domingo, 5 de junio de 2011

Lejano recuerdo


Ante mi entrada hoy en este blog, después de haberlo hecho en el día de ayer, cuando en otras ocasiones se pasan hasta diez días o más en hacerlo, no faltará quien diga eso de Don Juan o Juanillo. No obstante y creo considerarme una persona de un estado emocional bastante estable, no siempre las circunstancias son las mismas y ello me lleva hoy a verificar nueva entrada.

Como cito en el título dado, el relato de esta inesperada entrada se remonta al día 5 de junio de 1932, que por tanto hace 79 años de ello, y es sin duda, el mas lejano recuerdo del que guardo mas nítidos sus detalles. Pues bien, en las primeras horas de la noche de aquel citado y lejanísimo día, encontrándonos cenando mis padres y yo, y sin lugar a equivocarme, el menú era una fuente de cocido, o de "olla". como en mi pueblo se llamaba entonces ese plato y que era lo normal en cuando menos el 95% de los días del año, y lo de fuente, porque la comida se vertía en un recipiente generalmente de porcelana y de forma rectangular, donde y del mismo comíamos todos, mi madre esbozando una ligera sonrisa y dirigiéndose a mi padre, le dijo: "Ya vamos para viejos, hoy cumplo 35 años". Yo, captando aquella confesión, miraba de soslayo a mi madre, vestida totalmente de negro por el luto entre otros por la muerte de su padre, su larga cabellera hecha una trenza recogida en un moño sobre la nuca, y efectivamente recuerdo que me decía para mí: "Es verdad mi madre esta bastante vieja", y volviendo la vista hacía mi padre, que era nueve meses mas joven que mi madre, y no sé porque siempre parece ser que tenía barba de diez o doce días, no lo encontraba menos vetusto que a su esposa.

En aquella fecha, mi madre ya había dado a luz cuatro veces, de las que todas habían nacido varones, yo el mayor, el segundo había fallecido, los dos restantes que tenían menos de cuatro y dos años, respectivamente, debían encontrarse acostados y cincuenta días después, o sea el día 25 de julio siguiente al acto relatado, volvía a dar a la luz nuevamente y como de costumbre, otro varón. Hasta el sexto alumbramiento no vino al mundo la "niña".

¿Quién iba a decirle a mi madre aquella noche del 5 de junio de 1932, que iba a sobrevivir hasta el 20 de abril de 1994, casi sesenta y dos años después? Por supuesto que si a mí, aún siendo un niño, aunque bastante despabilado, me hubieren indicado que pasados 79 años me iba a encontrar en la situación física y mental en la que me hallo, por respeto, si lo hubiere hecho una persona mayor, no le habría contestado usted esta loco o loca, pero con toda seguridad lo hubiera pensado. Pero aquí estoy.

Mientras estaba narrando aquel lejano acontecer, han ido discurriendo por mi mente todo el largo acontecer de la vida de mis padres, con su sobrevenida prole y dando la máxima valoración a la encantandora sonrisa vertida por mi madre la noche de autos, y que era muy frecuente en ella.

Si la próxima entrada la espacio algo mas de la cuenta, intercalar ésta en la estadística.

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