lunes, 30 de junio de 2008

Algo se muere en el alma...


La última entrada que hice en este mi Blog, fue para comentar el contacto telefónico que había tenido con mi gran amigo y residente en Córdoba, Rafael Serrano Valero, al que como dije, lo note bastante fastidiado en cuanto a su salud.

Tal contacto con mi amigo Serrano, lo fue el día 21 del corriente mes de junio. Esta noche, última del mes, al llamar a mi hermano Antonio a Villaharta, me ha dado la noticia de que el pasado Sábado día 28 fue enterrado mi citado y querido amigo. Exactamente una semana después de estar hablando con él, recibía sepultura. Como dicen dos estrofas de unas populares sevillanas: "Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va". Nada en tan pocas palabras, dictaminan una realidad tan evidente. Cuando un verdadero amigo, como Serrano lo era para mí, y, me consta que yo también lo era para él, un trozo de la propia vida de uno se marcha acompañándolo en su eterno viaje.

Tan pronto he tenido la noticia de su óbito, he llamado a su viuda para darle el pésame y no he podido remediar que unas, bastantes, lágrimas hayan acudido a mis ojos. Con la muerte de mi entrañable amigo Serrano, otra de las hojas que en ese árbol, del que hice referencia en una de mis ya pasadas entradas en este Blog, y que estaba bastante próxima a la que a mi me representa, deja ese vacío que a estas alturas de la vida, ya no llega esa primavera que pueda reemplazarla en el sitio que ocupaba.

Amigo Serrano, que Dios te conceda cuanto hayas merecido en tu paso por esta vida, que en cuanto a lo que fue nuestra amistad, no pudo ser mas leal y entrañable.

SERRANO, hasta siempre.

lunes, 23 de junio de 2008

La fuerza de la AMISTAD

Hace un mes aproximadamente llame a un gran amigo mío residente en Córdoba, con el que he tenido periódicos contactos y por su forma de hablar, y además me lo dijo expresamente, estaba bastante fastidiado de salud.

El pasado viernes día 20, volví a llamarlo y nadie cogía el teléfono en su casa. Sospechando que pudiera haberse agravado su estado, llamé a un hijo suyo residente aquí en Málaga e igualmente no respondían a la llamada. Ésto aumentó mi sospecha de su agravamiento y repetí la llamada el sábado día 21 por la noche. Esta vez recogía la llamada su esposa y a mis preguntas me dijo que su marido había estado unos cuantos días internado en el hospital Reina Sofía de Córdoba en estado bastante grave, donde por el momento le habían dado el alta, y que hacía unos momentos habían regresado. Su mujer me dijo que hacía bastantes días no coordinaba las palabras, pasaba de unos temas a otros y en parte había perdido un tanto la memoria. Ante mi pregunta si podía hablar con él, me respondió que le iba a dar el teléfono y una vez terminada mi conversación con él, que hiciera el favor de no colgar y le dijera que me había contestado y que tal consideraba sus respuestas a las preguntas que pudiera hacerle.

Escuché la voz de su mujer decirle, "toma es para tí, de tu amigo Rafael Galán". "Rafalíto, como él siempre me decía, como andas", yo estupendamente le contesté al tiempo que le preguntaba "y tú, como te encuentras". Yo estoy bastante fastidiado, me contestó y he estado unos pocos días internado. Esto ya son cosas de viejos, pues cuando estábamos en La Calera no nos pasaba nada de esto. Este amigo mío, también llamado Rafael, como no, y de apellidos Serrano Valero, éramos los seguros siempre en el trabajo en dicha finca; los tres años que yo trabajé en la molina, estuvimos siempre juntos y en el mismo relevo. En mis memorias cuento hasta el día en que él se marchó a la mili, que fue el día 28 de marzo de 1944, por tanto era dos años mayor que yó. Como he citado anteriormente fuimos, y lo seguimos siendo, unos entrañables amigos.

De toda la conversación que sostuvimos por teléfono de una duración de ocho o diez minutos, que yo traté de no prolongarla más para no molestarlo en exceso, fue testigo su propia mujer.

