miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un recuerdo y otra buena noticia



Hoy 26 de diciembre, mi mujer (q.e.p.d.), hubiere cumplido 78 años. Lástima, que hoy también, y por segunda vez en pocos días, se hubiere llevado otra de las grandes alegrías de su vida, al igual que me la he llevado yo, los míos, y todos los que nos quieren, dado a que hoy también me ha llegado la noticia del destino de mi hijo con motivo de su ascenso a su nuevo empleo, y que no ha podido ser mejor, y sin duda el más deseado. Nuevamente la vida me premia con una de esas buenas noticias, que aún las  son  mejores,  por tratarse que el bien directamente lo es para un hijo. Como creo cité en una de mis anteriores entradas, estas fechas de la Navidad, cuando menos a las personas con quizá más años de los deseados, se nos disparan las sensibilidades, y a la par que el recuerdo de los que se fueron para siempre nos llegan más al fondo del alma, los hechos o noticias que suponen alguna bienaventuranza para alguno de los seres queridos mas próximos, se gozan y disfrutan como creo no se alcanzaba cuando el devenir y las ocupaciones en nuestras actividades profesionales, e incluso  familiares, nos tenían mas sumidos en llevar adelante las mismas. Y como siempre, volviendo atrás el recuerdo a las ya muchísimas Nochebuenas pasadas, creo que las de este año, salvando el fallecimiento de mi hermano José, sin duda lo están siendo unas de las de mayor felicidad pasadas.  

Como quiera que el propósito mío en el día de hoy, no era otro que el de hacer referencia  a los dos temas fundamentales expuestos en el título de esta entrada, la doy por conclusa, y como expreso al principio, vaya mi sentido recuerdo para mi mujer, y mi felicitación para mi hijo. Aquéllo ya no tiene solución y como tal hay que acatarlo, para lo segundo, que su destino lo sea para bien y según la buena impresión que al recibir la noticia nos hemos llevado y la suerte que no le abandone.

Hasta la próxima.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Aires navideños


Desde hace ya varios días prende por doquier el ambiente navideño. En la mayoría de las calles de la ciudad se han instalado adornos eléctricos; en los centros comerciales de cierta importancia, los villancicos no dejan de sonar durante todas las horas,  en que abiertos permanecen; las gentes parecen caminar con cierto aire, si no marcial, si en el que parecen exteriorizar algo especial en relación a como lo hacen en el resto de los días del año; las comidas entre amigos, empresas, clubes y otros muchos se multiplican en estas fechas; rara es la familia que no espera la llegada de algunos de los suyos que ausentes permanecen la mayoría del año, para cuando menos pasar algunos de estos próximos navideños juntos, y así hasta un largo etcétera.

Como el título dado a este humilde blog es el de "Recuerdos", no tengo también por menos en estas vísperas de las Navidades de 2012, traer a la memoria de las muchas que ya llevo pasadas. Algunas de aquellas lejanísimas de mi infancia, solo me quedan unos difusos recuerdos de que mi madre durante bastantes días antes de la Nochebuena se afanaba en la elaboración  de los típicos dulces de mi pueblo para estas fechas, tales como los roscos, buñuelos, magdalenas, perrunas y por encima de todos ellos, por lo que a mí eran los que me gustaban, eran las hojuelas, por cierto con su miel. Las correspondientes a los años de 1936, 1937 y 1938, de la Guerra Civil, como los pasé en zona roja, y por añadidura en el campo, ni siquiera se mencionaban tales festividades. Ya en los años de la posguerra, y como lo fueron también "los años del hambre", hoy pasado el tiempo, me regodeo acordándome de que después de la Misa del Gallo, solíamos reunirnos varios amigos en la casa de alguno de los que posibilidades para ello tenían, y hacíamos unas migas, que con chorizo, lomo y todo lo que de la matanza se obtiene, nos dábamos buenos atracones y ello nos ayudaba ya para algunos días el ir soportando las carencias que nos esperaban, y entre estas que digo de las migas, estaban también la de los años en que estaba en la "mili", pero que las dos de las que correspondían a los años 1946 y 1947, tuve la suerte de pasarlas con permiso en mi pueblo.

