La verdad es que no sé la respuesta a la pregunta...pero sí sé de qué lugar estamos hablando:
viernes, 30 de mayo de 2008
domingo, 25 de mayo de 2008
Corpus Christi
Hoy se celebra el día del Señor, como siempre lo llamábamos en mi pueblo. Aunque pueda pecar de repetitivo, como tengo tantos años, me vienen a la memoria algunos de los recuerdos con respecto a esta conmemoración. Voy a comentarlos siguiendo un orden cronológico.
Año 1942. Me encontraba segando trigo a unos dos o tres kilómetros de La Calera, en el punto conocido por "las Umbrías del Rajao" y a una distancia aproximada de dos leguas de mi pueblo. La cuadrilla de segadores estaba compuesta por unos diez o doce hombres, de ellos cuatro solteros. Las faenas de la siega las estábamos realizando a destajo, o sea la superficie a segar estaba ajustada en equis jornales, así cuantos menos días tardáramos en segarlas, mas ganaríamos.
Dado a que los solteros queríamos ir al pueblo a pasar la festividad del Día del Señor, nos señaló el manijero una superficie que habríamos de segar antes de irnos a Villaharta. A las 4 de la mañana, hora solar se entiende, hoy serían las 6, ya estábamos dándole a la hoz. Alrededor de las once de la mañana terminábamos la tarea. Las dos leguas a recorrer hasta mi pueblo que a paso normal del hombre se establecía en dos horas, la hicimos, creo que no llegó a la hora. Aseo personal a fondo, que en cerca de un mes no lo habíamos hechos como Dios manda, colocarme mi traje que había estrenado un mes antes, salir en busca de los amigos y a pasarlo bien. Este pasarlo bien consistía en tomar unas copas de vino con sus tapas correspondientes, el paseo por la tarde y el baile por la noche.
Todo salió como estaba previsto. El baile terminó sobre las tres de la mañana, hora solar también se entiende. Quitarme el traje, colocarme ropa limpia de faena y para el tajo, sin haber tenido siquiera unos minutos de relax. Cuando llevábamos recorridos unos tres cuartos del camino y conforme íbamos andando, me quedé dormido y fui a caer sobre unos matojos existentes en las proximidades de la vereda. Gracias a que era un tramo llano, solo me hice algunos rasguños en la cara y brazos. Ese sacrificio exigía el poder tener siquiera unas horas de diversión para un joven de 17 años.
Año 1946. Estaba en la mili, en el Regimiento de Artillería número 14 de Sevilla. Tomamos parte en cubrir la carrera de la procesión, pero yo lo hice sentado en un vehículo auxiliar de las piezas de artillería, sentado y por tanto con toda comodidad. Solo el calor fue la única pega que tuvimos.
Año 1947. También en la mili, pero ya en las oficinas de Capitanía General. Aquella festividad le hice la Guardia de Oficina, que consistía solamente estar todo el día pendiente de cualquier llamada telefónica y por tanto no salias a la calle, a un soldado de Sevilla llamado Manuel Arroyo Clares. Me dio los 14 bollos que le correspondían durante toda la semana, el tabaco que era una cajetilla, poco mas o menos, y lo mas importante, me pagó unas fotografías que unos días después me hice vestido de soldado. Una de ellas la conservo. Mi buen amigo Arroyo era tan buena persona, como lo estaba una hermana que tenía.
Año 1950. Me hallaba haciendo el curso de Guardia en la Academia de Úbeda. Todos los componentes del Curso desfilamos. Aquel día me puse por primera vez, oficialmente, el uniforme de paseo y lo mas destacable mi queridisima prenda de cabeza, el TRICORNIO.
Conservo una fotografía que nos hicimos en las proximidades del Ayuntamiento de Úbeda, mis dos compañeros de fila y yo. Aquellos se llamaban, Francisco Duzmán Cortés, de Ceuta y José Dueñas Romero, de Andujar.
Años varios de últimos de los cincuenta hasta como mínimo últimos de los sesenta. En Málaga existía la costumbre de que el día del Señor todo el mundo se vestía de verano. Mi mujer como buena malagueña, esto lo cumplía a rajatabla. Siempre, por lo menos nuestros hijos, estrenaban ropa, después a la procesión y había que hacerle una fotografía a los niños ante alguno de los varios altares que se hacían a lo largo del recorrido de la procesión. Sin duda alguna, de estas últimas efemérides son las que me llegan al alma con el mero hecho de traerlas a la memoria.