Cuando terminamos de hablar y que sin duda había sido a través de un aparato inalámbrico, su mujer tomo el mismo y saliendo de la habitación donde estaba su marido, me dijo que estaba totalmente extrañada de la forma en que había sostenido la conversación conmigo, cuando como me había dicho, desde hacía varios días pasaba de unos temas a otros y en muchas ocasiones decía verdaderas tonterías. Igualmente me añadió que tenía que tener mucho cuidado con él, porque de vez en cuando se tiraba de la cama y en general que se encontraba bastante grave. No quise preguntarle cuál era el motivo y aunque se que tenía un padecimiento de corazón, tal vez se hubiera complicado con alguna otra enfermedad.

Como he titulado esta entrada, la fuerza de nuestra amistad, la reacción de mi amigo Serrano, cuando le dijeron que la llamada era mía, la propia alegría que le produjo al saber que lo llamaba su amigo Rafalíto, le hicieron sin duda volver sus recuerdos a más de sesenta años atrás. Dentro de unos días volveré a llamarlo a ver como sigue.

Sin ninguna duda, los amigos forman una parte muy importante en el devenir de la vida de las personas que hemos tenido la suerte de contar con amistades como la que me une con mi amigo Rafael Serrano, que por ser rubio, era conocido y los es, en Villaharta, con el apelativo del "Cano Serrano". Amigo Serrano, que te mejores.

viernes, 20 de junio de 2008

Última foto del año

Fácil, ¿no?



Esta es la última foto que cuelgo en este blog (por este año), que ya empiezan las vacaciones:

lunes, 16 de junio de 2008

INCOMPARABLE RECUERDO



Como prometí en la entrada de ayer y con respecto al mismo tema, vuelvo hoy a las andadas.

Aún pecando un tanto de vanidoso y reconociendo que dentro de mis limitaciones poseo para mis descripciones un vocabulario relativamente aceptable, me considero un analfabeto para poder hallar palabras que pudieran expresar siquiera aproximadamente el hecho que voy a exponer a continuación.

Día 16 de junio de 1959. Podrían ser aproximadamente las 10'30 horas de aquella calurosa mañana, cuando en el tren expreso Madrid-Málaga, llegaba a esta última ciudad, vestido de uniforme y luciendo mis recién estrenados galones de Cabo de la Guardia Civil. Pese a que la cantidad de pasajeros con que llegaba el tren a Málaga no era muy grande, yo tal vez mientras tomaba mi pequeño equipaje, compuesto por una maleta y un bulto más, cuando descendí del convoy no quedaban muchos detrás de mí. Una vez sobre el andén con el corazón latiendo a fuerte ritmo debido a lo que me esperaba encontrar y al dirigir la vista hacia el pequeño bullicio que se dirigía hacia la salida, a una distancia aproximada de unos cincuenta metros, divise la escena, que como cito anteriormente, produjeron en mi estado de ánimo el mayor impacto emocional y beneficioso, que nunca hasta entonces y creo que después tampoco, me hayan sucedido.

A la distancia que indico antes, venía en primer lugar mi hijo Rafa que a la sazón contaba dos años y cuatro meses, corriendo hacia mí con la velocidad y fuerza que un niño de su edad podía realizar; mi otro hijo José Carlos, que según indiqué ayer en ese día había comenzado a caminar por sí solo, con ese torpe caminar de quién comienza y posiblemente estimulado por su madre para que al igual que su hermano vinieran en mi busca y tras ellos, la madre de ambos, mi mujer, que tal vez porque hacía dos meses que no la veía, al igual que a los niños, mostrando ella una amplia sonrisa y luciendo uno de los vestidos que solo ella tenía esa gracia y habilidad para confeccionarlos tal cual, y confieso que sin duda ha sido el momento en que mas guapa y atractiva, si cabe a como era, la encontré, cuando llegamos a reunirnos los cuatro, nos fundimos en un fuerte y prolongado abrazo, repartiéndonos besos a diestra y siniestra y así permanecimos durante un rato. Como creo así lo hice constar en mis memorias, por volver a vivir aquel momento en su estado natural como lo fue, daría sin duda el resto de los días de vida que me resten.

