jueves, 26 de julio de 2012

Sesenta y dos años de malagueño


Era una tarde calurosísima aquel veintiseis de julio de mil novecientos cincuenta. A bordo de un tren correo que partía de la estación de Córdoba a las once y media de la mañana arribaba a una vetusta, sucia y destartalada estación de Málaga sobre las cinco y media de la tarde, o sea seis horas para el trayecto Córdoba-Málaga en el tren correo Madrid-Málaga. Por tanto hoy se cumplen sesenta y dos años de mi llegada a esta bendita Ciudad. Diez días atrás había salido de la Academia de Úbeda como flamante Guardia Civil. Mi destino a Málaga lo era con caracter forzoso y más bien poca gracia y alegría me produjo tal destino, pero ya curtido en diversas batallas por cuanto a mi situación personal y laboral iba a comenzar a dar un cambio radical a dichas situaciones, por lo que de buen talante venía dispuesto para acomodarme a la nueva situación que iba a comenzar.  Pese a que traía veinticinco años recién cumplidos, atrás dejaba más de diez dedicados a mi trabajo en el campo  y en la mina y lo humilde de mi nuevo empleo como simple Guardia, para mí suponía cuando menos una seguridad en en el empleo del que nunca había disfrutado  como jornalero. Desde mi salida como Guardia Civil, y particularmente, desde que a tempranas horas de aquel lejano 26 de julio salía de mi pueblo con dirección a Málaga, cuantas esperanzas, ensoñaciones y deseos pasaban galopando por mi cerebro. Por cuanto a la seguridad en el modo y forma de agenciarme un sueldo, aunque no muy holgado, sí algo mas ámplio que el que dejaba de percibir en todos mis trabajos anteriores, que como digo lo venía realizando desde hacía mas de diez años y tambien menos penoso de lo que atrás dejaba, mantenía en mí esa esperanza de haber mejorado y expectante a como habría de desevolverme en lo que hasta el momento era un casi misterio para mí. Todo era futuro para mí, esperanzas, deseos, incógnitas, y a su vez un nosequé que parecía decirme no iba a ser peor de lo que abandonaba. Hoy que aquel futuro ya ha pasado, desvelada toda incógnita, y conseguido lo que supuso mi paso por la Guardia Civil, y otro tanto del tiempo servido que ya  jubilado llevo, nunca ni en los más ilusionantes sueños hubiere pensado haber conseguido todo cuanto en mi vida profesional lo fue, y lo que es más importante en la personal y familiar, lo ha sido y lo continúa siendo, por lo que nunca podré mostrar a Dios todo mi agradecimiento de lo conseguido en esas seis largas décadas. Ahora, gozando este presente, agradecido a todo ese pasado, y deseando me sea prorrogado en lo posible este presente hacia el futuro, un regodeo permanente me asiste y del que espero me sea respetado por el tiempo que en este mundo me este todavía reservado a continuar. Un sentido recuerdo para todos esos seres queridísimos que a lo largo de estos sesenta y dos años se fueron de mi lado y ya metido en harina, un abrazo para todos, que muchos son, lo que aun me quedan. ¡Ah!, y como en el título digo, llevo ya sesenta y dos años ejerciendo también de malagueño de lo que tan orgulloso me siento, sin que por ello renuncie a mis raices villaharteñas, y cordobesas. Hasta la próxima entrada.

1 comentario:

Carmen dijo...

Pues vamos a tener que nombrarte "Malagueño de Honor" que sesenta y dos años..... dan mucho de sí. Me alegro muchiiiiisimo de que te haya ido tan bien en esta Málaga de nuestros amores, sin que por ello desmerezcan Villaharta y Córdoba que tambien sé que están en tu corazón. Un abrazo: Carmen