Monumento a Colón, Barcelona
Como he citado ya muchas veces de que hay quien dice que soy "mu pensaor" y haciendo un revoltijo de la fecha del 12 de octubre, el descubrimiento de América y la ciudad italiana de Génova en que recientemente ha estado, quien dice de mi eso de pensaor, de donde era natural Cristobal Colón, he sacado el motivo de la entrada de hoy en el blog.
Tomando al descubridor de América como punto de partida, y según yo estudie cuando estuve en la escuela, el mismo como he citado, era natural de Génova, e hijo de un "cardador de lana". Este oficio consistía, porque creo ya se hace de otra forma mas moderna, en quitar las impurezas de la lana una vez eran trasquiladas las ovejas. Dichas impurezas consistían especialmente, en que como ese pelo de las ovejas, y carneros también, que para eso hay jóvenes y 'jóvenas', cuando están pastando en el campo, se le adhieren muchos trozos minúsculos de pastos, semillas y otros, así como también de dormir sobre los excrementos propios, suelen ensuciarse, y así cuando, como he citado se procede en la entrada del verano a la esquila de los mismos, los vellones que conforman el que se consigue de cada animal, tenían que ser limpiados de esas impurezas y posteriormente se procedía al lavado de los mismos, a fin de poder tejerse las correspondientes telas.
Una vez citado lo anterior, ahora diré que cuando yo era joven, en mi pueblo había la costumbre que para los casamientos, los muebles del dormitorio los aportaba el novio, y los enseres para la cama, entre los que como es natural era el colchón, lo ponía la novia. Aunque no totalmente generalizado, entonces en las cama se colocaban dos colchones, uno el de abajo, relleno de farfolla que eran una especie de envolturas de las mazorcas del maíz, y el colchón de arriba era de lana pura.
Para ello solían comprarse los vellones que se estimaban pertinentes para rellenar el colchón, y se hacía tal como los esquiladores los conseguían al trasquilar los animales. Primero había que quitar las impurezas, que era como suele decirse una tarea de chinos, por lo engorroso de quitar las pequeñas partículas adheridas al propio pelo que realmente eran infinidad.
Una prima mía, aunque tres o cuatro años más joven que yo, se casó unos cuantos antes y con tiempo suficiente antes de la boda, compró no se cuantos vellones serían, y como existía también la costumbre de que amigos y familiares de los novios, generalmente jóvenes, ayudaban a cardar la lana, pues en tal caso, yo como de costumbre también estuve metido en aquel jaleo. Nos juntábamos por lo menos ocho o diez personas y estuvimos unas cuantas noches, durante tres o cuatro horas cada una, hasta terminar nuestra misión, y cuando se terminaban como citaba anteriormente se procedía a su lavado, que generalmente la extendían sobre mantas o sábanas que ya no se echaban en la cama, se procedía a su secado, que si no era en verano, tardaban dos o tres días en hacerlo y estar en condiciones de meterla dentro del colchón.
De aquellas reuniones se decía que salían nuevos noviazgos y yo estuve a punto de que se diera tal circunstancia, que lo fue con una amiga y vecina de la novia, y que precisamente tuve noticia hace unos meses de que había fallecido.
Aquellos colchones de lana, lo recuerdo porque los había en casa de mis padres, como el colchón no estuviera muy lleno, cuando te acostabas se hundía con el peso del cuerpo, aunque en aquellos entonces, yo no solía tener muchos kilos. Para hacer la cama recuerdo que mi madre se pasaba un rato ahuecando la que solía aplastarse bastante durante toda la noche.
Ni aquellos colchones existen ya, y como es natural el cardado de la lana, no se como se hace ahora, pero seguro no tiene nada que ver a como se hacía, cuando menos para llenar los de los que se iban a casar. Tan poco aquellas circunstancias que aprovechábamos para estar unas horas junto a las jóvenes, que eran oportunidades que no se daban todos los días y que tan a gusto nos hallábamos, y el solo estar narrándolo ahora, casi me ruborizo de ver como lo celebrábamos, y que a como se reúnen o junta ahora la juventud hay seguro mas diferencia que pueda haber en el modo y manera del cardado de la lana.
