Sendero de peregrinación a la Villa de Candelaria desde La Victoria de Acentejo, Santa Cruz de Tenerife
Ayer fue la festividad de la Asunción de la Virgen, llamada popularmente la Virgen de Agosto. Hoy me han venido al recuerdo, tres efemérides de este día, aunque de ello haga ya mas de setenta años.
De los cinco años que estuve trabajando en la finca de la Calera, que por lo repetitivo que estoy siendo con citar esta finca, es demostrativo que la misma formó parte importante en mi devenir desde la adolescencia hasta el inicio de mi juventud. Pues como digo de esos cinco años, tres por lo menos que yo recuerde, según concertábamos con el entonces arrendatario de la finca, un grupo de seis o siete hombres, nos marchábamos a la mencionada finca una vez pasara la Virgen de Agosto, y que como indico, por lo menos tres años lo hacíamos tal día como hoy, pero allá de los del principio de los años cuarenta del pasado siglo.
La Calera, 14 de agosto de 1999
Puerta de entrada al cortijo. Al fondo, fachada y puerta de entrada a la fábrica de aceite "Molina". A la derecha, costado del edificio "Los Aceituneros"
Pues sí, tal lo digo, cuando menos a mí y con seguridad a la mayoría de los demás, nos producía ese efecto. Raro podrá parecer en estos tiempos, cuando llevamos mediado exactamente el paso del mes de agosto del año 2015. Pero como no me cansaré de repetirlo, y como tantas veces lo he dicho, los "hombres" somos la consecuencia del tiempo que nos ha tocado vivir. Y aunque parezca un tanto exagerado, el mantener la supervivencia en las personas, es el principal objetivo que se persigue. Y cuando se estaban atravesando aquellos malditos "años del hambre", donde miembros de algunos colectivos, tales como por ejemplo los presidiarios, en no pocas ocasiones llegaron hasta el fallecimiento por desnutrición, el contar por una temporada de varios meses con un trabajo seguro, que aunque jornal mísero, y mucho mas para poder hacer frente a la adquisición de los artículos de primerísima necesidad que por las circunstancias tan poco al alcance de aquellos jornales estaban, pero sí, para poder ayudar a la supervivencia del uno propio y de las familias, que para ello, lo tan menguado suficiente resulta, nos dábamos por bien empleada aquella situación. Nuestros propios méritos y sentimientos, nos bastaban, o cuando menos lo hacíamos que así fuera, gastándonos bromas, cantando, contando historias, las mas de las veces inventadas, sobre todo si alguno de ellos había hecho ya el servicio militar, y alguno de los demás, una historia de amor que solo estaba en la mente del que lo contaba, por mi parte sacando alguna coplilla de cualquiera de las circunstancias que hubieren ocurrido en el desempeño del trabajo o contado por alguno de ellos, la recogida de los frutos del campo que se iban dando en el paso de los días, en los ratos que se daban para el descanso o "cigarro", como se le llamaba, se iba dando paso a los días y que a repetirme vuelvo, con todo ello hasta divertido, puedo decir que lo hacíamos.
Y para mí, y contado lo tengo muchas veces, como de siempre he sido de no mucho dormir, sobre todo en este tiempo de verano, y por tanto, tan pronto nos incorporábamos a la finca, por las noches una vez cenado que solíamos hacerlo tan pronto anochecía, y mis compañeros se acostaban y se entregaban al merecido descanso y sueño reparador, yo me salía al inmenso patio de la cortijada, sacaba una banqueta, me sentaba junto a uno de los cinco o seis olivos que había en el mismo, a la vez que que fumándome un cigarro y veía elevarse la volutas de humo que de mi boca exhalaba y disipándose en el espacio terminaban, contemplaba a la vez aquel cielo limpísimo de polución y preñado de estrellas que hasta parecía se peleaban entre ellas por no querer ceder espacio alguno para sus compañeras, aquel deleite digo, tan dentro de mi ser lo llevo todavía, que de vez en vez lo traigo al recuerdo y aun me produce ese regodeo del disfrute sublime que en pocos momentos de la vida suelen darse. Demasiados años han pasado de aquellos momentos, pero no me importaría volver a vivirlos en presente, aunque ahora por lo menos el porcentaje que el cigarro añadía a aquella contemplación, tendría que hacer el sacrificio de realizarlo, por los tantos que también hace. que dejé de hacerlo.
Tan afortunado me siento de haber vivido aquellos años, tal lo hice, que los considero unos de los felices de mi existencia.
La Calera, 14 de agosto de 1999
Vista general de la Solana del Pino desde la carretera Obejo-El Vacar.
Tal vez podáis decir que exagero un tanto aquellas vivencias, pero así las sentía, y tal las vivía así las cuento.
Hasta la próxima entrada.
2 comentarios:
Ese es el secreto de ser feliz, disfrutar al máximo los que nos toca vivir en cada momento!. Algunas personas lo descubren tarde, otras nunca y se pasan la vida buscando la felicidad sin darse cuenta de que esta está en esos pequeños momentos como era para ti fumarte un cigarrillo a la luz de las estrellas, por eso lo recuerdas con tanto cariño. Me alegro de que el paso de los años no haya hecho mella en ti en ese aspecto, pues sé que disfrutas mucho la vida, eres un ejemplo de como hay que llegar a "Mayor" que no a "Viejo" ji ji ji. Bss.
Estoy totalmente de acuerdo con Carmen. A ver si va a ser que la felicidad está dentro de ti, y aprovecha para salir a la superficie a poco que le dejas un hueco... y qué maravilla, cuando se lo dejas...
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