Hoy que ya hace una semana que este blog había permanecido en "su lugar descanso" como se mandaba a la fuerza tras haber realizado algunos ejercicios, a fin de que tomara un poco de aliento, no he tenido otra cosa que traer al recuerdo aquella profesión, como es, o era, la de arriero, y que precisamente en mi familia, había dos hermanas de mi padre casadas con arrieros.
Esta profesión u oficio, ya totalmente perdida, durante mi infancia y bien entrada mi juventud era tan normal y corriente como otra cualesquiera. Para quien, como posiblemente a mis nietos les suceda, desconozca y le suene a chino dicha palabra, les diré que era aquella persona que se dedicaba al trajín con bestias de carga, generalmente burros, que como tal, todos los arrieros llamaban a los asnos. Y digo que dicho oficio era totalmente normal, dado a que el transporte, que podríamos denominar primario, era verificado a través de los arrieros. Así era corriente contemplar como recuas de burros conducidas por el arriero procedían al transporte, por ejemplo en mi pueblo de las aceitunas para llevarlas hasta las almazaras, el aceite que se había producido en almazaras de los propios olivares, se llevaban hasta puntos donde pudieran ser luego pasadas y cargadas en camiones para su traslados mas largos, donde en los trabajos de carreteras para la retirada de tierras o aporte de otros materiales se hacía también con bestias; donde en las campañas de la caña de azúcar o remolacha, en la mayoría de los casos, también eran llevadas hasta las respectivas fábricas, y así un largo etcétera, que se haría interminable su enumeración.
En esta profesión de arriero como sucede en todas las demás, existían un número de palabras específicas para señalar cuanto rodeaba a dicha actividad, y voy a señalar algunas de ellas que tengo la certeza de que la inmensa mayoría de los que osen entrar en este blog, no las hayan oído nunca, pero que además les suenen tan raras que hasta puedan dudar de que hayan sido empleadas y aceptadas por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, pero de esto y si lo estimáis oportuno podéis salir de la duda.
En concreto me voy a ceñir solo, a lo que en las bestias de carga, o sea en los burros que se utilizaban en este transporte, a señalar parte de cuanto había que colocar a estos animales a fin de hacer posible su trabajo. Son por ejemplo, ataharre, albardón, albarda y que todo ello formaba parte de lo que en conjunto se le llamaba, "aparejo".
En toda recua, que era el conjunto de burros que cada arriero poseía, siempre uno de los semovientes, era el que encabezaba la recua, que por lo general era el de caminar mas rápido y que daría ese dinamismo a los demás. A este "burro" que se le encomendaba el servir de guía a la recua, se le llamaba "liviano", y aunque el arriero siempre cabalgaba a lomos del último de la recua, con solo palabras ordenaba al liviano el que tomara una u otra dirección en el caso de cuando llegaban al cruce de caminos o veredas.
¡Qué cosas tan raras dice y se le ocurren a El abuelo de Villaharta!, diréis la mayoría. Pues para mí, desde mi infancia, me eran tan familiar el que a mis oídos llegaran las mismas, como hoy puedan ser, televisión, teléfonos móviles, ordenador, y todo el conjunto de esos aparatos que a mi se me antojan artefactos y que, algunos de ellos, tan embebidos llevan a todos los jóvenes y no tan jóvenes, que parecen llevarlos como desentendiéndose de todo cuanto a su alrededor sucede. A vosotros os parecerá que yo he venido de otro mundo, pero no, y aunque en realidad lleve acumulados bastantes años sobre mi espaldas, no tantos al punto de que también me aprovecho de algunos de los que he citado, como por ejemplo este del que me valgo para escribir lo que ahora estoy.
Bueno y dando un salto desde aquellos tiempos, me coloco a la par de vosotros en estos actuales y no me dejo perder el tren del progreso, que siempre es mejor que, mucho de lo pasado, aunque no todo. Hasta la próxima.
Esta profesión u oficio, ya totalmente perdida, durante mi infancia y bien entrada mi juventud era tan normal y corriente como otra cualesquiera. Para quien, como posiblemente a mis nietos les suceda, desconozca y le suene a chino dicha palabra, les diré que era aquella persona que se dedicaba al trajín con bestias de carga, generalmente burros, que como tal, todos los arrieros llamaban a los asnos. Y digo que dicho oficio era totalmente normal, dado a que el transporte, que podríamos denominar primario, era verificado a través de los arrieros. Así era corriente contemplar como recuas de burros conducidas por el arriero procedían al transporte, por ejemplo en mi pueblo de las aceitunas para llevarlas hasta las almazaras, el aceite que se había producido en almazaras de los propios olivares, se llevaban hasta puntos donde pudieran ser luego pasadas y cargadas en camiones para su traslados mas largos, donde en los trabajos de carreteras para la retirada de tierras o aporte de otros materiales se hacía también con bestias; donde en las campañas de la caña de azúcar o remolacha, en la mayoría de los casos, también eran llevadas hasta las respectivas fábricas, y así un largo etcétera, que se haría interminable su enumeración.
En esta profesión de arriero como sucede en todas las demás, existían un número de palabras específicas para señalar cuanto rodeaba a dicha actividad, y voy a señalar algunas de ellas que tengo la certeza de que la inmensa mayoría de los que osen entrar en este blog, no las hayan oído nunca, pero que además les suenen tan raras que hasta puedan dudar de que hayan sido empleadas y aceptadas por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, pero de esto y si lo estimáis oportuno podéis salir de la duda.
En concreto me voy a ceñir solo, a lo que en las bestias de carga, o sea en los burros que se utilizaban en este transporte, a señalar parte de cuanto había que colocar a estos animales a fin de hacer posible su trabajo. Son por ejemplo, ataharre, albardón, albarda y que todo ello formaba parte de lo que en conjunto se le llamaba, "aparejo".
En toda recua, que era el conjunto de burros que cada arriero poseía, siempre uno de los semovientes, era el que encabezaba la recua, que por lo general era el de caminar mas rápido y que daría ese dinamismo a los demás. A este "burro" que se le encomendaba el servir de guía a la recua, se le llamaba "liviano", y aunque el arriero siempre cabalgaba a lomos del último de la recua, con solo palabras ordenaba al liviano el que tomara una u otra dirección en el caso de cuando llegaban al cruce de caminos o veredas.
¡Qué cosas tan raras dice y se le ocurren a El abuelo de Villaharta!, diréis la mayoría. Pues para mí, desde mi infancia, me eran tan familiar el que a mis oídos llegaran las mismas, como hoy puedan ser, televisión, teléfonos móviles, ordenador, y todo el conjunto de esos aparatos que a mi se me antojan artefactos y que, algunos de ellos, tan embebidos llevan a todos los jóvenes y no tan jóvenes, que parecen llevarlos como desentendiéndose de todo cuanto a su alrededor sucede. A vosotros os parecerá que yo he venido de otro mundo, pero no, y aunque en realidad lleve acumulados bastantes años sobre mi espaldas, no tantos al punto de que también me aprovecho de algunos de los que he citado, como por ejemplo este del que me valgo para escribir lo que ahora estoy.
Bueno y dando un salto desde aquellos tiempos, me coloco a la par de vosotros en estos actuales y no me dejo perder el tren del progreso, que siempre es mejor que, mucho de lo pasado, aunque no todo. Hasta la próxima.