Por lo demás. ninguna de todas las señaladas volveré a vivirlas tal cual.
viernes, 23 de mayo de 2008
A vista de pájaro
jueves, 15 de mayo de 2008
miércoles, 14 de mayo de 2008
El Cuco. Otra excepción de la regla
Casi seguro que todos vosotros habréis oído hablar del cuco, pero posiblemente no conozcáis la singularidad especial de este pájaro.
De todos es conocido que las aves, cuando llega su época de cría, cada especie lo primero que hace es construir su nido, de formas diferentes y también con materiales diversos, según de la clase de aves de que se trate. En la fabricación del nido suelen contribuir ambos componentes de la pareja, luego la hembra deposita sus huevos en el mismo y la incubación la efectúan uno, o ambos de la pareja, también según la especie.
Pero aquí esta lo novedoso del Cuco. Creo que hay varias especies de cucos, pero a la que yo voy a referirme es la denominada del cuco común, que es la que suele ir por los campos de mi pueblo.
Pues la particularidad de este pájaro, y nunca mejor dicho lo de "pájaro", es que la hembra cuando le llega la fecha de su puesta de huevos, se dedica a vigilar donde hay nidos de otra especie de pájaros, siempre de menor tamaño que la del cuco (por lo menos los que yo pude ver cuando era niño, adolescente y joven) y cuando la hembra propietaria del nido ha depositado ya uno o mas huevos, la hembra del cuco vigila su ausencia, y cuando se produce, ella deposita el suyo en el invadido nido, y sustrae un huevo de la otra, que según entonces yo oía comentar, unos decían que se lo comía y otros, que lo arrojaba fuera del nido. Esta práctica solía hacerla la hembra del cuco, ocho o diez veces, durante esa temporada, pero siempre en nidos diferentes, e incluso de pájaros de distinta especie.
Una vez que la "cuca" depositaba su huevo en nido ajeno, se ausentaba y no volvía a saber nada de él. Así, cuando nace el polluelo cuco, juntamente con la de los de la especie del nido invadido, los padres de estos tienen también que alimentar al cuco y sacarlo adelante. Se daba la paradoja, de que unos polluelos de cuco, eran alimentados por padres insectívoros y otros omnívoros.
Por lo menos en las ocasiones en que en alguno de los nidos que yo encontré durante mis correrías infantiles, el polluelo del cuco doblaba o triplicaba en volumen a sus vecinos de casa, que no hermanos, y, claro debido a su corpulencia precisaban mucho mas alimento que sus compañeros de habitación, por lo que los verdaderos hijos de los padres que atendían sus necesidades alimenticias, pasaban más hambre que, como se decía en mi pueblo, los "perros del tío Lucas".
Creo que los polluelos del Cuco Común, si les fuera posible y tuvieran conocimiento de su problema, acudirían a cualquier cadena de televisión, solicitando gestiones para poder conocer a sus verdaderos padres biológicos, a los que nunca llegaron siquiera a ver.
Del comportamiento de estos "pájaros", podrán sacarse muchas conclusiones, pero lo que si es cierto, que de vergüenza y responsabilidad, están carentes totalmente. Ellos van a lo suyo y nada más. Quizá en ésto, algunos humanos, no les vayan a la zaga.
Del comportamiento de estos "pájaros", podrán sacarse muchas conclusiones, pero lo que si es cierto, que de vergüenza y responsabilidad, están carentes totalmente. Ellos van a lo suyo y nada más. Quizá en ésto, algunos humanos, no les vayan a la zaga.
domingo, 11 de mayo de 2008
Manchas y verrugas en la piel
A medio día del pasado viernes, hallándome en casa de mi hija sentado en el sofá en compañía de mi nieto Jorge, esperando que su madre regresara del trabajo para almorzar, mirándome fijamente al rostro y muy particularmente, sobre una mancha-verruga, bastante visible por cierto, que tengo entre otras, en la parte baja de mi sien derecha, me pregunto que "qué era aquello". Le respondí que era la consecuencia de los muchos años de vida que tengo. A ésto me contestó que él no querría tener "eso". Volví a responderle. Para ello solo tienes una solución. Tienes que morirte cuando aún todavía seas joven. Acusando el golpe, no me respondió, pero seguro que lo puse a cavilar, según la expresión de su rostro que demostraba que estaba haciendo balance, entre lo uno y lo otro.
Reflexionando sobre la consulta que mi nieto me había hecho y volviendo setenta años atrás en el tiempo, comprendía la causa de su extrañeza en cuanto a esas manchas y verrugas que en mayor o menor profusión aparecen en los rostros de los ancianos y ancianas.
