuente

Ayer recibí un vídeo que me envió mi sobrina Rafi, de la exposición presentada por el Ayuntamiento de mi pueblo y que tiene por título el mismo que yo he dado a esta entrada.



Ya lo he visto dos veces pese a que dura varios minutos, y la verdad me ha hecho retornar nada más y nada menos, que a ochenta años atrás. El visionar todos esos utensilios que se muestran en la exposición me llevan a la acepción del aserto de que para la supervivencia, pocas cosas se precisan.

Como no recordar aquellos humildísimos hogares de las gentes de mi pueblo, que sin duda era extrapolable a la inmensa mayoría del país, en los que se carecía de casi todo, por ejemplo agua corriente, en mi primera niñez, de luz eléctrica, de todos los electrodomésticos que hoy existen en todas aquellas viviendas que antes he citado. Entonces en casa de mis padres, no propiedad sino de alquiler, tan pronto se entraba a la misma, a mano derecha estaba la cocina, con su correspondiente chimenea donde se hacía la candela que sobre todo en invierno estaba casi todo el día encendida con leña de encina, y donde se hacía toda la comida; las cantareras donde se colocaban dos cantaros del agua potable que se empleaba para beber y cocinar y que se sacaba de un pozo que se hallaba a unos cuatrocientos metros de la misma y de donde mi madre había de dar cuando menos dos viajes diarios, llevando un cántaro a la cadera y un cubo en en la mano contraria a la que llevaba el cántaro; una pequeña alacena en la que se guardaban todos los útiles de cocina, que serían un par de ollas, otras tantas sartenes, varios platos y algunas vasijas para contener el aceite, garbanzos, judías o poco mas que había que comprar casi a diario. Además de los cántaros, también había una botija, que era la que generalmente mi padre se llevaba al campo con el agua para beber; un botijo, que en el verano se echaba el agua porque sin duda la hacía un poco mas fresca de la temperatura ambiente. Teníamos un lavabo de hierro con una palangana, que en su parte central y en el fondo tenía una abertura con su correspondiente tapón y una vez efectuado el lavado de la cara y manos, se destapaba y el agua caía a un cubo que estaba depositado en una pequeña repisa en la parte baja del lavabo. Al carecerse de agua corriente, y por tanto de ducha o bañera,, mi madre utilizaba un baño de cinc con una capacidad de cuando menos veinticinco o treinta litros que casi llenaba, donde en verano a la temperatura ambiente y en invierno añadiendo un poco de agua caliente para que no estuviera tan fría, pasábamos los cinco hermanos, donde, solamente los domingos, nos daba unos fletes con estropajo y jabón verde, que en algunas ocasiones llegaba incluso a producirnos arañazos en los que llegaba a aparecer algo de sangre. No faltaban tampoco en la casa algunas de esas orzas que aparecen en el video de la exposición y en las cuales solía echarse tanto agua, como algún que otro producto, y en las de menor capacidad, solían echarse los productos de matanza, el año que se hacía la misma, tales como el chorizo, el lomo, costilla, hígado, todo ello una vez frito con aceite de oliva, y así duraban hasta la próxima, si es que se conseguía hacerla.

Si los enseres y utensilios de cocina eran tan escasos y modestos como queda indicado, aún lo eran mucho más el mobiliario, que aparte de las camas precisas para dar cobijo a toda la familia, en no pocas ocasiones durmiendo los hermanos cuando eran pequeños, tres o cuatro en la misma cama, eso si, siempre se llevaba con rigurosidad la separación de sexos; cuatro, cinco o seis sillas, las solo suficientes para el número de personas que componían la familia; solo había un baúl y una llamada arca, donde se guardaba toda la ropa de la familia, e incluso las mantas en la época del verano.

Era frecuente contemplar aquellas caballerías con sus correspondientes aguaderas
llevando dos cántaros a cada lado del costado del animal, bien de agua, vino, aceite u otro producto que en muchas ocasiones solía transportarse de ese modo, que era el mas cómodo, moderno y eficaz que había.

Bueno, una vez haber repasado dos veces como digo, el mencionado vídeo (nota del editor: el vídeo citado anteriormente ya se encuentra ubicado en su posición) y el que espero que como siempre mi eficientísimo editor lo aporte a esta entrada , me llega ese regodeo al momento actual, por esa diferencia de elementos que tan cómodo hace nuestro cotidiano vivir que ni punto de comparación puede hallarse con aquél de hace, en cuanto a mí, más de ocho decenios, y que si nos hubieran dicho algo así como el que algún día tendríamos televisión, teléfonos móviles, ordenadores, Internet, frigoríficos, etc. etc. etc., hubiéramos puesto cara de tontos. Como suele decirse en estas ocasiones, "si los antiguos levantaran la cabeza", por ejemplo, mis abuelos.

Hasta la próxima, que al recordar aquellas miserias y estrecheces en la forma de vivir, cuan satisfacción, me produce, más que lo que para mí supone, el de todos los míos, que ni imaginarse pueden como vivía su padre y abuelo, en la fecha en que los cachivaches del video eran utilizados entonces.

2 comentarios:

Carmen dijo...

Me ha gustado muchiiiiiisimo este video, hay muchas cosas que conozco, pero otras no, por ej. los botijos hechos con calabazas, es la primera vez que los veo, seguramente por ser yo una "niña de ciudad", que a lo mejor cuando yo era pequeña los habría, si me acuerdo de los sifones, la gaseosa Revoltosa, las pilas de agua bendita y de un señor que pasaba todos los años con un borrico cargadito de botijos y que pregonaba como "Botijos de la Rambla" que por su entonación deberían ser el novamás de los botijos. Las orzas si han seguido usandose hasta no hace mucho donde se conservaban chorizos, lomos...etc. pero aquí en manteca, casi siempre "colorá", en fin que aunque yo no haya conocido tantas estrecheces como tu cuentas, si que he disfrutado de unos tiempos que nada tenían que ver con los de ahora, pero que recuerdo como muuuuy alegres, la gente por lo general era mucho más alegre que ahora, con los pocos medios que habia, es curioso pero lo recuerdo así, en cuanto a lo de si los abuelos levantaran la cabeza, yo creo que se morian otra vez, de ver este desbarajuste de hoy en dia ji ji. Dale las gracias a tu sobrina por enviartelo y a ti por publicarlo, pues disfrutarlo ha sido todo un lujo. Saluditos: Carmen

Carmen dijo...

Mis felicitaciones tambien para el Editor, que no sé como se las arregla para hacer siempre su trabajo P E R F E C T O.