domingo, 27 de julio de 2008

Mi debut en la Guardia Civil

A las nueve horas del día 27 de julio de 1950, tomaba el autobús de la Empresa Portillo, ya existía esta empresa, para trasladarme hasta mi nuevo destino en el Cuerpo de la Guardia Civil, que como cité en mi entrada de ayer, lo fue al Puesto de Torrelasal, así se decía oficialmente, aunque en otras instancias, se escribe Torre de la Sal. Aproximadamente tres horas tardamos en recorrer el trayecto de algo mas de cien kilómetros que lo separaban de esta Capital. Por tanto serían las doce la mañana cuando, parando el autobús en medio de la carretera, el cobrador señalándome una pequeña y humilde vivienda, situada próxima a una de las muchas torres que iban apareciendo en la costa, me dijo que aquello era el Cuartel a que iba destinado.
Cuando me bajé del autobús, vestido de uniforme, portando la maleta en una mano y el abrigo o capote en la otra, con un calor sofocante, en los alrededores del cuartel que no distaba de la carretera mas de ciento cincuenta o doscientos metros, solo se apreciaban las imágenes de varios niños jugando en sus alrededores. y que a simple vista daba la sensación de estar viendo unas kabilas de las que me había contado mi padre existían por Melilla, cuando él hizo el servicio militar, ello debido a la escasez de vestimenta que los niños que jugaban lucían en sus menudos cuerpos.

Pese al aspecto de extrema humildad que presentaba el acuartelamiento, y posiblemente porque yo ya consideraba aquello como que a partir de entonces iba a ser mi casa, para mis sentimientos internos lo iba a considerar un palacio. Previa la presentación de rigor ante el Brigada Comandante de Puesto y la particular ante los compañeros y rendir las explicaciones propias a las preguntas que en tales casos suelen hacerse, un par de horas mas tarde estábamos almorzando.

Cuando el sol trasponía por occidente se procedió al correspondiente sorteo para el servicio. El que se practicaba en las costas se hacía mediante sorteo, a fin de que se evitara con ello el que dos guardias pudieran confabularse con los contrabandistas y realizar algún alijo, y así nunca sabías con quien te iba a tocar de servicio. Yo saqué de una pequeña bolsa donde se guardaban, el número 6, por tanto me toco la tercera posta. El número 5, lo sacó un Guardia que hacía un mes había salido del Colegio de Valdemoro, natural de Barcelona, huérfano del Cuerpo y llamado Luis Jiménez Sesmilo, y por tanto fue mi compañero de pareja, aunque yo fui de Jefe de la misma, por tener mas antigüedad que él. Las postas eran las divisiones que se hacían del trayecto de costa que teníamos que vigilar.

Ya en mis memorias expuse ampliamente lo que supuso este mi primer servicio. Quizá lo que mas queda en mi recuerdo de aquella noche, era la sensación de que por fin tenía en la vida un modo de trabajo seguro, circunstancia de la que durante desde mi adolescencia hasta entonces, tanto había deseado.

Lo que tanto comenzaba a soñar desde aquella misma noche, de lo que sería mi vida en el Cuerpo, jamás hubiera podido imaginar lo que finalmente se cumplió, y por supuesto que fuera todo lo beneficioso, cuando menos a mis sentimientos, como lo fue hasta mi jubilación.

Un regodeo de satisfacción me queda de aquellos recuerdos en aquella lejana noche de mi primer servicio en las playas de Torrelasal, o de Torre de la Sal.
Muchos años han pasado sobre mí y la verdad, el peso de los mismos se nota.

1 comentario:

Anónimo dijo...

He llegado aquí por casualidad. Y a ella precisamente, le agradezco este destino.

Tan solo FELICITARTE (permíteme el tutearte, por favor) por la enorme lección que a mi al menos me has dado al ver que no importa la edad... que es la persona la que surca los mares del tiempo.

Un Saludo Muy Cordial

Mar.