miércoles, 19 de diciembre de 2012

Aires navideños


Desde hace ya varios días prende por doquier el ambiente navideño. En la mayoría de las calles de la ciudad se han instalado adornos eléctricos; en los centros comerciales de cierta importancia, los villancicos no dejan de sonar durante todas las horas,  en que abiertos permanecen; las gentes parecen caminar con cierto aire, si no marcial, si en el que parecen exteriorizar algo especial en relación a como lo hacen en el resto de los días del año; las comidas entre amigos, empresas, clubes y otros muchos se multiplican en estas fechas; rara es la familia que no espera la llegada de algunos de los suyos que ausentes permanecen la mayoría del año, para cuando menos pasar algunos de estos próximos navideños juntos, y así hasta un largo etcétera.

Como el título dado a este humilde blog es el de "Recuerdos", no tengo también por menos en estas vísperas de las Navidades de 2012, traer a la memoria de las muchas que ya llevo pasadas. Algunas de aquellas lejanísimas de mi infancia, solo me quedan unos difusos recuerdos de que mi madre durante bastantes días antes de la Nochebuena se afanaba en la elaboración  de los típicos dulces de mi pueblo para estas fechas, tales como los roscos, buñuelos, magdalenas, perrunas y por encima de todos ellos, por lo que a mí eran los que me gustaban, eran las hojuelas, por cierto con su miel. Las correspondientes a los años de 1936, 1937 y 1938, de la Guerra Civil, como los pasé en zona roja, y por añadidura en el campo, ni siquiera se mencionaban tales festividades. Ya en los años de la posguerra, y como lo fueron también "los años del hambre", hoy pasado el tiempo, me regodeo acordándome de que después de la Misa del Gallo, solíamos reunirnos varios amigos en la casa de alguno de los que posibilidades para ello tenían, y hacíamos unas migas, que con chorizo, lomo y todo lo que de la matanza se obtiene, nos dábamos buenos atracones y ello nos ayudaba ya para algunos días el ir soportando las carencias que nos esperaban, y entre estas que digo de las migas, estaban también la de los años en que estaba en la "mili", pero que las dos de las que correspondían a los años 1946 y 1947, tuve la suerte de pasarlas con permiso en mi pueblo.

Y llega quizá la de mas infausto recuerdo, como fue la primera que pase en la Guardia Civil, que lo fue en 1950. Aunque sería largo de contar las causas de ello, resulta que sería precisamente la hora de la Misa del Gallo, un disparo del fusil de un compañero, me atravesó la pierna derecha, con orificio de entrada por la parte externa de la rodilla y salida en cima del gemelo de la misma pierna. Y abreviando, el accidente acaeció en despoblado, a unos cien kilómetros de Málaga, mi llegada al hospital militar de esta Ciudad no lo fue hasta las catorce horas del siguiente día, con varias peripecias sufridas en el traslado y de cuyo caso, como no quise que mi familia se enterara siquiera, los días de Navidad, donde todos los hospitalizados recibía las visitas de sus familiares, novias, amigos y de todo orden, yo ni una sola persona se llegó a mí siquiera para hacerme llegar unas palabras de aliento y consuelo. Menos mal, que quizá si alguna de las virtudes que tenga sea la de afrontar las adversidades con cierta entereza, lo llevé con gran resignación, y mis padres y hermanos se enteraron de este percance en el mes de Agosto siguiente en que fui con permiso a Villaharta, y ya no puede ocultárselo porque aún cojeaba visiblemente como resultado de la herida. Todas las posteriores a este hecho, y como digo durante mi permanencia en la Guardia Civil y también muchos años después, las pasé y gocé como nunca, excepción hecha de las de 1996, últimas en que mi mujer las pasó entre nosotros. Aunque esta circunstancia nunca puede olvidarse, y manteniendo su recuerdo, he vuelto a pasarlas felizmente y las del presente, con la añadidura de la noticia que motivó mi entrada anterior en el blog, se presentan con buenas expectativas, y quiera Dios no se malogren.

Por otra parte, estas festividades parece hacernos mas sensibles y especialmente nos traen al recuerdo la ausencia de los seres queridos que para siempre se fueron, pero también nos llevan a la predisposición de pasar momentos de felicidad junto a los que estamos por estos andurriales. aunque luego cuando parten hacía sus puntos de residencia, un gusanillo de tristeza  nos haga pensar en lo que de tiempo quede para una visita por parte de ellos, y no muy posible, en cuanto a mí, que mis viajes, salvo casos muy especiales o de corta distancia, no suelen ser ya muy frecuentes. 

Hasta la próxima entrada.

1 comentario:

Carmen dijo...

Que me gustaba a mi el anuncio de la lotería, cuando comenzaba ya era la Navidad, es verdad que hay aires navideños, pero ya no es lo mismo, falta demasiada gente..., pero bueno hay que seguir palante y que los nietos guarden un buen recuerdo nuestro, que no nos vean tristes en ningún momento, al menos yo lo intento y creo que tu tambien ¿verdad? Espero que pasemos unas Fiestas estupendas y que el año próximo venga cargado de cosas buenas para todos.Bss: Carmen