Y llega quizá la de mas infausto recuerdo, como fue la primera que pase en la Guardia Civil, que lo fue en 1950. Aunque sería largo de contar las causas de ello, resulta que sería precisamente la hora de la Misa del Gallo, un disparo del fusil de un compañero, me atravesó la pierna derecha, con orificio de entrada por la parte externa de la rodilla y salida en cima del gemelo de la misma pierna. Y abreviando, el accidente acaeció en despoblado, a unos cien kilómetros de Málaga, mi llegada al hospital militar de esta Ciudad no lo fue hasta las catorce horas del siguiente día, con varias peripecias sufridas en el traslado y de cuyo caso, como no quise que mi familia se enterara siquiera, los días de Navidad, donde todos los hospitalizados recibía las visitas de sus familiares, novias, amigos y de todo orden, yo ni una sola persona se llegó a mí siquiera para hacerme llegar unas palabras de aliento y consuelo. Menos mal, que quizá si alguna de las virtudes que tenga sea la de afrontar las adversidades con cierta entereza, lo llevé con gran resignación, y mis padres y hermanos se enteraron de este percance en el mes de Agosto siguiente en que fui con permiso a Villaharta, y ya no puede ocultárselo porque aún cojeaba visiblemente como resultado de la herida. Todas las posteriores a este hecho, y como digo durante mi permanencia en la Guardia Civil y también muchos años después, las pasé y gocé como nunca, excepción hecha de las de 1996, últimas en que mi mujer las pasó entre nosotros. Aunque esta circunstancia nunca puede olvidarse, y manteniendo su recuerdo, he vuelto a pasarlas felizmente y las del presente, con la añadidura de la noticia que motivó mi entrada anterior en el blog, se presentan con buenas expectativas, y quiera Dios no se malogren.

Por otra parte, estas festividades parece hacernos mas sensibles y especialmente nos traen al recuerdo la ausencia de los seres queridos que para siempre se fueron, pero también nos llevan a la predisposición de pasar momentos de felicidad junto a los que estamos por estos andurriales. aunque luego cuando parten hacía sus puntos de residencia, un gusanillo de tristeza  nos haga pensar en lo que de tiempo quede para una visita por parte de ellos, y no muy posible, en cuanto a mí, que mis viajes, salvo casos muy especiales o de corta distancia, no suelen ser ya muy frecuentes. 

Hasta la próxima entrada.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Ilusión cumplida


En el día de ayer, se cumplió una de las grandes ilusiones de mi vida. Ayer 14 de diciembre de 2012 y directamente por su protagonista, mi hijo mayor me daba la noticia de que en Consejo de Ministros celebrado ese día, había sido aprobada la propuesta de su ascenso a General de Brigada de la Guardia Civil. Tal recibía la noticia, mis recuerdos se  retrotraían hasta aquel, ya también lejano 15 de julio de 1979, en que cuando contaba solo 22 años de edad, y por haber obtenido el número uno de su promoción, le era entregado su Despacho de Teniente, por el propio Rey Juan Carlos I  y cuyo acto, mi mujer y yo abrazados celebrábamos con la alegría propia de unos padres, que tanta ilusión y orgullo les produce todo cuanto de bien hacen sus hijos, y que nunca me cansaré de dar gracias a Dios que muchos han sido, los que los tres que hubo, y lo siguen habiendo, en nuestro matrimonio, nos han aportado. De este último éxito y que me ha traído a esta entrada en el blog, solo me queda el resquemor de que su madre, no pueda gozar lo que la consecución del generalato por su hijo de orgullo y alegría, al igual que a mí, le hubiera supuesto. Pero también seguro estoy que desde el lugar privilegiado en que allá en el que en el Cielo se encuentre, estará contemplándolo y seguirá prestándole su protección al igual que siempre lo hizo cuando bajo su tutela estaba, al igual que a su hermano y hermana.

Yo también por mi parte, retrotraía mis recuerdos hasta aquel 26 de julio de 1950 en que recién salido de la Academia de la Guardia Civil de Úbeda, llegaba a la Comandancia de Málaga con el humilde empleo de Guardia 2º, y que pese a esa condición de solo Guardia, permanecí en el Cuerpo, al que tanto he querido y lo seguiré queriendo mientras viva, más de treinta y un años. Hoy, en que estoy relatando lo acontecido en el día de ayer,  llego a preguntarme que si en aquel caluroso día de julio cuando solo cargado de ilusiones y buenos deseos llegaba a esta ciudad, ni que a soñar siquiera que me hubiera echado, jamás hubiera llegado a pensar que uno de mis hijos llegara a alcanzar en esta Guardia Civil el empleo de General, lo que para mí en aquella fecha era una meta poco menos que imposible de poder alcanzar. Hay momentos en que a restregarme los ojos llego, con el fin de tratar de despertarme, por si de un sueño se tratara, pero no, llego a la conclusión de que es una dichosa realidad, y con lo que vuelvo a repetirme de que siempre fui, y lo sigo siendo, un privilegiado de la vida, y que tantas dichas y alegrías me ha proporcionado, sin duda mas de las que seguro hubiere podido merecer.

