Hoy se cumplen cinco días que llevo padeciendo una pequeña gripe, que incluso no ha llegado a darme fiebre, si acaso solamente unas décimas, y por fin parece que comienzo a tomar el estado de la normalidad.
Si hace años cuando le oía decir esa frase a mi madre la interpretaba como una cosa de "viejos", durante esta breve y leve adversidad en mi salud, he comprendido cuan de fundamento tenía para proferir semejante expresión. Cuando a estas alturas de la vida que las fuerzas físicas tanto flaquean, se te presenta cualquier contrariedad en tu estado de salud, te lleva a un estado de laxitud que en esos momentos, solo parece que se te apetece apartarte del camino de la vida, dejar que todo pase sobre ti y que nada ni nadie te moleste. Tienes la sensación de estar en un estado en que todas las direcciones a partir de ti, son todo cuestas inaccesibles para que continues tu caminar por la vida. En una palabra, y como decía mi madre, parece que estás cansado de vivir.
Después y a medida que vas reponiendo tus menguadas energías, te va volviendo el aliento para poder seguir caminando hasta una nueva recaída y así hasta que por fin te llegue, en la que te sea imposible reanudar la marcha. El peso de los años, efectivamente "CANSA".
Hasta pasado mañana.
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