miércoles, 9 de marzo de 2011

Abolición del servicio militar obligatorio


Hoy, y por diferentes medios de información, se da la noticia de que se cumplen diez años de la abolición del Servicio Militar Obligatorio, que había estado en vigor por espacio de unos doscientos años.

Como es natural y al tener conocimiento de esta noticia, mis recuerdos se han retrotraído sesenta y cinco años.

En mi juventud, la mili marcaba una de las etapas determinantes en la vida del hombre, y que nadie se moleste por decir la vida del hombre, dado que solamente los varones estaban obligados a realizar el servicio militar. Hasta el ingreso en el Ejército, y en un espacio de tiempo de unos seis u ocho meses, se verificaban tres actos que serían los que determinaban quién, cómo y donde se había de cumplir el servicio. El primero de ellos, cuando menos en mi pueblo lo llamábamos la "talla". El mismo consistía en tomarte, la filiación completa, reconocimiento médico y talla de estatura y perímetro torácico, de cuyo resultado salías con la calificación de "apto" o no "apto" para el servicio de las armas. El segundo acto, era el sorteo de "quintos" como se conocía, que en mi tiempo se efectuaba en la Caja de Recluta sita en la capital de la provincia. Dicho sorteo consistía en extraer un número de un bombo, que había de tener tantos números como individuos formaban el reemplazo en la provincia. El orden alfabético establecía el número que correspondía a cada individuo. Generalmente y a partir del número extraído, se destinaban a África, o sea entonces a Melilla y Ceuta el cupo que para dichos puntos se había determinado. A continuación y siguiendo la correlación de los números, se iban destinando para las plazas que asimismo estaban fijadas y el número también determinado. El día 17 de este mes se cumplen 65 años del sorteo de mi reemplazo y que precisamente a mí me tocó la ciudad de Sevilla; y por último se verificaba la incorporación a la Unidad o Regimiento dentro de la plaza a la que habías sido destinado.

Los actos de "quintos", especialmente en los pueblos pequeños como el mío, suponían un acontecimiento especial. Las celebraciones consistían en reunirse todos los "quintos" como nos hacíamos llamar unos a otros, comer y beber hasta que el cuerpo solía aguantar, cantar por las calles del pueblo, acompañados por algunos instrumentos musicales, que si no había quinto que lo tuviera y supiera tocarlo, no faltaba algún amigo a quien se recurría para ello. Las coplas solían estar siempre un tanto subidas de tono para lo que era costumbre y también como no, siempre alguna fechoría que sirviera como recuerdo de aquella quinta, que la mía fue la del "46". La fechoría nuestra consintió, en coger las macetas que había en los diferentes balcones y las cambiábamos por otras pero de los balcones y ventanas que mas lejanas estuvieran de las que procedían. La cuestión no es que le hiciera mucha gracia a quienes se vieron inmersas en ello, pero tampoco se causaba daño personal o moral con lo realizado.

Por lo que a mí personalmente respecta, los dos años y medio que estuve en el servicio militar, fue hasta entonces el mejor tiempo que había pasado en toda mi vida. Guardo un entrañable recuerdo de unos cuantos amigos que hice, así como de los diversos hechos y circunstancias que me, o nos, pasaron durante aquella época. Mi opinión particular, es que todos los jóvenes y hoy también las jóvenes, debían pasar unos cuantos meses, o para mejor decir un año en la prestación del servicio, y aunque durante la prestación del mismo habría más de uno que renegara de ello, en principio para sus propios padres, y con el paso de los años, para ellos mismos, sería escaso el número de quienes no reconocieran que algo positivo les aportó para el desenvolvimiento posterior en su propia vida.

¡Qué lejanos quedan ya aquellos acontecimientos! ¡Cuántas cosas han pasado por mi vida desde entonces! ¡Cómo el paso de los años ha dejado marcada huella, en mi aspecto físico, y también, como no, en mi forma y modo de sentir y pensar!

Hasta la próxima entrada.

2 comentarios:

Carmen dijo...

Yo tambien pienso que deberian seguir haciendo la "mili" que hay muchos chicos muy "blanditos" que les vendría muy bien un poco de orden y disciplina y al decir chicos van incluidos ambos sexos, que no me va lo de chicos/as je je je. Además todo el mundo suele tener buenos recuerdos de esa etapa. Saluditos: Carmen

Anónimo dijo...

yo hice la mili en 1990,en cadiz,en la armada,lo pase muy bien,fue donde tuve los mejores amigos de esta vida,hice 12 meses,yo pienso que la mili no tenia que haber desaparecido,hubiera venido bien que los jóvenes de ahora que son tan rebeldes y agresivos,los hubiesen dado bien de caña,hubieran sabido lo que era madrigar,hacer guardias,y mas cosas,para muchos seria un tiempo perdido,pero aprendias a salir de tu casa,a valerte por ti mismo,y el compañerismo que había,que eso no lo hay en ningún sitio.