Hace unos momentos cuando regresaba de Misa hasta mi domicilio y recordando que hoy es la festividad de San Antón, se me venía a la memoria el tal día como hoy, pero del año 1944. Por tanto de aquel día se cumplen hoy SESENTA Y SEIS años. Así y a bote pronto me parece que fue ayer, pero si intentara ir desbrozando siquiera los hechos acaecidos en todo mi entorno desde entonces, se vería que es toda una vida.
Aquel 17 de enero de 1944, que me encontraba trabajando en la fábrica de aceite de La Calera, una gran parte del personal que se hallaba en las faenas de recolección de la aceituna en dicha finca y que rebasaba en bastantes el numero de CIEN, previa autorización del arrendatario de la misma, fuimos en una especie de romería a celebrar la festividad al pueblo de Obejo. Yo por mi parte, iba aquel día como quien dice estrenando novia. Desde poco antes de la Navidad anterior, había establecido unas relaciones de noviazgo con una joven, pero a la usanza de los novios de la época, al punto que transcurridos más de veinte días, ni siquiera habíamos tenido la ocasión y oportunidad de darnos un beso. Toda mi ilusión estaba concentrada en el regreso al cortijo, si lo hacíamos una vez hubiera anochecido. Así sucedió y entre otros yo fui uno de los artífices de que sucediera tal cual. Creo que en mis "MEMORIAS" ya relaté con toda profusión este acontecer. Aprovechando la oscuridad reinante en el regreso, besaba por primera vez a una mujer como novia. Hoy resulta ridículo hacer mención a semejante hecho. Entonces marcaba un antes y un después en la vida de un o una joven. Para mí así fue.
Luego, pasando a otra cuestión, recordando la distancia recorrida en la ida, la realizada en el pueblo durante las siete u ocho horas que estuvimos allí y también las del regreso, no serían menos de treinta kilómetros los andados durante la jornada. Para mí, fue un soplo y el tiempo mas rápido que se me pasó y el que mas sentí de que hubiera pasado. Hoy que entre la ida y la venida de Misa, tirar la basura y comprar el periódico no creo haya recorrido mas de un kilómetro, cuando llegaba a la puerta de mi casa y una vez subidos 45 escalones, solo se me apetecía sentarme y descansar. La diferencia de los 18 a los 84 años, tienen la culpa de todo. Solo en esos momentos en que se traen a la memoria tales recuerdos, parecen vivirse por unos instantes los felices años de la JUVENTUD. A pesar de todo, y una vez que sosegadamente voy rumiando el acontecer desde aquel día hasta el de esta fecha, no puedo por menos que dar gracias a Dios por todo ese PASADO, del que seguiré agradeciéndolo hasta el final de mis días.
Bueno, por hoy solo esto, y hasta otra entrada
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