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7 de mayo. Quienes tengáis la osadía de entrar en este blog os preguntaréis: "Éste se ha creído que hoy es San Fermín, bien por que piense que estamos en julio, o porque el Patrón de Pamplona lo hayan pasado al mes de Mayo". Pues no, nada de eso, ni tampoco tan importante, o cuando menos tan popular. Pues, se trata simple y llanamente de que muchos año ha, las fiestas de Villaharta se celebraban durante los días 7 al 9 de mayo, ambos inclusive, aunque desde hace ya muchísimos años las pasaron al mes de julio. Interesante noticia es esta que El abuelo de Villaharta, nos da y que sin duda debería de figurar en los anales de la historia de España. Pero tampoco es eso. Y a pesar de que tan nimio pueda parecer, y sin duda lo es, puedo aseguraros, que ni un solo año cuando ha llegado el día siete de mayo, no hayan venido a mi recuerdo cuando yo estaba en mi adolescencia y primera juventud, que la celebración de aquellas inolvidables festividades lo suponían todo para mí, y aunque a lo mejor también, dos hechos que nunca se fueron de mi recuerdo, y tan carentes de importancia como todo lo demás que escrito llevo en esta entrada puedan serlo, dejaron huella en mis sentimientos, y que sin duda pueda deberse a que cuando se tienen diecisiete, dieciocho, o veinte años, todo lo que entonces acaeció pueda verse de color de rosa.
Comenzaré por relatar el que por orden cronológico acaeció, pero también sin duda aunque ninguno de los dos pueda interesarle a nadie, reconozco que este que a continuación voy a señalar, no faltará quienes lo considere como una verdadera simpleza, esto, siendo benevolente conmigo. Pues vamos allá. Resulta que en las fiestas del año de 1943, yo estrenaba un traje que acompañando a mi madre me compró en los Almacenes Siglo XX de Córdoba, y para más señas nos costó la friolera cifra de 300 pesetas. Resulta que durante la campaña de la aceituna en la finca de La Calera donde yo estuve trabajando en la "molina", lo que como nombre oficial se conoce como almazara, yo ganaba 11 pesetas diarias, eso porque yo era el maestro de uno de los dos relevos que en ello trabajábamos, que aunque solo contaba con diecisiete años de edad así era, y los que estaban conmigo, solo ganaban 10 pesetas, o sea una peseta menos que yo. Así, aquel humilde traje que ya confeccionado me compré, se llevo el trabajo de todo un mes, y como cito nada de particular tuviera para considerarlo como una prenda de siquiera mediana calidad. Y aquí viene una, creo de las circunstancias que posiblemente me llevaron a tener presente aquel acontecer pasados hoy precisamente, SETENTA AÑOS, y es que aquel mismo día, un íntimo amigo mío estrenaba otro traje, pero hecho a medida, y de un género a simple vista muchos mejor que el mío, aunque no supe lo que a él le había costado, y hasta el color creo diferenciaba la clase de uno al otro. Y no quiero tengáis la sensación de que aquello me produjera envidia ni sentimiento alguno contra mi "íntimo amigo", pero en verdad, me hubiera gustado el haber podido vestir uno de similares características al suyo. Y ahora por primera vez confieso un hecho en relación a tal "suceso", y es que pasados creo pudieran ser mas de treinta años después, en otros grandes almacenes, "El Corte Ingles" de aquí en Málaga, me compré un traje de género y dibujo totalmente igual al de mi amigo, aunque el fondo de color del suyo era un poquito mas oscuro que el mio, cuya chaqueta aun conservo y de vez en cuando suelo ponérmela, y que cuando lo hago, se rememora en mí tanto el recuero de mi gran amigo que ya nos dejó hace algunos años, como el traje que tanto yo hubiere deseado lucir en las fiestas de mi pueblo aquel 7 de mayo de 1943. Simpleza pues, pero de sentido recuerdo para mí, aunque difícil sea el comprenderlo.
Por cuanto al segundo de los hechos en que hoy se cumple esa efemérides, y esta un año después de la anterior, o sea en 1944, y aunque también carente de todo interés para quienes hagáis el sacrificio de leerme hoy, puede que posiblemente pudiera haber cambiando el devenir de mi vida.
