miércoles, 7 de mayo de 2008

Una, dos, tres efemérides

Año 1942. Día 7 de mayo, estrené mi primer traje que días antes me había comprado en Córdoba, en los Almacenes denominados "Siglo XX". Me costó 300 pesetas. Yo había estado trabajando en la Calera en la fábrica de aceite por espacio de unos cuatro meses y ganaba un sueldo diario de 10 pesetas. Por tanto el 25% del trabajo de cuatro meses se lo llevó el traje. Así como suena cualquiera diría que era un traje excepcional, nada de eso, sino que era de una mediana calidad. No obstante ello y aparte de que no he sido nunca muy presumido, si que días antes estaba deseando llegara la feria para poder lucir mis nuevas galas. Estos estrenos se solían mantener en relativo secreto hasta su estreno, a fin de sorprender a todos los conocidos, que como podéis suponer era todo el pueblo.

Dieciocho días después, y en compañía de un gran amigo mío, fui a la Feria de Córdoba, me hice una foto con mi recién estrenada indumentaria, cuya foto conservo como oro en paño. El próximo traje me lo hice diez años después, siendo ya Guardia Civil aquí en Málaga.

En relación con los estrenos de ropa por la feria, os voy a contar una anécdota un tanto graciosa. Un matrimonio tenía un hijo único, algo más de un año menor que yo, y aquel año su madre le compró una gabardina, precisamente para feria, que como habréis visto empezaba el día 7 de mayo. Bueno pues aquel año hizo un tiempo espléndido y figuraros las temperaturas que en estas fechas se alcanzan en mi pueblo. Bueno pues mi paisano, se tiro los tres días de fiesta con la gabardina encasquetada, abrochada y con el cinturón también abrochado. Este caso, fue el principal y mas comentado suceso de aquella feria.

Año 1944. Entre las once y doce horas de aquel día, hace hoy 64 años, vistiendo el mismo atuendo que en el caso anterior, excepto zapatos que estrenaba, me dispuse ir a ver la novia que tenía, la primera, y que vivía en un cortijo a unos tres kilómetros de la Calera, y de mi pueblos esta distancia estaría sobre los 12 kilómetros. Sobre una encina existente junto al camino que había tomado, en el punto conocido por la Erilla del Fraile y a espaldas de las tapias traseras del Cementerio de mi pueblo, cuando no llevaba mas de quinientos metros recorridos. Cuando pensaba el camino que tenía que recorrer, los zapatos nuevos que me estaban molestando algo los pies, pensando que a los doce kilómetros de la ida habría que añadirle otros tantos de regreso, y posiblemente el retorno sin duda lo iba hacer bien entrada la noche, el sudor que ya había comenzado a mostrar su primeras gotas, dejándome caer sobre el tronco de aquella encina, no se si existirá todavía, comencé a plantearme si continuar el viaje que había iniciado o en su contra volver a mis inicios y pasar los días de fiesta con los amigos.


Me dolía en el alma y mi conciencia me reprochaba, que esa novia que me la había echado, entrometiéndome por medio del novio que ella tenía cuando comencé a pretenderla y de lo que sin duda yo esta totalmente al tanto de ello, lo dejó y nos hicimos novios. En fin, me dí media vuelta y no volví más, a ver aquella novia. Si hubiera hecho lo contrario, quien sabe, tal vez mi vida hubiera sido otra totalmente distinta.

Año 1972. Hoy se han cumplido 36 años de la Primera Comunión de mi hija. Debido a que la situación económica lo permitió, se celebró el acontecimiento con mayor pompa que lo había sido, cuando la hicieron sus hermanos.


También para esta ocasión estrené un nuevo traje y que precisamente era idéntico a uno que un íntimo amigo mio, le habían hecho a medida en Córdoba, el mismo año 1942 cuando yo me compré el primero de vida. Hoy lo confieso, sentía una sana envidia por el traje que lucía mi amigo Paco. Del que yo me compré para la Comunión de mi hija, aún conservo la chaqueta. que durante algunos días de marzo y abril pasado me he puesto varias veces, aunque la verdad me queda un poco estrecha. En parte, y muchísimos años después me resarcí de aquella ilusión que me hubiera hecho tener un traje como el suyo.

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