Tal día como hoy, pero de hace cincuenta años ascendía a Cabo de la Guardia Civil. Seguro que a esta hora, una menos cuarto de la mañana me había mirado los galones por lo menos veinte veces.
¡Cuántas ideas se me pasaban por la mente aquel día! Sin lugar a la duda la mas importante y la que no se me iba de la cabeza, era el presentarme ante mi mujer, abrazarla con toda la fuerza de la que eran mis deseos, darle la alegría de mostrarle mis flamantes galones, y junto a ello y por añadidura también ver y abrazar a mis hijos, uno con algo mas de dos años y el otro poco mas de uno. Por cierto y haciendo un paréntesis, hoy también se cumplen 50 años de que mi hijo José Carlos, comenzase a andar. Tenía catorce meses y doce días, no digamos que fue muy precoz en eso. Pero desde entonces ya ha corrido todo lo que pudiera corresponderle en su vida.
Volviendo al ascenso a Cabo, se cumplía una de las grandes ilusiones de mi vida. Me retrotraía diez o doce años atrás, cuando en el trabajo del campo, o transitando por las galería de la mina conduciendo un carrillo de mano con un par de espuertas de carbón, transcurrían las jornadas soñando con que algún día la forma de ganarme el sustento fuera otro distinto al que entonces realizaba y aunque parezca ridículo, lo había conseguido.
No dejaba de preocuparme también cuando ascendí cual pudiera ser el destino que me dieran, y que al final no pudo ser mejor de todo lo que me hubiera imaginado, como lo fue el continuar en el mismo que venía desempeñando cuando me fui a la Academia.
Hoy MEDIO SIGLO después, haciendo comparaciones de mis expectativas y cábalas de entonces, al discurrir de hoy, me tropiezo con la siguiente diferencia.
En los quince días que faltan para terminar el mes de junio de 2009, me espera una VISITA AL URÓLOGO; UNA SESIÓN DE QUIMIOTERAPIA; UN ANÁLISIS DE SANGRE Y ORINA; UNA VISITA AL MEDICO DE CABECERA Y UNA VISITA AL OCULISTA. Y eso que por lo que respecta a compararme con los y las de mi edad, soy uno de los que mejor se encuentra.
Desde luego atravesar 50 años, desde los 34 que tenía cuando ascendí a Cabo de la Guardia Civil, te hacen un destrozo físico en todo tu organismo, que no te conocería como suele decirse, ni la madre que te parió. Pero en fin, aquí estoy, aquí me hallo y siempre cuando menos como ahora y mejor lo que Dios quiera.
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