La profunda huella que dejan en el sentimiento de una persona, hechos como el que termino de relatar, son lo que no tienen precio, ni se olvidan jamás.

domingo, 15 de junio de 2008

Mi ascenso a Cabo

Hace cuarenta y nueve años a estas horas, estábamos recibiendo mi promoción el Despacho que nos justificaba el ascenso a Cabo de la Guardia Civil. Tal vez visto desde una perspectiva imparcial y ajena al Cuerpo, se considere una cuestión insignificante, para mí supuso hasta entonces el logro más importante en cuanto a mi vida profesional. Si diez años anteriores a esta efemérides yo ejercía como jornalero agrícola, con las penalidades, sinsabores, desconsideración de la inmensa mayoría de la sociedad y por añadidura, los míseros sueldos con los que se nos remuneraba el trabajo realizado, era una circunstancia de la que, como digo diez o quince años anteriores, no llegaba ni a soñarlo siquiera.

Mi modestísimo despacho, que aún conservo, y que para poner el nombre de cada uno, recurrimos, dentro de los componentes del Curso, a un gran pendolista, para que como mínimo la señalización del nombre diera un poco realce a tan humilde, pero de infinita apreciación, de tal documento. Con posibilidad, esto de pendolista no os suene mucho que digamos, ya que hoy han perdido el noventa por ciento de su razón de ser, dado a que los ordenadores suplen con creces sus cometidos.

Esta efemérides, como en la mayoría de los casos en que cito alguna, lleva otra aparejada y que no es otra que la de que mi hijo José Carlos echó a andar por sí solo. Tenía algo mas de catorce meses, la verdad es que no fue muy precoz en su andadura. Después ha corrido lo que en un principio le llegó tan tardío.


Mañana, señalaré otra coincidencia con el motivo de esta nueva entrada. Hasta mañana.

sábado, 14 de junio de 2008

Una de expresiones

Premio para...Pepe:


¿Qué expresión castellana podría rebatirse con la siguiente foto?

sábado, 7 de junio de 2008

Día del Medio Ambiente

El pasado 5 de junio se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente. Para celebrarlo, esta semana tenéis que adivinar qué animal se ve en la siguiente foto. Es un poco más facil que la de la semana pasada:


jueves, 5 de junio de 2008

Aniversario. Otro más


Hoy se cumple el 111º aniversario del nacimiento de mi madre. Entre una madre y un hijo hemos visto sucederse tres Siglos. El traer a la memoria esta efemérides en el día de hoy, se debe principalmente, porque recuerdo perfectamente que el día 5 de junio de 1932, hace por tanto SETENTA Y SEIS AÑOS, hallándonos cenando mis padres y yo, mi madre dirigiéndose a mi padre le dijo: "Ya vamos para viejos, hoy cumplo 35 años". La respuesta que dio mi padre a semejante noticia no la recuerdo, pero puedo jurar que poca mella le haría en el sentimiento. Podéis haceros una idea los regalos que recibiría de su marido por tan feliz acontecimiento.

Por la fecha que cito, mi madre se hallaba también en séptimo mes de embrazo, de su quinto hijo; concretamente el día 27 de julio siguiente a cuanto estoy relatando, nacería mi hermano José. Sin duda, la indiferencia a estas circunstancias de los cumpleaños, onomásticas y otros casos, podían calificarse como "zarandajas", expresión que se daba cuando una cuestión carecía de importancia.

Sin lugar a dudas, para mí, el recordatorio de mi madre de que cumplía 35 años, hizo mucho mas impacto en mis sentimientos que el que le produjo a mi padre. Yo mirando de soslayo a mi madre, realmente la veía bastante vieja, vestía totalmente de negro, tenía un pelo muy largo que le llegaba a la cintura, pero recogido en un moño sobre su nuca. De forma un tanto velada, recuerdo como si algunas arrugas comenzaran a aparecer en su rostro y como última conclusión a mis pensamientos, lo fue el que hasta cuando viviría mi madre. Hoy puedo contestar a esta incógnita: falleció sesenta y un años, diez meses y quince días después de haber cumplido sus treinta y cinco años. Yo estaba en plena niñez, duplico su edad de entonces y un añadido de trece años.

