martes, 8 de enero de 2008

La rutina de un jubilado

Volvemos a la normalidad después de haber pasado las Fiestas de Navidad de 2007 y Festividades de Año Nuevo y Reyes de 2008.

Tanto los niños en edad escolar, hasta los adultos en situación laboral activa, han tenido que volver a sus actividades suspendidas días antes de la Nochebuena. Sin duda a la inmensa mayoría de ellos les habrá supuesto cierta contrariedad reanudar sus ocupaciones y en no pocos casos hasta algún esfuerzo extraordinario, bien por la clase de trabajo u obligación o por tener que volver a verse las caras con algùn compañero o jefe con quien las relaciones no sean todo lo amistosas que debieran serlo. Para mí, todo eso me pasa de largo. Mis horas de trabajo, de acostarme, de levantarme y las dedicadas al desayuno, merienda o cena, siguen siendo las mismas, tanto en festivos, laborales, lluviosos, calurosos, ventosos o todos los que puedan terminar en "osos".

Esta situación, tiene la inmensa ventaja de que no tienes que rendir cuentas a nadie ni soportar sus caprichos, malos modos e incluso su mala leche. Te libera de la preocupación de verificar tu trabajo con la debida diligencia y eficacia, como te sea exigida o como en conciencia deba hacerse. Por contra, te sigue envolviendo en esa rutina que día tras día te aleja de toda alternancia en tu modo de vida que en contadas ocasiones y de tarde en tarde se diferencia ese día de los múltiples anteriores y de los muchos por venir. Conformémonos cada cual con lo que por razones del tiempo en que vinimos al mundo, se nos asigna a medida que va llegando su hora.

Málaga,8 de enero de 2008.

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