Se trata de otra simpleza, para vosotros, no para mí. Resulta, de que como no, hubo de ser en la finca de La Calera, donde igualmente estuve trabajando en la "molina", aquel año me eché la primera novia que había tenido en mi vida, cuya joven, en compañía de otros familiares estuvo trabajando como el año anterior, en las faenas de la recolección de la aceituna, y vivían en un pequeño cortijo propiedad de sus padres a unos tres kilómetros de distancia de donde trabajábamos. Me despedía de ella precisamente el día de mi decimonoveno cumpleaños que estuve en su cortijo, y donde por haber terminado mi trabajo hube de marcharme a mi pueblo, prometiéndole que volvería a verla, el día primero de las fiestas de mi pueblo, precisamente el día siete de mayo. La distancia desde Villaharta hasta la residencia de aquella mi primera novia, era aproximadamente entre los diez o doce kilómetros, camino en su mayoría por escarpados, pedregosos y aunque acostumbrado a ello, de caminar dificultoso. Pues, si el año anterior estrené traje, ese de 1944, también lo hice de zapatos, y creo podrían ser sobre las once u once y media de la mañana, vistiendo mi indumentaria de las grandes solemnidades, habiendo amanecido un esplendoroso día, calentando el sol algo más de lo que pudiera desear, salía de Villaharta dispuesto a visitar a mi novia, de la que hacía diez días no la veía. De los diez o doce kilómetros que por recorrer me quedaban, no lo había hecho de ni siquiera el primer kilómetro, cuando transitaba por la parte trasera del cementerio de Villaharta, sintiendo cierto malestar por el estreno del calzado que llevaba y notando el calor reinante, a la sombra de una encina que junto al punto conocido por la "erilla del fraile", hice un pequeño descanso, en principio creo lo hice para despojarme de la chaqueta, pero que dejado caer sobre el tronco de aquel único testigo árbol, en mi mente comenzaba a dibujarse todo aquel largo y pedregoso itinerario que me llevaría hasta alcanzar la meta, no menos de dos horas, mas luego el regreso que sin duda hubiere de hacerlo ya de noche. Allí, en aquel "alto en el camino", me pasé no menos de media hora en un inmenso y contradictorio titubeo de pensamientos en que era lo que había de hacer. Finalmente, opté por desistir de continuar mi camino y cumplir mi promesa de visitar a mi novia en tan señalado día, y hasta hoy que terminan de cumplirse SESENTA Y NUEVE AÑOS, nunca mas volví a verla. Como creo citaba al principio, de haber continuado el camino como fue en principio mi propósito, quien sabe si a lo mejor hubiere cambiando todo lo que vino a ser el devenir de mi vida.
Comenzaré por relatar el que por orden cronológico acaeció, pero también sin duda aunque ninguno de los dos pueda interesarle a nadie, reconozco que este que a continuación voy a señalar, no faltará quienes lo considere como una verdadera simpleza, esto, siendo benevolente conmigo. Pues vamos allá. Resulta que en las fiestas del año de 1943, yo estrenaba un traje que acompañando a mi madre me compró en los Almacenes Siglo XX de Córdoba, y para más señas nos costó la friolera cifra de 300 pesetas. Resulta que durante la campaña de la aceituna en la finca de La Calera donde yo estuve trabajando en la "molina", lo que como nombre oficial se conoce como almazara, yo ganaba 11 pesetas diarias, eso porque yo era el maestro de uno de los dos relevos que en ello trabajábamos, que aunque solo contaba con diecisiete años de edad así era, y los que estaban conmigo, solo ganaban 10 pesetas, o sea una peseta menos que yo. Así, aquel humilde traje que ya confeccionado me compré, se llevo el trabajo de todo un mes, y como cito nada de particular tuviera para considerarlo como una prenda de siquiera mediana calidad. Y aquí viene una, creo de las circunstancias que posiblemente me llevaron a tener presente aquel acontecer pasados hoy precisamente, SETENTA AÑOS, y es que aquel mismo día, un íntimo amigo mío estrenaba otro traje, pero hecho a medida, y de un género a simple vista muchos mejor que el mío, aunque no supe lo que a él le había costado, y hasta el color creo diferenciaba la clase de uno al otro. Y no quiero tengáis la sensación de que aquello me produjera envidia ni sentimiento alguno contra mi "íntimo amigo", pero en verdad, me hubiera gustado el haber podido vestir uno de similares características al suyo. Y ahora por primera vez confieso un hecho en relación a tal "suceso", y es que pasados creo pudieran ser mas de treinta años después, en otros grandes almacenes, "El Corte Ingles" de aquí en Málaga, me compré un traje de género y dibujo totalmente igual al de mi amigo, aunque el fondo de color del suyo era un poquito mas oscuro que el mio, cuya chaqueta aun conservo y de vez en cuando suelo ponérmela, y que cuando lo hago, se rememora en mí tanto el recuero de mi gran amigo que ya nos dejó hace algunos años, como el traje que tanto yo hubiere deseado lucir en las fiestas de mi pueblo aquel 7 de mayo de 1943. Simpleza pues, pero de sentido recuerdo para mí, aunque difícil sea el comprenderlo.
