martes, 20 de agosto de 2013

El teléfono entonces



La entrada de hoy obedece a una indicación de mi editor, por tanto un nieto mío, el que cuando hace un par de días y como consecuencia de contarle algunas de las anécdotas de mi pasado, cuestión que tanto nos gusta a los "mayores", me dijo que la misma la pasara a este blog para conocimiento  de los demás.
  
Pues allá va. Creo podía ser a primeros del año de 1935, poco tiempo después de instalarse el teléfono en mi pueblo,  cuando mi abuela paterna y a eso de las once de la mañana, poco más o menos, recibía un "aviso de conferencia" de su hijo Antonio que se hallaba destinado en Albacete como Guardia Civil. Aunque no recuerdo la causa o motivo de que mi tío deseara celebrar una conferencia teléfonica con su madre, pero la cuestión debió de ser de sumo interés o trascendencia. El mencionado aviso, me parece era para celebrarla sobre las doce o una de la mañana. La noticia trascendió a toda la familia y posiblemente hasta algunas personas ajenas a la misma. Tras varios anuncios de demora para la celebración, debió verificarse cuando menos sobre las cinco o las seis de la tarde.

En el momento de que mi abuela era llamada a pasar al locutorio, ya que su hijo se encontraba dispuesto para hablar con ella, en una antesala al mismo, nos hallábamos cuando menos ocho o diez miembros de la familia, entre hermanas y sobrinos de quien había iniciado tan interesante acontecimiento. 

Una vez mi abuela estuvo al corriente de cuanto su hijo le comunicaba, que como digo anteriormente debía ser noticia o motivo muy importante, uno tras otro de todos los familiares que allí esperábamos tan  novedoso acontecer, entre ellos yo, tomamos el teléfono y cruzamos algunas palabras con mi tío, al que seguramente debió costarle la broma por lo menos la mitad del  sueldo de un mes, que a la sazón no debía de ser muy alto. Tanto mi abuela como el resto de familiares que tuvimos la dicha de poder hablar por teléfono aquel día, lo hacíamos por primera vez en la vida. En aquel tiempo no había ningún teléfono en domicilios particulares, y todas cuantas conferencias habían de celebrarse, eran precisamente previo anuncio y en la central que estaba establecida en una casa frente a la iglesia del pueblo. Yo, once años después volví a hablar por teléfono y precisamente desde la propia central, pero esta vez gratuitamente, y fue durante la celebración de una de las noches de "quintos", de mi reemplazo, echándole serenatas a las telefonistas de pueblos limítrofes, debido a que uno de los quintos, era hijo de los propietarios de la casa donde estaba instalada la central telefónica, y de los tres que formábamos la orquesta, él tocaba el violín; otro amigo mío y también quinto, las maracas; y yo tocaba la guitarra. Más que tocar la guitarra, lo que hacía era formar ruido con ella, aunque a través del hilo telefónico no se notaba mi incompetencia en la materia y por las receptoras de las serenatas lo agradecían bastante, dado a que les hacíamos pasar parte de la noche un tanto distraídas. 

La primera de la cita fue mi bautizo por cuanto a hablar por tan importante y moderno medio de comunicación.

Pero el estancamiento en cuanto a la verdadera modernización del medio, duró muchos años, y a este respecto voy a citar unos datos de los que era testigo directo, y extrañaran más, debido al punto donde se daban.

Allá por los años 1956 y posteriores, perteneciendo yo al Servicio de Información de la Guardia Civil aquí en Málaga, cuando teníamos URGENTE necesidad de comunicarnos por teléfono con alguna otra ciudad española, habíamos de recurrir a un Guardia que pertenecía también a dicho Servicio y a la sazón tenía una novia que trabajaba en la Central Telefónica aquí en Málaga, a fin de que agilizara en el tiempo la celebración de la conferencia interesada, dado a que si no, eso de la "demora", era cuestión frecuente en la consecución de lo solicitado, que en ocasiones podían "demorarse" varias horas.

Si en todas las circunstancias reseñadas, me hubieren dicho que hoy, todas las noches a la hora que tengamos por conveniente, pueda hablar con alguno de mis hijos, que uno está en Madrid y otro en Zaragoza y a la vez vernos el uno al otro, y es más, hace dos años que mi hija estando en los Estados Unidos de América, celebrábamos a diario tales vídeo-conferencias y a la vez gratuitamente desde nuestros ordenadores y a través de Skype, diría que estaba mal de la "azotea" de quien me lo comunicara.

El haber sido testigo de estos cambios en este y en muchos sentidos de la vida, es cuando menos el premio al haber nacido hace tanto tiempo y permanecer aún por estos mundos de Dios.

Hasta la próxima entrada.

1 comentario:

Carmen dijo...

Yo también recuerdo cuando mandaban un "aviso de conferencia" , que siempre era por un motivo importante, era impensable para una tontería que es lo que pasa ahora, que por menos de un pimiento, no sólo hablamos sino que miramos el tiempo, lo que tarda el autobús , vemos el correo, hacemos fotos, una serie de cosas que una vez que las tenemos nos parecen imprescindibles, pero no hace tanto, para cualquier llamada buscábamos una cabina y eso ya creo que tampoco existe, a medida que avanza el nivel de vida nos creamos necesidades superfluas, para nosotros que nos criamos sin ellas, pero nuestros nietos eso lo ven yo creo que como los Diplodocus... Ji ji . Me ha gustado mucho este Recuerdo de hoy. Bss.