lunes, 10 de octubre de 2016

Sesenta y cinco años han pasado


Hoy se cumplen sesenta y cinco años de mi primer cambio de destino en la Guardia Civil. El día 10 de octubre de 1951, salía del Puesto de Torrelasal, donde fui destinado al salir de la academia de Úbeda para incorporarme al de Aduana de esta ciudad de Màlaga, donde había causado alta, en las entonces llamadas "Altas y Bajas" del mes de octubre del citado año.

En estos instantes, que faltan cinco minutos para las nueve de la mañana, en que me pongo a realizar esta entrada, aquel ya tan lejano día, también sobre esta hora, quizá minutos mas o menos, en Sabinillas, barriada de Manilva, donde se hallaba con carácter permanente un control de la Guardia Civil para evitar en lo posible, el contrabando que procedente de Gibraltar se traficaba en aquel tiempo, en la caja de un camión sin carga alguna y que se dirigía hasta Málaga, acompañado de mi maleta,  tomaba el camino hacia mi nuevo destino.

No se me ha olvidado, y seguro nunca se me olvidará, cuando en dicho vehículo que me transportaba hasta esta bendita ciudad de Málaga, cuando circulaba frente al cuartel de Torrelasal, donde había permanecido quince meses, no pude evitar en que no pocas lágrimas asomaran a mis ojos, cuando veía quedar atrás aquel acuartelamiento, donde asi mismo quedaban aquellos primeros compañeros con los que había compartido mis primeras experiencias en los servicios que durarían treinta años más.


Podrá parecer una simpleza, pero al mismo tiempo que ese efecto me producía cuando veía que, me dejaba atrás aquel humilde edificio que me había cobijado el tiempo indicado, no lo era menos, cuando unos centenares de metros de dicho cuartel hacía levante,  dentro del mar y cerca de la lengua del agua, me sucedía lo mismo con una pequeña roca la que se le llamaba "Piedra Paloma". Tan humilde peñasco, era el limite y el comienzo, del distrito a vigilar por dos de las tres parejas de Guardias que todas las noches prestábamos el servicio nocturno. Estos servicios eran señalados de levante a poniente, y en la papeleta de la primera pareja se hacía constar que el distrito a vigilar era desde el Cortijo Buenas Noches, hasta Piedra Paloma; la segunda pareja, lo era desde Piedra Paloma, hasta el Arroyo Camarate y la tercera y última del Puesto de Torrelasal, desde el Arroyo de Camarate, hasta el río Manilva que era el límite de la demarcación del puesto.

No sé desde cuando venía señalándose aquel peñasco como fin y principio de un distrito a vigilar, ni hasta cuando lo sería después, pero el mismo todos los días del año, Piedra Paloma figuraba escrito en aquellas dos papeletas que dos jefes de pareja de la Guardia Civil llevaban en sus carteras de servicio.

Hace aproximadamente un año, tuve la suerte de que me llevaran hasta Torrelasal, y donde en sus inmediaciones cuando yo estuve allí destinado solo había campo en el que las lagartijas y cigarrones corrían y saltaban a sus anchas, ha desaparecido por la construcción de viviendas, del cuartel no queda el menor rastro de haber existido, pero Piedra Paloma, permanece solitaria en su emplazamiento, donde sin duda ha perdido toda su importancia, por cuanto ya nada dice su presencia, y yo la comparo con aquella juventud de la que yo gozaba hace sesenta y cinco años y que por imperativo del paso del tiempo, también pasó a mejor vida.


Como creo he comentado muchas veces, el tiempo pasa inexorable, no solo cambiando la constitución y aspecto físico de las personas, si no también muchas veces, la fisonomía del terreno e incluso de los pueblos y ciudades. Cuántas interrogantes bullían dentro de mi cerebro en aquellos momentos, en que como citaba antes, mis ojos eran anegados en lágrimas cuando veía quedar atrás y para siempre, como así sucedió aquellos parajes y la de todos aquellos compañeros con los que compartí tantas horas de vigilia y conversaciones en tan larguísimas horas de los servicios nocturnos, que como se indicaba en las anteriores comentadas papeletas de servicio, se hacía constar lo era desde antes del anochecido hasta después del amanecido, que en invierno lo era por mas de quince horas seguidas, y sin un solo día de descanso, aunque alternado por el servicio de puertas o el de vigilante de día, cuando a uno le correspondía, y que tampoco lo era por menor número de horas.

Lo que si, nunca hubiera podido predecir, que pasados sesenta y cinco años, hoy ellos pasados sobre mí, estuviera relatando esta efemérides, con mis facultades físicas y mentales, tal las conservo,  y utilizando este medio y aparato para efectuarlo, de lo que no tengo por menos que dar gracias a Dios de que así sea.

Hasta la próxima entrada.

3 comentarios:

Carmen dijo...

Pues si, esta entrada es más optimista que la anterior. Es increíble tu memorión.... Recordar hasta el día en que saliste de Torrelasal, puedo comprender que recuerdes el año, pero exactamente el día.... Yo que a veces no sé si hoy es martes o jueves y sé que es viernes por el gazpachuelo de Los Marfiles, me quedo admirada de sus facultades mentales Sr. Galán, que Dios lo conserve con esa lucidez durante toda su vida ji ji ji. Bss.

El abuelo de Villaharta dijo...



Sra.Carmen, le diré que al día siguiente, o sea tal día como hoy, pero de eso hace 65 años, después de comer me fuí a una venta, la única que había entonces en las afueras de Málaga saliendo de la barriada de El Palo, donde había tres o cuatro camiones aparcados y los conductores comiendo en la misma. y de los cuales que les pregunté, uno me dijo que iba para Almería y le pedí me llevaran a la Rábita pàra ver la novia que tenía en dicho pueblo y conocer a la familia, Pero en Motril estaban de fiesta a donde llegamos, y el caso es que llegué al pueblo de la novia a las doce de la noche cuando ya estaban casi todos acostados, y que por verguenza se levantaron para recibirme. Al día siguiente que era el de la Patrona en el último coche de la Alsina, me vine para Málaga y el día 13 me presente al Comandante del Puesto de Aduana y me nombre servicio para el día siguiente. Como suele decirse, para mas detalle, veáse programa de mano.

El abuelo de Villaharta dijo...


No tengo por menos que volver a poner comentario, para felicitar a mi Editor, ya que como suele decirse, lo ha bordado, con las tres fotografías colocadas.La primera por orden de colocación, tiene que estar tomada desde la propia torre hacía Sabinillas; en la segunda, aquella pequeña roca que se ve al fondo, próxima a la lengua del agua, es "Piedra Paloma", y la tercera, es la llamada Torre de la Sal, que por cierto es la única torre en toda la costa que tiene forma cuadrangular, ya que las demás son redondas, y a unos quince o veinte metros se hallaba el edificio del Cuartel, ya desaparecido. Así que Sr.Editor, le felicito y será gratificado como merece.