martes, 10 de marzo de 2015

Palabras moribundas


Tras trece días de sequía bloguera, por desidia o como consecuencia de una prueba médica, de la que hube de pasar por el quirófano que me ha tenido un tanto desganado, y ya repuesto gracias a Dios, hoy al fin me decido nuevamente a verificar otra entrada en este blog.

Después de leer un libro que recientemente me ha sido regalado por un familiar querido, cuyo título es el mismo al que he dado a esta entrada, o sea "Palabras moribundas", que como su título reza lo son de palabras que a lo largo de los años se han ido olvidando, o están a punto de serlo, y de las cuales cuando menos un noventa por ciento me son conocidas e incluso usadas por mí en mi niñez, juventud y ya metido en años, salvo algunas de las que solo han sido, o lo son, usadas en puntos muy determinados de España e incluso en países de habla española, primero me han dejado un tanto pensativo de los años que arrastrados llevo, y para mayor "inri", otras muchas de las que los dos autores del libro han dejado de citar, que aún como antes he señalado, también he utilizado a lo largo de mis años. Sobre éstas, hoy voy a citar solo tres de ellas y en entradas sucesivas iré señalando alguna que otra.

Comenzaré la casa por el tejado como suele decirse, o sea por orden alfabético invertido, de la Z a la A. Vamos a ello.

Zurrón. Según el DRAE, "bolsa grande de pellejo que regularmente usan los pastores para guardar y llevar su comida u otras cosas." El hecho de que se cite que era de pellejo, generalmente de piel de cabra u oveja, era para que si en alguna ocasión si se derramaba en el interior parte de la comida que  estaba hecha con aceite, no se traspasara la mancha y llegara a la ropa de los mismos. Generalmente, y lo digo por haberlo visto, solían añadirle al zurrón por la parte exterior, que descansaba sobre la espalda, un trozo de piel de oveja con su propia lana, a fin de que caso de que incluso la mancha lo traspasara, nunca podía llegar a su vestimenta.

Los cazadores asimismo solían, y no sé si lo seguirán haciendo, utilizando el zurrón,  y en mis años mozos, había un dicho de los mismos, que cuando cobraban una pieza, solían decir "¡Pieza al zurrón!".

En la actualidad, las misiones del zurrón, y su formato, aunque confeccionadas de diferente material, son las mochilas de uso tan popular, y los pastores, no sé si seguirán utilizando el zurrón como lo hacían en mis años de niño y joven, el caso es que hace muchas anualidades no he oído pronunciar semejante palabra, por lo que cuando menos, considero debieran haberla incluido también como "moribunda" o "agonizante".

Zurrapa. En su primera acepción el DRAE dice "Brizna, pelillo o sedimento que se halla en los líquidos y que poco a poco se va sentando". Tan de uso lo era en mis tiempos como solemos decir los metidos en años, que incluso había un dicho del tenor siguiente: "Al primer tapón, zurrapa", que solía emplearse cuando algún intento en su primera intención había fracasado, como el experimento de una nueva comida, un trabajo, un proyecto, etcétera, y que este dicho, si suele oírse de vez en vez, sobre todo por personas mayores.

Este nombre se daba también a los residuos de los productos de una matanza, a los posos de una bebida, y también en mi pueblo por lo menos, se le llamaba así a los posos que quedaban en los vasos o tazas donde se tomaba el café. Sin embargo, años ha, no he oído pronunciar esta palabra, aunque para mí sigue siéndome familiar, pero creo tiene ganado el mérito de estar incluída entre las "moribundas".


Talega. La define el DRAE como "Saco o bolsa ancha y corta, de lienzo basto u otra tela, que sirve para llevar o guardar las cosas".

Esta palabra si que hace no sé cuantos años no la he oído pronunciar, y nunca por los jóvenes, cuando en mis años, vuelvo a repetirme, lo era de uso diario, e incluso utilizada por mí, al igual que  la inmensa mayoría de los trabajadores que se desplazaban desde el pueblo para trabajar en punto distinto al mismo. Yo la utilicé, lo mismo en los trabajos del campo, que los dos años que trabajé en la mina, donde llevaba la comida, y generalmente solíamos llevarla enganchada al cinturón que sostenía los pantalones, con el cuidado de que, como señalé en los zurrones, no se derramara la comida y nos manchara los pantalones.

Si está vigente una palabra, que aunque pueda parecer un diminutivo de talega, no lo es, y es la llamada "taleguilla", que resulta ser el nombre que se da al calzón del traje de luces de los toreros utilizado en las corridas. Así en muchas ocasiones y en las referencias, sobre todo cuando el torero es cogido por el toro, se escribe "fue enganchado por la taleguilla", que resulta lo enganchó por alguna parte del pantalón, que por cierto lo utilizan muy ceñido, para evitar el ser enganchados por dicha prenda con facilidad.


¡Cómo el tiempo todo lo va transformando, y que en su día a día nada se nota, pero volviendo la vista atrás ochenta o algunos años más, cuántas cosas no lo son tal lo eran, entre ellas, yo mismo! No obstante esto último, mucho más es lo ganado desde aquellos tiempos y de mayor importancia, que la pérdida, o dejado de utilizarse gran número de las palabras que lo fueron mi uso cotidiano, y si cuando comencé a tener uso de razón, me hubieren dicho, cómo me hallaría a las puertas de ser nonagenario, hubiere dado, como hoy no lo hago por carecer de facultades, más saltos que un canguro.

Hasta la próxima entrada.

3 comentarios:

La tita dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Carmen dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Daniel Torres dijo...

¡Caramba! Pues a mí me suenan las tres... ¡ja ja ja! El zurrón nos lo poníamos para la función de Navidad del colegio, cuando nos disfrazábamos de pastores. Bueno, eso, los que teníamos la suerte de tener una madre como la nuestra, que se preocupaba hasta del último detalle para que el disfraz fuera, a la par, gracioso y fidedigno.
Y cuántas veces íbamos de pequeños a comprar el pan con la talega en la mano... mi abuela las hacía de tela cosida. Qué maestra.
¡Lo mismo es que estas palabras no están todavía para darles matarile, Rafael! ¡Nunca se sabe, que todo vuelve!