El 14 de diciembre de 2012, es otro de los muchos hitos felicísimos que han venido jalonando mi discurrir por esta vida. Con esta entrada dejo parte de mi dicha por la causa que la ha motivado, y espero que la próxima, si no por iguales motivos, que al caso no lo sean por otro  que carezca de su correspondiente bienaventuranza. En el día de ayer, hago constar que verifique mi entrada en el blog en la que trataba este mismo tema, pero un "nosequé" misterio de la informática, me impidió el que pudiera publicarlo, y hoy sin saber tampoco cuál ha sido el remedio de lo que ayer me lo impedía, no haya tenido problema alguno para conseguirlo. Que de ello quede constancia.  Hasta la próxima.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Día de la Purísima Concepción


Volviendo la vista atrás, el día de hoy, 8 de diciembre, festividad de la Purísima, allá en mi primera juventud siempre tuvo un aliciente especial. Por una parte, y como entonces siempre me hallaba por estas fecha trabajando en el olivar de la Calera, la temporada de la aceituna se comenzaba uno o dos días después de dicha festividad, y por tanto dado a que, como yo, estábamos cinco o seis solteros más, con la llegada de las aceituneras teníamos los bailes diarios todas las noches asegurados para como mínimo mes y medio o dos meses, que solía durar la campaña, saliendo así de la monotonía en la que llevabámos ya tres o cuatro meses de trabajo en la finca, pero sin mas distracción que el trabajo, las bromas que solíamos gastarnos para pasar el tiempo, y la esperanza de la llegada de la recolección y molturación del fruto.

Pero mi entrada de hoy, va por otro sendero, aunque también relacionado con los bailes, como no. Tal día como hoy, aunque no estoy seguro que fuera el año de 1943 (puede que en 1942) aunque me inclino por el primero de los citados se daba un caso muy singular en Villaharta, que paso a relatar. Aproximadamente un mes antes de la fecha de la Inmaculada, estuvieron en la localidad unos misioneros, creo recodar que pertenecientes a la Compañía de Jesús, en las que como era costumbre impartían charlas para casadas, solteras, casados y solteros. Por aquellas fechas, el párroco del pueblo parecía tenerla un tanto tomada con los bailes, a los que consideraba como un gran pecado, aunque no llegara a la catalogación de "mortal" y no sé si por su indicación o por motu proprio de los Jesuitas, la conferencia a los solteros tuvo su correspondiente rapapolvos al pecado que suponían los bailes, pero donde alcanzó el no va más, fue en la charla dada a las jóvenes solteras. Tras haber seguido machaconamente con lo que suponía la asistencia a los bailes, pidieron que juraran, ante, y besando un crucifijo, de que no asistirían más a semejantes actos, y dado que en primera fila se hallaban las, que quizá, mas proclives a llevar a efecto dicho acto, así lo hicieron, y en su consecuencia arrastraron a todas las demás asistentes a secundar el juramento. Transcurrieron tres o cuatro domingos o festivos, en que como había por costumbre en la sociedad de baile que había en el pueblo, la celebración del correspondiente acto, pero con la frustración de que ninguna joven del pueblo decidiera su asistencia. Dado el malestar de los jóvenes de Villaharta ante la desaparición de la única diversión habida en el pueblo, por la Junta directiva de la Sociedad, de la que yo entonces era Secretario,y previa una reunión mantenida con el Párroco, el Presidente de la Sociedad y yo mismo, sin resultado alguno,  acordamos convocar una Junta General y determinar el camino a seguir sobre tal asunto, dado también que las Navidades estaban a la vuelta de la esquina. Por unanimidad, se acordó que el día de la Purísima, se llevara a efecto el día anterior, la invitación casa por casa donde había jóvenes en edad de asistencia a dichos bailes, acto que se venía haciendo desde siempre, y que cada socio procurara llevar a la novia, una amiga, una prima o como fuera, y con la decisión de que entrarían al acto. Media hora antes del inicio del baile, cada socio con una, o algunos con más de una joven, aunque ninguna quería ser la primera en hacerlo, se arremolinaban en la inmediaciones del edificio donde se hallaba el salón, hasta que a requerimiento de algunos de los jóvenes, haciéndolo en grupo apiñado de varias de ellas, se decidieron por entrar, y con gran alborozo celebramos aquel gesto y del que jamás posteriormente hubo contrariedad alguna sobre el particular.

De la reunión que celebramos con el Cura, recuerdo que el Presidente de la Sociedad, que por cierto era hijo de mi madrina, llamado Feliciano, le indicó que si no conseguíamos por nuestros propios medios el que las jóvenes volvieran al baile, teníamos pensado de dar cuenta de ello al Gobernador Civil de la Provincia, autoridad que era la concesionaria del permiso para la constitución de dicha sociedad, y que como se había formado recién terminada la Guerra Civil, se denominaba "Sociedad Juventud de la Nueva España". Y para dar fin a este relato, diré algo parecido a lo de siempre, "que cosas pasaban entonces y como pasa el tiempo".