Posiblemente a vosotros os chocará un tanto la total indiferencia que se mostraba a tales eventos de los cumpleaños, como digo anteriormente, pero existía un motivo irrefutable para ello, y no era otro que la lucha por la supervivencia de la propia prole y de ellos mismos.

miércoles, 4 de junio de 2008

MEDIO SIGLO, ahí es "na"



A esta hora de hace hoy MEDIO SIGLO, cincuenta años pasados día por día, me encontraba sin lugar a dudas, a menos de cien metros donde en este momento se hallará mi hijo mayor. Tal día como hoy me examinaba para el ascenso a Cabo en la Dirección General de la Guardia Civil. Después de que sobre las nueve de la mañana hicimos en el patio unos breves ejercicios de instrucción y nos pasaron revista de armamento, que cada uno hubimos de llevar un mosquetón, desde nuestros destinos de procedencia, pasamos a realizar el examen en sí, que constaba de dos partes: la primera escrita y la segunda oral, ambas eliminatorias.

Para la primera de estas pruebas nos colocaron en el entonces comedor de Suboficiales, sito en la planta baja y a continuación del local del Bar de Tropa y cuya puerta daba al patio principal y a mano izquierda según se entraba. El jefe superior de cuantos formaban los examinantes, era el Teniente Coronel Velasco, que según comentarios, no gozaba de la aprobación general de sus subordinados. Yo desde luego nunca estuve a sus órdenes directas, pero sí que me llegaban los rumores de sus actitudes.

Aquel año se pusieron a prueba unos ejercicios escritos, que aparte de que el nombre del examinando no podía figurar para nada en los folios que se nos entregaron y donde además de figurar una clave secreta que correspondía al Guardia que iba a hacer el ejercicio, también se incluían las preguntas y ejercicios a efectuar. Yo me examiné el segundo día de los algo mas de veinte programados durante el mes de junio, a finales del cual terminaron. Tanto el primero como el segundo día, esos ejercicios escritos fueron bastante difíciles, al punto de que debiendo aprobarse una media de unos quince diarios, para cubrir las 350 plazas anunciadas, este día que yo me examiné, solo pasamos el escrito doce, de los más de cuarenta presentados. A la vista de la escabechina que se produjo en estos ejercicios, en el oral hubieron de pasar la mano, ya que de haber sido de la dureza del escrito, pocos hubieran llegado a buen término. Yo casi seguro que no, porque si bien en el escrito podía compararme entre los mejores, en el oral, confieso que no me había preparado lo suficiente. Me faltó voluntad para hacerlo y además la situación me ayudaba también poco. Un hijo con un año de edad, que no cesaba de llorar en toda la noche. Otro que había nacido dos meses antes de examinarme, por tanto el parto de la madre y todo lo que ello llevaba consigo, y por si faltaba algo, 18 días antes de nacer el niño, y dos y medio antes del examen, tuvimos la mudanza desde el cuartel que había junto al Convento de los Salesianos donde teníamos un pabellón, hasta la Barriada de Carranque donde nos dieron una casa, ya que la citada Orden Religiosa había comprado el local del acuartelamiento para añadirlo a sus instalaciones, lo que así hicieron.

Pero en fin, logré mi propósito, a las diez de la noche de aquel 4 de junio de 1958 tomaba el tren expreso Madrid-Málaga, llegando a esta últimas sobre las doce horas del siguiente día, en que pude dar la noticia a todos los míos, principalmente a mi mujer y luego por carta a mis padres.

Este hecho, fue otro de los muchos buenos que me sucedieron durante mi etapa en la Guardia Civil, de cuyos mas de treinta y un años de permanencia, nunca antes llegué siquiera a imaginar lo beneficioso que me resultó e todos los órdenes de la vida. Tal es mi agradecimiento por ello, mientras en mi vida exista un hálito de conciencia estaré dando gracias y enalteciendo el momento en que ingresé.