Para los niños, adolescentes e incluso para muchos jóvenes, no les cuadra mucho que nosotros también hemos sido niños, adolescentes e incluso jóvenes.Que nuestros cuerpos, nuestros rostros y nuestras facultades físicas, eran las idénticas a las que ellos tienen en la actualidad. sino que ya habíamos nacido con ellas. Que nuestras arrugas faciales, nuestros cabellos canos, nuestro lento caminar y otras muchas de las facultades menguadas en comparación a las que ellos poseen, nos han venido siendo impuestas poco a poco, y sin darnos cuenta, por ese caminar lento, pero imparable, del paso de los años.
Las contrariedades señaladas anteriormente que acusamos los viejos, tienen otras compensaciones de las que en otra entrada a este mi blog haré otro día. Por hoy, baste con el resultado de mis consideraciones a la comprensible pregunta de mi nieto.
viernes, 9 de mayo de 2008
El peor día de mi vida
miércoles, 7 de mayo de 2008
Una, dos, tres efemérides
Año 1942. Día 7 de mayo, estrené mi primer traje que días antes me había comprado en Córdoba, en los Almacenes denominados "Siglo XX". Me costó 300 pesetas. Yo había estado trabajando en la Calera en la fábrica de aceite por espacio de unos cuatro meses y ganaba un sueldo diario de 10 pesetas. Por tanto el 25% del trabajo de cuatro meses se lo llevó el traje. Así como suena cualquiera diría que era un traje excepcional, nada de eso, sino que era de una mediana calidad. No obstante ello y aparte de que no he sido nunca muy presumido, si que días antes estaba deseando llegara la feria para poder lucir mis nuevas galas. Estos estrenos se solían mantener en relativo secreto hasta su estreno, a fin de sorprender a todos los conocidos, que como podéis suponer era todo el pueblo.
Dieciocho días después, y en compañía de un gran amigo mío, fui a la Feria de Córdoba, me hice una foto con mi recién estrenada indumentaria, cuya foto conservo como oro en paño. El próximo traje me lo hice diez años después, siendo ya Guardia Civil aquí en Málaga.
En relación con los estrenos de ropa por la feria, os voy a contar una anécdota un tanto graciosa. Un matrimonio tenía un hijo único, algo más de un año menor que yo, y aquel año su madre le compró una gabardina, precisamente para feria, que como habréis visto empezaba el día 7 de mayo. Bueno pues aquel año hizo un tiempo espléndido y figuraros las temperaturas que en estas fechas se alcanzan en mi pueblo. Bueno pues mi paisano, se tiro los tres días de fiesta con la gabardina encasquetada, abrochada y con el cinturón también abrochado. Este caso, fue el principal y mas comentado suceso de aquella feria.
Año 1944. Entre las once y doce horas de aquel día, hace hoy 64 años, vistiendo el mismo atuendo que en el caso anterior, excepto zapatos que estrenaba, me dispuse ir a ver la novia que tenía, la primera, y que vivía en un cortijo a unos tres kilómetros de la Calera, y de mi pueblos esta distancia estaría sobre los 12 kilómetros. Sobre una encina existente junto al camino que había tomado, en el punto conocido por la Erilla del Fraile y a espaldas de las tapias traseras del Cementerio de mi pueblo, cuando no llevaba mas de quinientos metros recorridos. Cuando pensaba el camino que tenía que recorrer, los zapatos nuevos que me estaban molestando algo los pies, pensando que a los doce kilómetros de la ida habría que añadirle otros tantos de regreso, y posiblemente el retorno sin duda lo iba hacer bien entrada la noche, el sudor que ya había comenzado a mostrar su primeras gotas, dejándome caer sobre el tronco de aquella encina, no se si existirá todavía, comencé a plantearme si continuar el viaje que había iniciado o en su contra volver a mis inicios y pasar los días de fiesta con los amigos.
Me dolía en el alma y mi conciencia me reprochaba, que esa novia que me la había echado, entrometiéndome por medio del novio que ella tenía cuando comencé a pretenderla y de lo que sin duda yo esta totalmente al tanto de ello, lo dejó y nos hicimos novios. En fin, me dí media vuelta y no volví más, a ver aquella novia. Si hubiera hecho lo contrario, quien sabe, tal vez mi vida hubiera sido otra totalmente distinta.
Me dolía en el alma y mi conciencia me reprochaba, que esa novia que me la había echado, entrometiéndome por medio del novio que ella tenía cuando comencé a pretenderla y de lo que sin duda yo esta totalmente al tanto de ello, lo dejó y nos hicimos novios. En fin, me dí media vuelta y no volví más, a ver aquella novia. Si hubiera hecho lo contrario, quien sabe, tal vez mi vida hubiera sido otra totalmente distinta.
