viernes, 4 de marzo de 2011

Primer viernes de marzo

En el supuesto de que aún viviera mi mujer y sus condiciones físicas se lo hubieren permitido, a esta hora tengo la seguridad de que ambos nos hallaríamos, formando cola de unas dos horas y media o tres horas de duración, en calle Granada de esta ciudad, para visitar en la Iglesia de Santiago, la imagen del Cristo de Medinaceli, como lo estuvimos haciendo durante tantos años, siempre que alguna fuerza mayor no lo impidiera. Se daba la circunstancia de que todos los años solíamos juntarnos, conocidos, amigos o familiares y que charlando animadamente se nos pasaba el tiempo volando. Tras la visita, el rezo correspondiente y la petición de los tres deseos, los amigos o familiares nos reuníamos para tomarnos el correspondiente chocolate con churros.

Esta tarde, mis recuerdos han vuelto a pasar sobre tantos y tantos años, que aún encogiéndoseme el ánimo, pero ensanchándoseme el alma, cerrando los ojos y con la perspectiva de pasados cuando menos catorce años, de no haber podido cumplir con aquella vocación y costumbre, que tanto le ilusionaba, envuelvo mi ser en aquellos tantos y tan variados momentos en que uno a uno, y a su vez conformando el conjunto de todos ellos, hicieron de mi paso por más de cuarenta años de nuestro matrimonio, la mas completa felicidad que nunca antes, siquiera hubiera llegado a soñar. Pero también hoy, que lejos de mí van quedando aquellos recuerdos y solo me ayudan a soportarlo el traerlos a la memoria, que como digo, cerrando los ojos, hago lo posible por hacerme creer a mi mismo, que no te hallas tan distante como lo es la triste realidad, de los años pasados desde tu ausencia. Pero con estos recuerdos, en que ni un solo día falta me traigan a la memoria alguno de ellos, van conformando cada peldaño de la escalera que continúo subiendo hasta que me lleven a volver a estar junto a ti, ya para siempre. Pero también como hoy, pido a Dios no me prive de esa facultad que haga traer a la memoria, éste y los otros muchísimos que acaecieron en nuestra vida en común y que con tanto cariño y mimo los tengo archivados en el principal espacio del alma.

Hasta la próxima entrada.

1 comentario:

Carmen dijo...

¡Hola! he estado unos dias de viaje y no he entrado en Internet porque he estado muuuuuy lejos, me alegra reencontrarme otra vez con tu blog, pues me trae muchos recuerdos compartidos.... yo tambien iba al Cristo de Medinaceli con mi marido, desde que eramos novios, todavía me gusta ir, aunque este año no he podido por estar fuera, pero como nunca es tarde... en cuanto pueda me paso a verlo que es lo importante. Un saludo: Carmen