miércoles, 14 de noviembre de 2012

Sexagésimo tercer aniversario


14 de noviembre de 1949. Hace exactamente sesenta y tres años a esta misma hora, estaba examinándome en la Comandancia de Córdoba para mi ingreso en la Guardia Civil. Solo cabían dos resultados, "apto" o " no apto". Yo, como la mayoría, obtuvimos el primero de ellos. Claro que entonces pocas exigencias podían hacerse en cuanto a la formación cultural de los posibles aspirantes, ya que veníamos de una reciente pasada Guerra Civil, en que nos cogió en edad escolar a su mayoría, y la formación en casi su totalidad era bastante escasa, y buen número de aquella juventud era casi analfabeta.

En esta nueva entrada, vuelvo por cuanto a la edad, de creo me refería en la anterior, que entonces tenía veinticuatro año. A todo esto, habrá que añadirle los dos años de trabajo en la mina, de que como se dice en el quijote, de cuya experiencia no quiero acordarme.  Experimentado ya en muchas cuestiones de la vida, principalmente por cuanto a la forma en que ganarme la vida se trataba, dado a que la inestabilidad en los trabajos era muy frecuente, aunque de ello y sin que de lo mismo podáis pensar se trate de una bravata, yo casi nunca estuve falto de ocupación, pero eso sí, el cambio en las actividades dentro del trabajo en el campo, según las épocas, era frecuentísimo y lo mas grave de ello, es que los sueldos más que meguandos, eran demasiado reducidos. Ya con la edad de aquellos veinticuatro años bien cumplidos, llegaba a considerarme un hombre demasiado maduro para no tener una ocupación en la que me llevara a vivir con el sosiego de quien cuenta con un trabajo, que salvo algunas circunstancias de las que uno mismo pudiera ser el culpable, tuvieras tu continuidad asegurada hasta el final de tu edad laboral. La satisfacción que aquella tarde en el regreso a mi pueblo me llevaba por el "apto" conseguido, ni siquiera a soñar que me hubiera echado, hubiere podido esperar supusiera lo que finalmente supuso para el resto de mi vida, hasta hoy en que han transcurrido esos sesenta y tres años mencionados, y que comenzando por el propio ejercicio como profesional en el Cuerpo, ha sido una de las queridas y amadas dedicaciones de mi existencia y por añadidura, toda la consecuencia que el ingreso en la Guardia Civil tuvo, y que me llevó, y llevándome sigue, a considerarme como un hombre del que siempre, siempre, siempre, me vi y viéndome sigo, premiado, sin duda alguna, con mucho mas de lo merecido, con todas esas circunstancias que te hacen la vida de total y absoluta felicidad. El día de hoy me lleva al recuerdo de aquel triste, meteorológicamente hablando se entiende, ya que era un día bastante nublado y creo que con alguna llovizna, pero haciendo cuenta del bagaje personal que entonces me acompañaba, pienso;  ¿Cómo es posible que Dios haya sido tan explendido en sus concesiones para conmigo?, sí, y de lo que nunca terminaré de darle gracias y  que tan orgulloso estoy de todo ello.  Si en mi acontecer a todo lo largo de la vida, hubiera de señalar algunos días con letras de oro, sin duda alguna, ése del 14 de noviembre de 1949, hubiere sido uno de ellos. Humilde podrá considerarse lo acaecido aquel ya lejanísimo día, pero su resultado nunca pude sospechar alcanzará lo que al final fue y está siendo, y perdón por estas redundancias. Hasta la próxima entrada.

2 comentarios:

Carmen dijo...

Pues si que fue un gran dia, pues la Guardia Civil ganó con ello y tu tambien, pues hubiera sido una pena que pasaras tu vida en actividades que no iban ni con tu forma de ser ni con tu formación, que fue aumentando a lo largo de ella, aunque fuese haciendo trampillas como la de que eras "mecanografo".... ji ji, pero bueno... en la guerra y el.... todo vale ¿no? lo importante es que gracias a ese "apto" te convertiste en ese hombre feliz que todavía eres, de lo cual me alegro muuuuucho. Bss.

Rafa dijo...

Ya he encontrado el cuarto o quito desultado de googlear "Sexuagésimo"...jajajaja.