Año 1972. Hoy se han cumplido 36 años de la Primera Comunión de mi hija. Debido a que la situación económica lo permitió, se celebró el acontecimiento con mayor pompa que lo había sido, cuando la hicieron sus hermanos.
También para esta ocasión estrené un nuevo traje y que precisamente era idéntico a uno que un íntimo amigo mio, le habían hecho a medida en Córdoba, el mismo año 1942 cuando yo me compré el primero de vida. Hoy lo confieso, sentía una sana envidia por el traje que lucía mi amigo Paco. Del que yo me compré para la Comunión de mi hija, aún conservo la chaqueta. que durante algunos días de marzo y abril pasado me he puesto varias veces, aunque la verdad me queda un poco estrecha. En parte, y muchísimos años después me resarcí de aquella ilusión que me hubiera hecho tener un traje como el suyo.
martes, 6 de mayo de 2008
Nostalgia
Tan pronto he terminado la entrada anterior y recordando la fecha en que estamos, 6 de mayo, me han venido al recuerdo aquellos seis de mayo de los años cuarenta del pasado siglo XX.
Las fiestas de mi pueblo comenzaban entonces el día 7 de mayo, pero la tarde-noche anterior, cuando regresaban al pueblo de todos los cortijos con el fin de pasar cuando menos un par de días de los festejos, veías a algunos amigos de los que hacía tiempo no habías tenido la oportunidad de hacerlo, se formaban numerosos corrillos con charlas muy animadas por el regocijo que suponía la inmediatez del disfrute de unos festejos, que vistos desde una perspectiva imparcial podían resultar hasta ridículos, pero para nosotros, cuando esa irrefrenable fuerza de la juventud incipiente todo lo vislumbra con enorme esperanza e ilusión, suponía la llegada de unos acontecieres que llevabas esperando un año entero.
Dos expectativas principalmente solían llenar aquellas ilusiones. La una, poder tener la oportunidad de estar tres días con las posibilidad de bailar, o cuando menor pasear junto a la mujer que pretendías de amores.
La otra, estrenar el traje o prenda de vestir, por insignificante que fuera, con que pensabas iban a quedar admirados tus amigos y también, porqué no, la joven que alteraba tus sueños y alimentaba tus ilusiones. Sesenta años largos han pasado de aquellos recuerdos. La mayoría de los que celebrábamos tan inmediato advenimiento, ya no pueden contarlo. Yo, aún sí.
Lo prometido, es deuda
Como os había prometido en mi última entrada en el blog, vuelvo hoy para contaros otros curiosos detalles aprendidos durante mi paso por la facultad ovina, porcina y caprina.
Durante los siete meses que estuve de pastor, en la guerra civil, con un rebaño de ovejas propiedad de los servicios de Intendencia del Ejército Republicano, un número bastante elevado de cabezas se vio afectado por una enfermedad conocido como "roña", que era una especie de sarna y que se le caía a las ovejas toda la lana en los puntos de su cuerpo donde se le declaraba y formaba por ello unos grandes lunares blancos, al dejar en total descubierto su piel.
Recuerdo que en principio el mayoral, Pepe, de Pozoblanco y tío del Comisario Político de la unidad militar que tenía a su cargo el ganado, trataba de curar la enfermedad quemando unos trozos de madera de encina y cuando estaban en total combustión los apagaba con agua, convirtiéndolo en carbón y con ello le restregaba por los lunares que se les habían originado. Este procedimiento no dio resultado y hubo que recurrir a un insecticida, creo que el único existente entonces, denominado Zotal. Este era un líquido de color negro pardusco, muy fuerte, por lo que había que rebajarlo echándole una proporción grande de agua y entonces tomaba un color casi blanco, o para mejor decir de café con leche, con mas leche que café. Con este compuesto y por medio de un hisopillo hecho con un trozo de tela y una palo se untaba por los lugares donde se formaban las caídas de lana o en los que comenzaban a aparecer tales caídas.
Otro de mis conocimientos adquiridos en la misma facultad, lo fue cuando algún corderillo que a los pocos días de su nacimiento quedaba huérfano y entonces había que buscarle nueva madre, que también y por cualquier circunstancia había perdido a su hijo. Las ovejas reconocían a sus hijos por el tono de su balido o por el olor que despedían sus cuerpos. Como el balido del animal que se trataba de adjudicar a la oveja, no se correspondía con el del cordero fallecido, había que recurrir al sentido del olfato. A tal fin con el propio excremento de la oveja, se embadurnaba, o embadurnaba el lomo del cordero, se sujetaba la futura madre adoptiva y acercaba a las ubres al huerfanito que sin pudor alguno se agarraba a ellas y mamaba a toda pastilla. En principio la oveja oponía cierta resistencia y comenzaba a oler el cuerpo de su futuro hijo adoptivo, que en un par de veces que se realizaba el acto, terminaba aceptándolo de buen grado.
