26 de julio de 1950. Tras tomar el tren correo en Córdoba a las once y media de la mañana, a las cinco y media de la tarde llegaba a Málaga, mi primer destino como Guardia Civil a la comandancia de esta provincia, que era la 137ª. Parecerá mentira, pero eso tardaba el tren de entonces en recorrer la distancia, que era la misma que hoy, entre Córdoba y Málaga. Por tanto hoy se cumplen 58 años que llegaba a esta Ciudad. Hacía un día tan caluroso como está resultando el actual. Llegaba al completo de mi uniforme militar; botonadura de la guerrera hasta el cuello; el uso de guantes era obligatorio en todo tiempo; los corchetes del cuello de la guerrera también abrochados; cinto de cuero, y la pistola en su funda, también de cuero, y colgada del hombro mediante otra correa.
Posiblemente porque no había sido de mi agrado el destino a Málaga, o tal vez porque en realidad así era Málaga entonces, la encontré una ciudad muy sucia y un tanto destartaladas sus calles, por lo menos en el itinerario que en unión de varios compañeros más, habíamos llevado desde dicha estación hasta el acuartelamiento de Natera, donde debíamos realizar nuestra presentación. Así que solo recorrimos las calles de la proximidad de la margen izquierda del río Guadalmedina, cuyo cauce estaba con verdaderos montones de basura. En este desplazamiento, cinco o seis compañeros más y yo, entregamos nuestros equipajes a un hombre que depositándolos en un pequeño carruaje y empujado por el mismo, lo llevó hasta nuestro destino. Nosotros lo acompañábamos a pie. Como podréis observar la comodidad en el transporte era perfecta.
Al verificar mi presentación ante el Brigada Comandante de Puesto, y como jefe de expedición que me habían nombrado, me llevé un pequeño rapapolvo, más por la idiosincrasia del mismo, que por apodo lo conocían como "El Cura del Penal". Después me comunicaron el Puesto al que iba destinado, llamado Torrelasal, en pleno descampado entre Estepona y Sabinillas y que según los informes que me dieron algunos de los compañeros que estaban destinados aquí, era de lo peor que había en toda la Comandancia. Después de todas estas peripecias, me día un paseo por la Capital y que llegué hasta el Puerto. Este paseo me causó mejor impresión que la primera que me llevé cuando llegué a la estación y después hasta el Cuartel.
Mañana continuaré con todas las incidencias hasta mi llegada a Torrelasal y lo que seguía en aquel día. Comparar aquella Málaga a la de hoy, resulta totalmente imposible.
Por hoy, ya vale.
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