Hasta la próxima entrada.    

lunes, 3 de diciembre de 2012

Cambio de rumbo


3 de diciembre de 1951. Puede que fuera lunes, exactamente no lo recuerdo, pero sí que hoy se cumplen sesenta y un años, que mi vida en la Guardia Civil dio un giro de 180 grados. La tarde anterior, cuando me presentaba para entrar de servicio en el puerto de esta capital donde hacía mes y medio que había llegado destinado,el Brigada Comandante de Puesto Don Eulalio García Gómez, me comunicaba que había recibido un escrito para que a la mañana siguiente (o sea del día 3 de diciembre) me presentara en las oficinas del Tercio para prestar mis servicios como mecanógrafo. El citado Brigada me pedía a la vez, que por favor prestara el servicio aquella noche, ya que no tenía personal para cubrirlo todo  si yo no lo hacía. Semejante noticia, de lo primero que cito, me cogió totalmente por sorpresa y fue tal la alegría y emoción que sentí al recibirla, que no me importó aceptar el prestar mi servicio aquella noche y que previo el sorteo correspondiente me tocó hacerlo en la denominada Puerta de Colón. Los servicios que antes de la unificación de la Guardia Civil con los Carabineros, y que se habían estado prestando por este último Cuerpo, se practicaban todos mediante sorteo, con el fin de que nadie pudiera ponerse de acuerdo de antemano con los contrabandistas y verificar algún alijo de efectos de contrabando por un punto determinado. En todas las aduanas de los puertos de España, el servicio de línea que se prestaba por la Guardia Civil, era de 12 horas seguidas de servicio por 12 horas libre. Por tanto la noche del 2 al 3 de diciembre de 1951, desde las 20 horas del día dos hasta las ocho del día tres, me las pasé yo solito en el punto que citaba anteriormente, y si no tan fría como estas noches últimas acaecidas en Málaga, aquella no lo fue tampoco calurosa que digamos. Salir de servicio a las ocho de la mañana, asearme y antes de que dieran las nueve, ya estaba yo presentado en mi nuevo destino, en las oficinas del Tercio, que  a la sazón se hallaba ubicado en un chalet del número 9, del Paseo de Sancha, donde en la actualidad creo que hay una escuela de turismo o algo similar.

Y digo que a partir de aquel día, mi vida en la Guardia Civil dio un giro de ciento ochenta grados, ya que a mediados de octubre de aquel año, llegué al puesto de Aduanas de Málaga, procedente de un puesto de playa, donde si en el muelle eran doce horas de servicio por doce libres, en la playa,  siempre se montaba el servicio nocturno desde antes del anochecido, hasta después del amanecido, donde en el invierno no lo eran menos de catorce horas y sin un solo día de descanso en todo el año, lo único que sucedía que cuando te correspondía se cambiaban la clase de servicio, por ejemplo el de playa por el de puertas, que era de 24 horas, eso sí que por la noche podías dormir en tu cama, pero sin dejar de estar de servicio. Así en este plan llevaba ya cerca de dos años, que por lo menos el ochenta por ciento de los servicios que hasta entonces había prestado lo fueron de noche. Y ¡AL FIN! aquellos conocimientos de mecanografía que había adquirido, durante mi estancia en el ejército, de forma tan especial como la mayoría de los que conocéis este blog ya sabeis, comenzaban a dar sus frutos. Oficina de nueve de la mañana a las dos de la tarde, y entonces de 5 a 7 de la tarde, que unos meses despues, paso a ser de ocho de la mañana a dos de la tarde. Todas las noches a dormir en camita, los domingos y festivos nada de nada, a pasear, al fútbol y dándome la misma forma de vida que tuve en la mili, con la variante de que ya cobraba un sueldo, que no es que fuera muy grande, pero incluso creo era casi el doble que lo había venido cobrando cuando ingresé procedente de mi trabajo como jornalero agrícola. Mi pase como mecanógrafo fue a la larga también la consecuencia de posteriores destinos, ya más importantes, aunque de mayor responsabilidad por los que pasé durante mas de los treinta y un años que estuve en activo. Una cuestión si creo fue casi segura, que de no haber pasado a la oficina, posiblemente me hubiera presentado para el ascenso a Cabo algunos años antes, pero dado a tal como se fueron produciendo los acontecimientos,  bendito aquel 3 de diciembre de 1951 en que fui destinado a las oficinas del 37º Tercio y que si en el plano profesional fue un cambio radical, en lo personal, particular y familiar, lo fue aún mucho mayor y de más y beneficiosa trascendencia. Cuán lejanos se quedan sesenta y un años transcurridos...

Hasta la próxima.