Ahora, y lo que voy a exponer lo dejo a vuestras entendederas y cada cual de su opinión sobre el particular. Es lo siguiente: si observáis un rebaño de ovejas podréis comprobar que los corderillos tienen todos el rabo largo, como igualmente la mayoría de los carneros, como se llaman los machos adultos. Sin embargo las hembras adultas tienen todas el rabo muy corto...¿Porqué?... Averiguadlo vosotros.
jueves, 1 de mayo de 2008
El año pasado por estas fechas
Curiosidades y detalles de la vida en el campo
Hoy festividad del Día del Trabajo, me han venido a la memoria algunas curiosidades o detalles que aprendí en mis primeros pasos por el mundo laboral, que como sabéis lo fue muy precoz en cuanto a la edad. Así, mi debut lo fue como porquero. A este respecto os voy a comentar un detalle que posiblemente no conocéis ni aún teníais idea de ello.
Los cerdos tienen en el hocico, o jeta, como también se le conoce, en su parte delantera una especie de reborde con el que hozan en el campo para sacar de la tierra lombrices y otros seres que hacen su vida debajo de tierra y lo que resulta una golosina muy apetecible para los porcinos. La ingesta de tales "bichitos", aunque agradable para su paladar, les hace a los cerdos dejar de alimentarse de hierbas, bellotas u otras sustancias mucho mas beneficiosas para su organismo y sobre todo para alcanzar peso, que es el único fin con el que lo tiene su dueño. Para evitar que se entreguen a tal menester, tan pronto se destinan al engorde o cebo, se les coloca en la parte delantera superior del hocico una especie de anillo de alambre acerado, que al intentar hozar para escarbar la tierra, le causa cierta molestia o dolor, que les obliga a desistir del tal menester y dedicarse a pastar y comer lo que verdaderamente les hace engordar.
Otro de los detalles, de los que hoy voy a contaros, lo es con respecto a las cabras y sus hijos, chivos o chivas, durante su edad lactante.
Como creo os he contado algunas veces, en casa de mis padres siempre tuvimos una o dos cabras, cuya leche nos aportaba una fuente importante de alimentos para la familia.
Como creo os he contado algunas veces, en casa de mis padres siempre tuvimos una o dos cabras, cuya leche nos aportaba una fuente importante de alimentos para la familia.
Por norma, por la tarde al regreso del pastoreo en el campo era cuando las ordeñábamos, y extraíamos unos dos o tres litros de leche. Los chivos cuando tenían aproximadamente un mes, iban al campo acompañando a sus madres, pero como todavía no solían comer hierba se dedicaban a cada momento a mamar a la madre y cuando regresaban de su jornada en el campo, si no ponías medios, la madre llegaba a la casa sin una gota de leche que sacarle. La succión de la leche se verifica al presionar el pezón de la teta entre la lengua y el paladar de la boca del chivo.
A tal fin le colocábamos un "palillo" como lo denominábamos, que consistía en un trozo de palo de unos siete u ocho centímetros de largo, del grosor aproximado de un lápiz y que con un cuchillo se le había dado una forma de cuatro caras planas. A este palillo se le ponía una cuerda en cada extremo, le hacíamos un nudo a unos ocho o nueve centímetros de distancia del palo, dejando no obstante dos hebras que, metiendo el palo en la boca del chivo, pasando las cuerdas por encima de la nariz, y pasando cada una de las mismas por cada lado de la garganta, se anudaba luego en la parte alta del cuello. Cuando el chivo intentaba mamar en las ubres de la madre y meterse el pezón en la boca, el mismo quedaba entre la lengua y el "palillo" que al presionarlo este le impedía la salida de la leche y como no conseguía sustento alguno terminaba desistiendo de su propósito y la madre regresaba con sus tetas llenas. Una vez en la casa, se ordeñaba y dejaba un poco de su remanente para darle algo de alimento al hijo, que tan pronto le quitabas el artefacto de la boca se lanzaba en busca de la teta de la madre como un condenado. La noche la tenía entera para mamar pero antes de salir para una nueva jornada de campo, palillo a la boca del chivo; y así hasta que llegaba a la edad del destete.
En otra ocasión, os contare otros detalles sobre mis experiencias como porquero o pastor.
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