jueves, 31 de julio de 2008

El triduo de la preocupación (I)


En la noche de este día, de hace hoy SESENTA Y DOS AÑOS, me sucedió, como decía Cervantes, que me la pase de claro en claro y de turbio en turbio, o sea que no pegue ojo en toda la noche. ¿Cuál fue el motivo de semejante vigilia? Sencillamente el serme comunicada una grata noticia. Así dicho parecerá una incongruencia, pero desbrozada como me voy a proponer hacerlo a continuación, se verá que me asiste buena parte de razón. Vamos a ello.

El día 31 de julio de 1946, hallándome prestando el servicio militar en el Regimiento de Artillería número 14, de guarnición en Sevilla, una vez terminada la Lista de Retreta, la última que se pasa en el día, el Sargento de Semana lee la nota del tenor siguiente. "El Artillero Rafael Galán Rodríguez, se presentara mañana en las oficinas de Capitanía General de esta Plaza, donde ha sido destinado como mecanógrafo". Escuetamente éso. Después de romper filas, el escribiente de la Batería, llamado Marcelino y también de un pueblo de Córdoba, me dice: "Qué suerte tienes paisano, con lo bien que vive la gente de Capitanía". Efectivamente así era, pero ¿entonces el porqué de mi preocupación? No impacientarse y sigamos con ello.



Unos veinte día antes a esta fecha, después del mismo acto de Lista de retreta, se leyó una orden pidiendo personal voluntario para ordenanzas, escribientes y mecanógrafos para Capitanía General. Para ordenanzas se apuntaron unos cuantos; para escribientes dos o tres y para mecanógrafo no salía nadie. Sin poder explicar que me impulsó a ello, cuando nunca había sido, ni aún lo soy, una persona lanzada, dí un paso al frente y digo: "mi Sargento, apúnteme Vd. para mecanógrafo". Aún todavía os seguirá extrañando esta historia. Pues acabemos de una vez de desenmarañar este lío. Resulta que yo no había tocado siquiera en toda mi vida una máquina de escribir. Sin poder dar explicación a ello, ni hoy tras haber pasado mas de sesenta y dos años, me tiré a la piscina cuando estaba totalmente seca. Posiblemente para mis adentros yo pensaría que aquello no iba a tener mas trascendencia. Pero aquí me tenéis que me reclamaban para mecanógrafo nada menos que en las oficinas de Capitanía General.

El mundo se me vino encima. ¿Qué hago yo ahora? ¿Qué excusas pongo para no presentarme? ¿Con qué cara me presento en Capitanía, cuando no sabía siquiera como se metía el papel en la máquina? Para mí, lo mas cerca que veía era un mes arrestado en calabozo, además de la vergüenza que sufriría cuando tuviera que declarar mi desconocimiento total de la misión para la que se me reclamaba, y que yo mismo había peticionado?

Qué no hubiera dado yo porque aquella noche fuera eterna y nunca llegara a oírse el toque de diana del primero de Agosto. Como he citado al principio, ni un solo minuto acudió el sueño en mi ayuda y como siempre, mañana también llegó.

Pues como lo que sigue ya corresponde al primero de agosto, mañana que también se cumplen los mismos sesenta y dos años, seguiré con nueva entrada en el Blog. Hacer cábalas que pudo pasar.

Hasta mañana.

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