Por cuanto al segundo de los hechos en que hoy se cumple esa efemérides, y esta un año después de la anterior, o sea en 1944, y aunque también carente de todo interés para quienes hagáis el sacrificio de leerme hoy, puede que posiblemente pudiera haber cambiando el devenir de mi vida.
Se trata de otra simpleza, para vosotros, no para mí. Resulta, de que como no, hubo de ser en la finca de La Calera, donde igualmente estuve trabajando en la "molina", aquel año me eché la primera novia que había tenido en mi vida, cuya joven, en compañía de otros familiares estuvo trabajando como el año anterior, en las faenas de la recolección de la aceituna, y vivían en un pequeño cortijo propiedad de sus padres a unos tres kilómetros de distancia de donde trabajábamos. Me despedía de ella precisamente el día de mi decimonoveno cumpleaños que estuve en su cortijo, y donde por haber terminado mi trabajo hube de marcharme a mi pueblo, prometiéndole que volvería a verla, el día primero de las fiestas de mi pueblo, precisamente el día siete de mayo. La distancia desde Villaharta hasta la residencia de aquella mi primera novia, era aproximadamente entre los diez o doce kilómetros, camino en su mayoría por escarpados, pedregosos y aunque acostumbrado a ello, de caminar dificultoso. Pues, si el año anterior estrené traje, ese de 1944, también lo hice de zapatos, y creo podrían ser sobre las once u once y media de la mañana, vistiendo mi indumentaria de las grandes solemnidades, habiendo amanecido un esplendoroso día, calentando el sol algo más de lo que pudiera desear, salía de Villaharta dispuesto a visitar a mi novia, de la que hacía diez días no la veía. De los diez o doce kilómetros que por recorrer me quedaban, no lo había hecho de ni siquiera el primer kilómetro, cuando transitaba por la parte trasera del cementerio de Villaharta, sintiendo cierto malestar por el estreno del calzado que llevaba y notando el calor reinante, a la sombra de una encina que junto al punto conocido por la "erilla del fraile", hice un pequeño descanso, en principio creo lo hice para despojarme de la chaqueta, pero que dejado caer sobre el tronco de aquel único testigo árbol, en mi mente comenzaba a dibujarse todo aquel largo y pedregoso itinerario que me llevaría hasta alcanzar la meta, no menos de dos horas, mas luego el regreso que sin duda hubiere de hacerlo ya de noche. Allí, en aquel "alto en el camino", me pasé no menos de media hora en un inmenso y contradictorio titubeo de pensamientos en que era lo que había de hacer. Finalmente, opté por desistir de continuar mi camino y cumplir mi promesa de visitar a mi novia en tan señalado día, y hasta hoy que terminan de cumplirse SESENTA Y NUEVE AÑOS, nunca mas volví a verla. Como creo citaba al principio, de haber continuado el camino como fue en principio mi propósito, quien sabe si a lo mejor hubiere cambiando todo lo que vino a ser el devenir de mi vida.
Os pido perdón por que os haya hecho perder un tiempo precioso leyendo nimiedades, pero no teniendo otra cuestión que traer hoy a este blog, la verdad a mí no me disgusta traer al recuerdo cuestiones de esta índole que han dejado huella en mis recuerdos y sentimientos.
Hasta la próxima, que haré los posibles porque sea un poco mas sustanciosa que la presente
3 comentarios:
Que no, que noooooo, que no es un sacrificio para ninguno de los que entramos a tu blog hacerlo, en este mundillo virtual, todo funciona a golpe de clic y seguro que sí así fuese ya le habríamos dado a "eliminar" y no volveríamos a saber nada del "Abuelo", lo hacemos porque nos gusta mucho leer tus vivencias y hablo en plural porque se que tienes muchos seguidores, aunque sólo yo tenga la " osadía" de dejarte comentarios. Así qué ya sabes.... A seguir escribiendo para nuestro disfrute... Ji ji ji. Bss.
confirmo lo dicho por Carmen.
Gracias a Carmen y Luis. Ah, también a todos cuántos puedan leerme,aunque no dejen comentario.
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