De aquellos tiempos procedo yo.
Hasta la próxima entrada.
Tomando al descubridor de América como punto de partida, y según yo estudie cuando estuve en la escuela, el mismo como he citado, era natural de Génova, e hijo de un "cardador de lana". Este oficio consistía, porque creo ya se hace de otra forma mas moderna, en quitar las impurezas de la lana una vez eran trasquiladas las ovejas. Dichas impurezas consistían especialmente, en que como ese pelo de las ovejas, y carneros también, que para eso hay jóvenes y 'jóvenas', cuando están pastando en el campo, se le adhieren muchos trozos minúsculos de pastos, semillas y otros, así como también de dormir sobre los excrementos propios, suelen ensuciarse, y así cuando, como he citado se procede en la entrada del verano a la esquila de los mismos, los vellones que conforman el que se consigue de cada animal, tenían que ser limpiados de esas impurezas y posteriormente se procedía al lavado de los mismos, a fin de poder tejerse las correspondientes telas.
Monumento a Colón, Barcelona
Una vez citado lo anterior, ahora diré que cuando yo era joven, en mi pueblo había la costumbre que para los casamientos, los muebles del dormitorio los aportaba el novio, y los enseres para la cama, entre los que como es natural era el colchón, lo ponía la novia. Aunque no totalmente generalizado, entonces en las cama se colocaban dos colchones, uno el de abajo, relleno de farfolla que eran una especie de envolturas de las mazorcas del maíz, y el colchón de arriba era de lana pura.
Para ello solían comprarse los vellones que se estimaban pertinentes para rellenar el colchón, y se hacía tal como los esquiladores los conseguían al trasquilar los animales. Primero había que quitar las impurezas, que era como suele decirse una tarea de chinos, por lo engorroso de quitar las pequeñas partículas adheridas al propio pelo que realmente eran infinidad.
Una prima mía, aunque tres o cuatro años más joven que yo, se casó unos cuantos antes y con tiempo suficiente antes de la boda, compró no se cuantos vellones serían, y como existía también la costumbre de que amigos y familiares de los novios, generalmente jóvenes, ayudaban a cardar la lana, pues en tal caso, yo como de costumbre también estuve metido en aquel jaleo. Nos juntábamos por lo menos ocho o diez personas y estuvimos unas cuantas noches, durante tres o cuatro horas cada una, hasta terminar nuestra misión, y cuando se terminaban como citaba anteriormente se procedía a su lavado, que generalmente la extendían sobre mantas o sábanas que ya no se echaban en la cama, se procedía a su secado, que si no era en verano, tardaban dos o tres días en hacerlo y estar en condiciones de meterla dentro del colchón.
De aquellas reuniones se decía que salían nuevos noviazgos y yo estuve a punto de que se diera tal circunstancia, que lo fue con una amiga y vecina de la novia, y que precisamente tuve noticia hace unos meses de que había fallecido.
Aquellos colchones de lana, lo recuerdo porque los había en casa de mis padres, como el colchón no estuviera muy lleno, cuando te acostabas se hundía con el peso del cuerpo, aunque en aquellos entonces, yo no solía tener muchos kilos. Para hacer la cama recuerdo que mi madre se pasaba un rato ahuecando la que solía aplastarse bastante durante toda la noche.
Ni aquellos colchones existen ya, y como es natural el cardado de la lana, no se como se hace ahora, pero seguro no tiene nada que ver a como se hacía, cuando menos para llenar los de los que se iban a casar. Tan poco aquellas circunstancias que aprovechábamos para estar unas horas junto a las jóvenes, que eran oportunidades que no se daban todos los días y que tan a gusto nos hallábamos, y el solo estar narrándolo ahora, casi me ruborizo de ver como lo celebrábamos, y que a como se reúnen o junta ahora la juventud hay seguro mas diferencia que pueda haber en el modo y manera del cardado de la lana.
De aquellos tiempos procedo yo.
Hasta la próxima entrada.