viernes, 18 de febrero de 2011

Toma de dichos y bautizo



Tal día como hoy, pero de 1956 fue mi toma de dichos, u otorgo, como se decía en mi pueblo. Aquella tarde del citado año, y como es natural juntamente con la entonces mi novia, acompañados por mi suegra, mi cuñado Manolo, y dos amigos, en la Sacristía de la Iglesia del Carmen y ante el Párroco de la misma, dábamos forma a la promesa de nuestro próximo matrimonio. Y haciendo un aparte en esta cuestión, nunca supe, ni tampoco lo pregunté, porqué la toma de dichos tuvimos que llevarla a efecto en la Parroquia del Carmen, cuando la boda se celebró en la Iglesia de San Pedro. El caso es que las amonestaciones, se leían además de en la mencionada Iglesia del Carmen, en la de San Pedro y también como no, en la de mi pueblo.

Aparte del propio acto protocolario efectuado en la Sacristía no hubo ninguna otra celebración. La boda estaba a unos días más de dos meses vista y la cuestión económica no soportaba estipendios ajenos a las necesidades propias y siempre mayores a las calculadas para nuestro enlace.

¡Cuántas cábalas echábamos y esperanzas teníamos aquella pareja de cuatro años de noviazgo! Un recuerdo sobresaliente de todos, que en el tiempo que después estuve con mi novia en su casa aquella noche, era aquel brillo especial que desprendían los ojos de ella y el arrobo con el que nuestras miradas se cruzaban, sin duda premonizando lo que nuestro próximo matrimonio iba a suponer para nuestras vidas.

Trayendo en este momento aquel recuerdo, no he podido evitar que aquellos mis ojos, antes brillantes, hoy bastante ajados por el natural paso del tiempo, queden empañados por las lágrimas, en parte de gratitud por aquellos instantes, en parte por la tristeza que encoje mi ánimo por su pérdida. Y, aunque dejando a un lado aquellos recuerdos, vamos al segundo acto del enunciado de esta entrada, o sea EL BAUTIZO.

Un año exactamente después de nuestra toma de dichos, o sea el 18 de febrero de 1957, bautizábamos a nuestro primer hijo. Diez meses y cuatro días después de la boda vino al mundo. Dos años y dos días después, del matrimonio teníamos dos hijos. Como se ve no perdíamos el tiempo. Todavía no teníamos tele. Pero vamos al bautizo.

El acto religioso se llevó a efecto en la Parroquia de la Divina Pastora sita en la Plaza de Capuchinos y a la cual correspondía el domicilio que fijamos al casarnos, Alameda de Capuchinos 32-34. Tras el bautizo y dentro de la modestia que nuestra situación económica lo permitió, hubo una celebración, que no por lo modesta, resultó menos divertida y alegre. La concurrencia consistió solamente, de los familiares mas allegados y un grupo de cinco o seis compañeros y amigos mios. Cuando el caldo fermentado de la uva comenzó a ejercer sus efectos en los estómagos de algunos de los concurrentes, uno de ellos, que además de buen malagueño, excelente persona, y mejor amigo, estuvo destinado también como Guardia Civil en uno de los puestos cuya demarcación abarcaba buena parte de los montes de Málaga, y para mayor abundamiento se casó con una joven residente en dicha demarcación, se lanzó a cantar verdiales y no había forma de hacerlo callar. Los demás circundantes, comenzando por mí mismo, que tampoco estábamos sedientos del caldo referido anteriormente, celebrábamos con la euforia propia de la circunstancia los cantos de nuestro amigo y compañero. Cuando pasados más de cincuenta años de aquel bautizo, nos hemos reunido en más de una ocasión, el cantante, otro de los que asistieron a los actos y yo mismo, siempre ha salido a colación la sesión de verdiales con que nos deleitó, y también como no, nos atosigó aquella noche. Además del bautizado, los dos que termino de citar y por supuesto yo, creo nadie más existe ya para poder recordar aquella efemérides.

Las once y cuarto de la noche que son en estos momentos, hace cincuenta y cuatro años a estas horas, estaba la fiesta en todo su apogeo. Traerlo al recuerdo, por una parte me encoge el alma al recordar los que faltan, especialmente ELLA; por otra, me llena de satisfacción el contabilizar ha sido una de las muchas ocasiones en que a lo largo de mi larga vida se han prodigado. Hasta la próxima entrada.

1 comentario:

Carmen dijo...

Para mi tambien ese dia es una fecha muy señalada, pues nació mi hija pequeña, tan deseada después de los dos hijos varones que ya teniamos, mi casa se convirtió en una Fiesta y al mes la bautizamos y como tu dices eran otro tipo de celebraciones, pero tan entrañables y tan divertidas..., creo que entonces lo teniamos todo y no necesitabamos nada más, me refiero al lujo con el que hoy celebran cuanquier acontecimiento, creo que nos complicamos un poco la vida, pero en fin... los tiempos han cambiado tanto... Un saludo: Carmen